29/04/2011

Proyecto de restauración del ecosistema de la isla Floreana, Galápagos

L'île Floreana (Galápagos) © Fondation Prince Albert II de Monaco













Tara visitara el archipiélago de Galápagos a principios de mayo: una oportunidad para conocer mejor el proyecto de rehabilitación de la isla Floreana.
 La isla de Floreana, con una superficie de 173 km2, se ubica al sur del archipiélago de las Galápagos. Esta isla es un resumen de los principales problemas afectando el archipiélago desde los principios del siglo XIX: la presencia humana ha provocado la destrucción de los hábitats naturales, la introducción de especies invasoras y la destrucción de otras especies.
El proyecto "Floreana, an integrated approach to restoration", dirigido por “The Charles Darwin Foundation for the Galapagos Islands” (CDF) y la Galapagos Conservancy con el apoyo de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco (también socia de Tara Oceans), está enfocado a la rehabilitación del ecosistema de la isla.
 Un ecosistema frágil
La gran mayoría de la superficie del archipiélago de Galápagos está protegida. En el archipiélago se encuentran el Parque Nacional Galápagos y la Reserva Marina de Galápagos, un sitio inscrito al Patrimonio de la Humanidad certificado por la Unesco. Sin embargo la creciente presión demográfica en las zonas agrícolas y urbanas de las cuatro islas habitadas lleva a una degradación significativa de los ecosistemas naturales.
 Floreana es la más pequeña de las cuatro islas habitadas. Ella se ha visto gravemente afectada por las especies invasoras que han destruido algunos hábitats. Su presencia no se puede fechar con precisión pero concuerda con la llegada de los primeros habitantes de la isla en el siglo XVIII. Un inventario reciente ha identificado una docena de especies ya extinguidas en Floreana: entre ellas, la tortuga gigante elephantopus Floreana Geochelone y el pepino Sicyos vid villosus. La desaparición de la tortuga Floreana es especialmente preocupante porque las tortugas son los ingenieros del ecosistema, desempeñando un papel clave en la formación y el mantenimiento del medio ambiente de las Galápagos. Numerosas especies están en peligro de extinción, tal y como el Geospiza (Camarhynchus pauper), una especie de gorriones de la familia Thraupidae endémica en Floreana.
 El proyecto "Floreana, an integrated approach to restoration".
Floreana requiere de un enfoque específico. Alberga ahora el primer proyecto significativo de restauración en una isla habitada. Su pequeño tamaño y reducida población crean condiciones favorables a la implementación de un enfoque integrado de rehabilitación. El proyecto se fundamenta en el compromiso de la población para con un programa sostenible en el largo plazo. El proyecto pretende así servir de referencia para las demás islas habitadas: desarrollo de técnicas  que permitan a los agricultores una mayor diversificación de su producción de frutas y verduras.  Al reducir su importación se limitara el riesgo de introducción de especies invasoras destructoras de especies nativas. El reto es conciliar este esfuerzo protector con el aumento del flujo turístico, en constante aumentando por las visitas autorizadas de un día en la isla.
Las fases del proyecto.
 FASE I (septiembre 2010 - agosto 2011): Sentar las bases para restaurar el ecosistema.
- Comprender y emprender la resolución de los problemas sociales y las expectativas de los habitantes.
- Definir áreas prioritarias de conservación.
- Movilización de la comunidad para prevenir la propagación de especies invasoras;
- Gestión de los vertebrados invasores;
- Gestión de las especies amenazadas y de aquellas en vía de extinción.
- Definir una zona libre de extracción.

FASE II (septiembre 2011-agosto 2015): Promover un desarrollo sostenible basado en la gestión comunitaria, especialmente por medio de una agricultura adaptada, autónoma, para el consumo local. Mitigar así la introducción de especies no autóctonas. Reto importante a la vista del aumento del número de turistas y de la insuficiencia de la actual producción local.

- Formación de los agricultores al cultivo en invernadero;
-Creación de la infraestructura necesaria dedicada a esta agricultura.
- Incentivo a la gestión del proyecto por la misma población que debería llegar a ser rectora de las unidades productivas.

Socios en la Fase I: Amis des Galápagos, Travel partners, Durell Wildlife Conservation Trust, Keidanren Nature Conservation Fund, Fondation Veolia Environnement, Fondation Prince Albert II de Monaco.
Socios en la Fase II: Galápagos Conservancy-support for Soil Survey, Fondation Prince Albert II de Monaco.
Fuente: Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco.

27/04/2011

Atracado al Malecón 2000


A.Deniaud/Tara Expeditions

Adiós al azul del Océano Pacífico Sur, entrando las aguas verdosas del Canal de Jambelí. Un piloto ecuatoriano embarcó en Tara para guiar Loïc en esta navegación del rio Guayas: una horas bordeando los manglares para llegar al muelle del Malecón 2000 en el corazón de Guayaquil. Yolas, canoas, embarcaciones de pescadores, y un impresionante velero de tres mástiles, barco-escuela de la Armada del Ecuador. A ratos, este subir del rio nos sabe a remontar el tiempo. Milla tas milla, el calor húmedo y los mosquitos le chupan energía y sangre a nuestra tripulación. Pero estas nimiedades castizas de las regiones ecuatoriales no empañan la excitación de una pronta llegada a la escala.
En uniforme blanco, los oficiales de la Armada esperan la goleta en el muelle: líneas aseguradas,   pasarela puesta, después de más de tres semanas en alta mar la tripulación pisa tierra firme. Para recibirnos, el cónsul honorario de Francia en Guayaquil, Thierry Souët. Después de darnos la bienvenida nos advierte sobre los potenciales riesgos de la ciudad. Lo mejor es no aventurarse en ciertos barrios. El Malecón 2000 donde nos amarramos es uno de los lugares más seguros de la ciudad. Este extenso relleno con pinta de Ramblas es un paseo apacible de familias y enamorados bajo la atenta vigilancia de numerosos policías.
Después de una noche reparadora en un barco inmóvil, la tripulación se lanza en un primer día de compromisos oficiales. A las diez de la mañana unos cuarenta periodistas se apresuran en el muelle, con cámaras, micrófonos y lápices en mano. Frente a la prensa local y nacional, el jefe de la misión y nuestro capitán presentan el proyecto Tara Oceans. Junto a ellos, los Sres. Oscar García Poveda, director general de Interagua y Jean-Baptiste Main de Boissiere, Embajador de Francia en Ecuador,  muestran su apoyo a la expedición. Unas horas más tarde es el alcalde de Guayaquil, el Sr. Jaime Nebot quien vista el barco y saluda la tripulación. Una vez terminado el desfile de visitantes, todos están invitados a disfrutar del tradicional ceviche.
Poco a poco Tara vuelve a su paz. Mañana habrá más visitas, esta vez de los ministerios de ecología y educación. Mientras tanto los científicos y la tripulación reanudan sus actividades. Como en cada escala hay una larga lista de trabajos por hacer. Los más suertudos beneficiarán de la tarde para adentrarse en las callejuelas del pintoresco barrio de Las Peñas.

Anna Deniaud

26/04/2011

Tara llegó a Guayaquil, Ecuador. Después de unos días de escala, la semana próxima, rumbo a Las Galápagos.


A.Deniaud/Tara Expéditions


Festival de visitantes marinos
En estos días, antes de llegar a Guayaquil, Tara se cruzó en su ruta con unos cuantos barcos, pescadores en su mayoría. El hombre es todavía escaso en superficie pero por debajo florece la vida: así lo comprueban muestras y observaciones. A 220 millas de la costa peruana el azul transparente del mar deja lugar a un azul gris y opaco que delata la presencia significativa de plancton. En el borde del upwelling peruano abundan los microorganismos; Y también los depredadores: peces, tiburones, pescadores y científicos.
Para la estación científica 102, la última entre la Isla de Pascua y Guayaquil, la pesca es exitosa y no sólo en términos de micro-organismos. Mientras la roseta esta en inmersión nocturna Sarah a colocado su anzuelo con lastre a estribor, un equipo tradicional que ella lleva en toda expedición.  De repente un grito de alegría atraviesa la noche llena de estrellas: un calamar de unos 70 cm le hace cosquillas a la cubierta con sus tentáculos. Alertada por el ruido la tripulación se apresura en venir observar el animal cuya aparición en el planeta se remonta a casi 200 millones de años. Las aves también han escuchado el grito de alegría de nuestra ingeniera oceanógrafa, y en pocos minutos rodean la goleta. Iluminada por una luna roja la escena parece sacada directamente de la famosa película de Alfred Hitchcock.
Con sus redes los investigadores han seguido con la pesca nocturna y capturado dos hachas plateadas. Estos peces de color plateado, como lo dice su nombre, tienen dientes afilados; Ya habíamos visto unos en el Atlántico. Con una dentición aun más temible un Stomias boa se dejó también agarrar en las mallas. Este pez fusiforme de color cobre vive a más de 1000 metros de profundidad,  pero sube de noche a la superficie para alimentarse. Resulta irónico que el Stomias boa hay sido capturado mientras el mismo trataba de emboscar a sus presas gracias a su señuelo   natural en forma de copépodo, un diminuto crustáceo.
Después de la primera noche de estación los científicos enjuagan con agua dulce sus instrumentos y regresan a sus camas para un corto sueño. Dos marineros permanecen en cubierta vigilando el barco a la deriva. La calma reina a bordo pero la actividad del océano es todavía fuerte. Mientras François Aurat, oficial de cubierta, hace su ronda, es sorprendido por el sonido del soplo húmedo de unas narices. Un cetáceo esta cazando cerca de Tara, tal vez también avisado de la presencia de calamares.
Segunda mañana de estación científica. La tripulación se afana en las operaciones de una inmersión de dispositivos. Aparecen puntas de alerones de tiburones. Gabriela Gilkes, científica especialista de estos depredadores, explica que esta zona del Pacífico Sur esta densamente poblada por tiburones, el piel-azul, el Mako, el punta negra, el punta blanca... Después de los tiburones, es el turno de un barco de pescadores peruanos que se pone a flanco de Tara para pedir un poco de pan; Ellos confirman lo anterior: están aquí porque se dedican a la pesca de tiburones.
Los científicos continúan con su pesca, menos arriesgada que la de los peruanos pero igual de  emocionante. Capturan tres Beroe. Una vez en frasco estos ctenóforos transparentes con rayas de color rosa fuerzan la admiración de nuestro jefe científico, Stéphane Pesant. Para revelar la belleza de este organismo se debe recurrir a la luz. Merced a la iridiscencia de los cilios que le  permiten moverse, las rayas se convierten en arco iris cuando se le alumbra.
Y para cerrar este  festival de visitantes marinos, serán atunes escoltados por delfines que montaran un espectáculo a la vista del barco.
Después de dos días de estación Tara sigue su viaje hacia Ecuador. Con cada milla recorrida la goleta se adentra más en aguas ricas en peces: en popa se tiran líneas sin descanso tratando de enganchar uno de los lugareños marinos. En cubierta, mas rondas con binoculares procurando ver más especies antes de descubrir las de de los manglares. Después de tiburones sería bueno encontrarse con caimanes; no es momento para nadar.
Anna Deniaud

22/04/2011

El espejismo de Guayaquil



A.Deniaud/Tara Expéditions
Más de 2.200 millas y casi tres semanas en el Pacífico Sur. No se ve tierra alguna en el radar. Sin embargo la silueta de Guayaquil ya se está esbozando a lo lejos. ¿Espejismo? ¿Fantasía de la mente? ¿Tal vez una sed de civilización que nos ataca cuando la vista se ahoga en la inmensidad azul? Extraña reacción nuestra la de intentar en vano ubicar una presencia humana, mientras habitualmente tendemos a rehuir de la muchedumbre. Hasta las estrellas nos juegan tretas tomando forma de avión en el cielo.
Así que ayer, cuando un helicóptero rompió las nubes para flotar en vuelo estático encima de Tara y sus dos tripulantes nos saludaron, sentimos que se nos había zafado un tornillo. En realidad este helicóptero pertenece a un atunero que veremos después. Los atuneros usan helicópteros para ubicar sus bancos de presas. Después de este entretenimiento Tara sigue su curso. Nos tocan todavía cuatro días salados antes de las aguas frescas del río Guayas, umbral adornado con manglares de nuestra próxima escala: Guayaquil.
Alrededor de tres millones de personas viven en este puerto del Ecuador, el más grande de la costa pacífica de América Latina. Unos cuantos días de escala en esta megalópolis deberían saciar nuestra sed de urbanidad.  Hasta sea probable que pronto queramos volver a la serena armonía del océano y de los espacios naturales: algo que nos espera en la siguiente escala, las Galápagos. ¡El alma humana es compleja! Pero por ahora no buscamos entenderla. Estamos más bien procurando capturar la personalidad de Guayaquil. Por largo tiempo una fama de maldades y peligrosidad ha empañado la capital económica del país. Pero en los últimos veinte años dos alcaldes sucesivos han llevado a cabo un extenso proyecto de restauración de los barrios; Eso enaltece de nuevo la imagen de la ciudad: Una pintoresca zona de estilo neoclásico del siglo XIX, las Peñas, y el malecón 2000... El rostro renovado de estos lugares parece agradar a turistas y Guayaquileños.
Inmersos en guías turísticas, ya estamos “maleconeando”, trepando los 444 escalones del mirador de Las Peñas o explorando los museos de la ciudad para descubrir su historia. La tradición hace del conquistador español Francisco de Orellana el fundador de Guayaquil en 1537; Pero parece que antes que él otros personajes han contribuido a la prosperidad de la ciudad. El nombre de Guayaquil provendría de una tragedia fatal: huyendo de los conquistadores, un cacique llamado Guayas hubiera matado su esposa, Quil, antes de ahogarse. Hito en la historia de la ciudad y todo el continente, el 26 de julio de 1822 los políticos José de San Martín y Simón Bolívar allí se reunieron para elaborar los planes de la independencia de la entonces española América del sur.
Nuestra fecha de llegada a puerto coincidirá con el lunes de Pascua. Luego Tara recibirá la visita de  personalidades políticas, de académicos, periodistas y estudiantes ecuatorianos. Nos quedara poco tiempo para pasear. Resulta ahora agradable indagar en libros y guías para imaginarnos vagando por las concurridas calles de la ciudad.
Anna Deniaud.

20/04/2011

Ojos que no ven, corazón que siente



A.Deniaud/Tara Expeditions


Llamado del mar o pasión de la ciencia, sea cual sea el motivo que mueve a los miembros de la tripulación, ellos han dejado hogar, familia y amigos para aventurarse en los mares del mundo. La duración del viaje y los riesgos no sostienen comparación con aquellos en siglos pasados; No obstante cada salida pincha el corazón del que se va y de los que se quedan. Afortunadamente, hoy en día, los medios modernos de comunicación y correos electrónicos permiten a la tripulación mantener el contacto con sus familiares, aún desde el medio del Pacífico Sur.
Padre de una niña de cinco meses, Vincent, científico, recibe casi a diario una foto de su hija.       “¡La pequeña crece tan rápido! Por suerte me puedo comunicar por email con mi esposa  pero eso no reemplaza el teléfono; Tendré que aguantar hasta Guayaquil”. Desde Tara las llamadas telefónicas son muy caras, se reservan para ocasiones excepcionales. La última vez que François el jefe de cubierta hizo una llamada, fue para desearle un feliz cumpleaños a sus gemelos. "El resto del tiempo yo les doy noticias por correo y les mando fotos de los surfistas que tomo a lo largo del  viaje. Están tocados por este deporte”. Celine, nuestra chef, incurre a veces en un uso más prosaico de la comunicación: "Hace unos días descubrí en las cajas que yo tenía todos los ingredientes para un tiramisú, así que escribí a un amigo italiano para pedir la receta”. Pero en esta etapa Isla de Pascua-Guayaquil, es nuestro jefe mecánico Daniel Cron quien se lleva la palma de oro: él se casa en septiembre y participa por mail a toda la organización de este importante evento: menú, lista de invitados...
Sin importar la edad, cada quien cumple con el tradicional mensaje para tranquilizar una madre  más o menos preocupada. "Procuro escribir una vez por semana a mi madre, pero sé que cada día ella visita el sitio web de Tara para saber de mí " confiesa Stephane, el jefe de misión.
 Es divertido pensar que en tierra, vía el web, los familiares saben de los miembros de la tripulación sin haberlos conocido en persona, mientras a bordo cada uno revela paulatinamente unos aspectos de su vida en tierra. Los discos duros han sustituido a los álbumes de fotos; aun así  todo el mundo carga en su bulto algunas fotos de recuerdos. En la pantalla del laptop de Baptiste, el segundo capitán,  trozos de su vida para los curiosos: fotos de vacaciones con amigos, video de un curso de navegación en las Glénans. Algunas noches los científicos a su vez presentan su trabajo en tierra. La mayoría de los powerpoint terminan con fotos personales: los niños, el hogar,  paisajes.
Además de sus familiares la tripulación extraña otras cosas de su vida cotidiana en tierra: en primer lugar para todos, la actividad física. Para Sarah, ingeniero oceanógrafa, no basta la operación de las sumersiones de la roseta: para ejercitar ella necesita calzar sus zapatillas en cada escala y echarse a correr. A Loïc, el capitán, aficionado a la escalada, le cuesta conformarse con  solamente trepar el aparejo para instalar las banderas de los países visitados. En un registro totalmente diferente, Baptiste, como buen bretón, echa de menos su sabatina torta con salchichas.

Y en esta gran casa de familia que es Tara, algunos tal vez quisieran poder aislarse un poco. En la goleta la misión es ardua. ¿Pero no serán esta vida de comunidad y los gratos momentos compartidos el mejor antídoto contra la nostalgia?

Anna Deniaud

18/04/2011

Estación atípica, peculiar fenómeno oceanográfico.



A.Deniaud/Tara Expeditions

Después de 48 horas de muestreo científico al norte del frente tropical del Pacífico Sur, la tripulación de Tara condujo una inmersión algo atípica: una Niskin, una de las botellas que son parte de la roseta, ¡llena de un coctel de frutas! En vestido y camisa, científicos y marinos han sumergido la composición a 100 metros antes de brindar en honor de esta estación número cien. A la luz de una luna casi llena, acompañados por una música de fondo, todos han celebrado el  evento hasta las 22 horas. Si la noche fue corta, no fue por temor a molestar los vecinos ni por  escasez de convivialidad a bordo: simplemente todos estaban rendidos por los esfuerzos de estos dos días y noches.
Para esta penúltima estación antes de atracar en Guayaquil, Ecuador, el equipo realizo una veintena de inmersiones de las redes y roseta en el corazón de un pequeño giro ciclónico: igual que en las zonas de upwelling, donde las aguas superficiales están empujadas hacia afuera,  causando un afloramiento de aguas frías de profundidad. En comparación con la composición del desierto oceánico, aquí la cantidad de sales nutrientes es mayor y los micro-organismos son más numerosos y más grandes. En el laboratorio húmedo, Montserrat Coll Llado, encargada del estudio de los virus y bacterias, ha debido extender su tiempo de trabajo: más partículas en el agua, más lenta la filtración. Por su parte, Celine Dimier,  bióloga responsable de las muestras de protistas, ha notado el regreso de diatomeas, unos protistas de tamaño superior a 5 micrones.
Viernes por la noche se capturó un Physalia juvenil en una de las redes de superficie: el despertó la curiosidad de todos. Conocido como el “Galeón portugués” este organismo gelatinoso consta de un flotador transparente y de tentáculos azules particularmente urticantes. Merced a su flotador que puede medir hasta 80 cm el Galeón portugués navega empujado por el viento en las aguas cálidas del globo. Especialmente peligroso para el ser humano, su presencia en gran número cerca de las costas genera a menudo la prohibición de entrar al agua.
Pero la singularidad de esta estación no está ahí;  Los científicos observaron aquí un fenómeno inusual y poco estudiado: una concentración atípica de clorofila a 180 metros de profundidad. En fosas abisales se observó un segundo pico de clorofila, menos importante que el de la DCM (profundidad de la clorofila máxima) situado a 75 metros, que refleja la presencia de fitoplancton a una profundidad donde la tasa de oxígeno es casi nula y la luz inexistente. Por lo general el fitoplancton  se desarrolla gracias a la fotosíntesis, un mecanismo que requiere luz y sales nutrientes, y genera la producción de oxígeno. Aunque los datos muestran un consumo de nutrientes en la profundidad de 180 m, la falta de producción de oxígeno a esta profundidad sugiere que el fitoplancton se puede desarrollar por una forma alterna a la fotosíntesis. Los científicos no saben exactamente cuál es el proceso que permite que los micro-organismos  sobrevivan en estas profundidades. A partir de las muestras de Tara, los investigadores en genómica estarán, de ahora en adelante, en condiciones de investigar este tema.

Para cerrar esta estación emblemática, un grupo de delfines viene a saludarnos. Si bien mantienen cierta distancia con la goleta, los cetáceos no escatiman en signos amistosos: coletazos, oscilaciones de la cabeza...Es agradable pensar que estos mamíferos marinos han venido desde su área residencia habitual situada más al norte en aguas cálidas, para felicitar la tripulación por la faena cumplida y animarla a continuar con esta  maravillosa misión científica.

Anna Deniaud.

15/04/2011

Lanzamiento de la estación científica número cien *

© A.Deniaud/Tara Expéditions

15-04-2011
9:30, ayer por la mañana. La roseta se sumerge en medio de un Pacifico Sur levemente agitado. Es el inicio de la centésima estación científica. Las operaciones estaban programadas para el día anterior pero el pequeño remolino ciclónico donde los científicos quieren tomar muestras había migrado más al norte. Después de una noche adicional de navegación, Tara está ahora en el corazón de este torbellino de 55 kilómetros de diámetro a 1200 millas de las costas de Ecuador.
En popa, el maratón científico empieza, aclamado por decenas de peces voladores y bajo el control de nuestro fiel compañero de viaje, un ave marina blanca, el Faetón. La secuencia durara tres días y dos noches.
Para esta estación emblemática, Sarah Searson: "Recordar mi primera estación me hace sonreír. No conocía el material, ni el barco, ni el equipo; estaba pegada de Marc Picheral haciendo todo lo que él me decía. Ahora, por mi experiencia y la de los marineros, puedo anticipar un máximo de acontecimientos, tanto para preservar el material como para no perder el tiempo en las estaciones”. Sarah, una de los dos ingenieros oceanógrafos favoritos para el gran chelem, está a cargo del estratégico puesto de inmersión y subida de las redes y roseta; Ya no cuenta el número de estaciones en las que ha participado. Sin embargo ella es inmune al aburrimiento de la rutina: "Los paisajes, la tripulación,  eso cambia en cada etapa; es un nueva aventura enriquecedora".
A su lado Celine Dimier-Hugueney, ingeniería en biología, cuenta también con muchas horas de filtración en su haber. La científica mantiene una constante vigilancia y un control riguroso del protocolo de mantenimiento de los equipos: observa con satisfacción la optimización de su trabajo. "La primera vez me tomaba casi un día armar mi caja de herramientas; es decir listar y etiquetar todos los frascos. ¡Ayer lo hice en sólo dos horas y media! "
Desde la salida de Tara en septiembre de 2009, los científicos han realizado más de 1100 horas de estaciones en dos mares y cuatro océanos. La estación más larga, la 98, duró 48 horas. Para tener una idea de la cantidad de agua filtrada, basta extrapolar: ¡en esta sola estación numero 100 se procesarán en las redes unos 6.000 metros cúbicos! La capacidad de resistencia y el esmero en el mantenimiento del material están demostrando ser la clave del éxito de la expedición Tara Oceans. "Gracias en parte a un núcleo de personas competentes que operan y mantienen el equipo desde el principio, hemos logrado realizar este centenar de estaciones. “Ahora nuestro reto es mantenernos atentos y rigurosos en el programa que viene" dice Stephane Pesant. Aunque la ruta de la expedición haya sido modificada, los científicos deberán repetir la hazaña para llegar a la meta de doscientas estaciones. Pero una cosa a la vez: no es tiempo de cálculos y pronósticos. Por el momento los científicos deben aguardar energía y concentración para las veinte inmersiones de esta centésima estación.
* Período comprendido entre 6 y 48 horas, cuando Tara se detiene para sumergir la roseta-CTD y varios tipos de redes. Al mismo tiempo se bombean cientos de litros de agua de los cuales unos  se guardan en botellas.
Anna Deniaud

14/04/2011

Etienne Bourgois y Eric Karsenti deciden cambiar la ruta del tercer año de la expedición de Tara Oceans.

be-poles.com

La goleta Tara zarpó de Lorient  (Francia) el 5 de septiembre 2009. Ya ha recorrido 40.000 millas, del Atlántico hasta el Pacífico pasando por el Mediterráneo y el Océano Índico.
La decisión de los dos codirectores de la expedición se fundamenta en la presente crisis que enfrenta el Japón. Tara tenía previsto permanecer 4 meses y medio del 2012 en Asia, particularmente en el Mar de Japón y sus alrededores. Tokio representaba una escala clave.
En la actualidad existe un riesgo en la zona, aunque sea todavía difícil apreciarlo con precisión;  Para Tara, el pedir autorizaciones de muestreo en las aguas territoriales se hace con un año de antelación: la decisión debía tomarse rápidamente.
En términos generales resulta difícil evaluar los impactos ambientales, humanos y económicos, de este desastre sin precedentes. Es posible que la dispersión de material radiactivo tenga un impacto significativo en el Océano Pacífico.
Además, esta decisión se produce en un entorno económico vuelto poco favorable.
Por consiguiente Etienne Bourgois (Presidente del Fondo Tara) y Eric Karsenti (director de investigación en el CNRS destacado en el EMBL), en concertación con los coordinadores científicos y socios de la expedición, deciden cambiar la ruta de Tara Oceans.
Durante los próximos meses, Tara continuará su viaje a Papeete como previsto, visitando las Galápagos, las Gambier, con una misión relativa a los corales, y las Marquesas. Después de Tahití el barco subirá a Hawái, cruzara el "continente de plástico" del Pacífico Norte, y hará escala en San Diego. Seguirá por el Canal de Panamá la próxima Navidad y cruzara el Atlántico, con un regreso previsto en Lorient  en marzo 2012.  O sea todavía 20,000 millas por delante (una vuelta al mundo)  y otras 100 estaciones científicas programadas.
El análisis en tierra de las 100 primeras estaciones comenzó el año pasado. El consorcio científico empieza a obtener resultados y varios artículos se están estructurando para revistas científicas. El consorcio científico Oceans por supuesto seguirá procesando los datos y las muestras a su llegada en los laboratorios. Tara Oceans se encuentra en su segunda fase: la recolección de los frutos de un muestreo global enorme.
Cuando Tara a regrese a Lorient en marzo de 2012, decenas de miles de micro-organismos y considerables muestras de corales se habrán procesado con éxito en todos los océanos del mundo desde septiembre de 2009. Esta colección completa permitirá conocer mejor la estructura de los ecosistemas oceánicos, la evolución de los organismos que los componen, y su capacidad de  adaptación a los grandes cambios del medio ambiente. Será un punto de referencia para las generaciones futuras.

Las próximas citas de Tara Oceans:

Difusión de los documentales: "Tara Oceans El Mundo Secreto” en el canal “Planète Thalassa”  los 15, 22, 29 de abril y 6 de mayo.
En junio, los científicos de Tara Oceans presentarán el balance científico anual de la expedición a la prensa.
Y en un año, en marzo2012, Tara nos cita en Lorient.

Entrevista con Etienne Bourgois, director de Tara Oceans y presidente de Tara Expeditions.

Usted acaba de tomar una decisión importante. ¿Cómo se toma una decisión así?
En primer lugar me gustaría expresar mi solidaridad con el pueblo del Japón. Tendré  oportunidad de decirlo  de viva voz a mis colaboradores esta semana porque estoy en Tokio desde el martes, como parte de mis funciones de director de Agnes B.
Tara ha recorrido cerca de 40.000 millas, los científicos han llevado a cabo un centenar de estaciones científicas de excelente calidad, ¡y que no se acaba! Pero el Japón ha sufrido una catástrofe grave. La situación nuclear no está controlada. Debemos revisar nuestro plan de trabajo que preveía pasar por Tokio el próximo año.
Por otra parte, pocas personas lo saben, pero les pedimos permiso para muestrear sus aguas a los  países visitados: esto se hace con un año de anticipación y son permisos muy difíciles de obtener.  Particularmente en esta zona de Asia.
En cuanto al Japón, no sabemos cómo evolucionará la situación en los próximos meses.
Nuestros donantes, entre ellos el Fondo Agnes B., las fundaciones Veolia, EDF y Prínce Albert II de Mónaco, estaban encantados de ver este fabuloso velero  navegar esta región del globo. Para Agnes B.,  muy establecida aquí, son 1.500 empleados que estaban esperando el barco como una especie de esperanza para el futuro.
Lamentablemente el impacto de este desastre en Japón sobre la actividad de Agnes B. hasta la fecha es importante, porque es probable una caída significativa en el volumen de negocios. Cuando se acerca una tormenta, adaptamos la configuración de velas. Como buenos marinos hemos decidido prepararnos para este momento difícil; Pero sigo confiado.

Esta modificación de ruta se hizo de común acuerdo con los científicos de la misión Tara Oceans  y nuestros socios cuyo apoyo es clave. En última instancia volveremos a puerto solamente seis meses antes de lo previsto, en una misión de 3 años.
La nueva ruta elegida por los científicos ofrece intereses significativos, por ejemplo el transect Papeete-Hawái muy poco estudiado,  el estudio del continente de plástico en el Pacífico, o un muestreo en el Golfo de México. También permaneceremos más tiempo en los Estados Unidos. Y mantendremos por supuesto los mismos recursos técnicos y humanos a bordo y en tierra hasta el regreso en Lorient.

¿Cuáles son los planes para el 2012?
Primero, el barco debe regresar a Lorient en marzo del 2012; Este año 2012  pinta ya muy intenso: habrá mucho trabajo en los laboratorios para los científicos, y tendremos una misión de sensibilización  por desarrollar. Estamos planeando un documental que cubrirá la totalidad de la expedición, exposiciones, actividades con escuelas... etc.  Estamos ya pensando en futuras expediciones para Tara.
Volviendo al presente, quiero dar las gracias a todos los involucrados en este proyecto, los laboratorios, instituciones, socios, miembros de la tripulación y científicos quienes impulsan  este barco y este programa de vanguardia. Su trabajo es hermoso, continuará por un año a bordo y mucho más años después del regreso al puerto. Esta aventura está apenas comenzando.

Bosques, océanos, una sola pasión: la naturaleza.

© A.Deniaud/Tara Expéditions

13-04-2011
En medio del Pacífico Sur, Stéphane Pesant, jefe de misión de la etapa Isla de Pascua- Guayaquil, celebra sus 42 años. Nacido el 9 de abril 1969 en Saint Eustache al norte de Montreal, este investigador quebequense ya no cuenta los años de observación de la naturaleza y de recolección de "bichos".
Desde su más tierna infancia Stephane pasa cada fin de semana caminando por el bosque con su familia. Muchas cosas caen en su mochila: hongos, insectos, huesos de animales. Todos acaban en su terrarium o tapizando las paredes de su cuarto. "A los ocho años, mi habitación era un verdadero bosque. Había una pared cubierta con una tapicería de bosque y río;  Yo colgaba todo lo que agarraba en el campo”. A los once, el aprendiz naturalista se une al Club 4-H de Quebec, una asociación de jóvenes apasionados por la naturaleza.
A los dieciséis años, en las vacaciones familiares, el descubre el mundo submarino de la costa norte de Quebec. Ballenas de Tadoussac, alcatraces de la isla Bonne Aventure: eso lo fascina.  De allí su decisión: estudiará biología marina.
Durante tres años Stephane cursa estudios en la prestigiosa universidad de MacGill. Como diversión veraniega el supervisa pasantías de ciencia y clases “naturaleza” en el centro ecológico de Port Saumon,  una reserva de la biosfera auspiciada por la UNESCO. Allí  conoce los pioneros de la ecología en Quebec y personalidades como Frederic Bach.
Después de McGill, Stephane sigue con estudios superiores de biología marina en la universidad Laval en Quebec. En 1993 como parte de su investigación sobre el fitoplancton, el embarca por tres meses en el Polarstern, un rompehielos alemán. "Salimos de Bremen. Fue mi primera visita  en Europa. No imaginaba en este entonces que algún día yo iba a volver para vivir en esta hermosa ciudad”. A bordo del barco de expedición polar, en medio de sesenta científicos internacionales, el quebequense coordina el equipo encargado del estudio del fitoplancton. El jefe de esta misión probablemente ya había detectado su predisposición a desempeñar este tipo de funciones.
De los datos y muestras recolectadas a bordo del Polarstern, el biólogo desarrolla una  investigación doctoral sobre "El destino de fitoplancton en los ecosistemas marinos del Ártico".
Una vez aprobada su tesis, Stephane es contratado por el Departamento de Pescas y Océanos  Canadá en calidad de asesor científico para las políticas del nuevo programa de mantenimiento de los ecosistemas marinos. "Estos dos años con el gobierno han sido muy educativos, pero no era exactamente lo que yo quería hacer.” En 2001 el postula para un posdoctorado en Australia y gana una beca. Acompañado de su pequeña familia, el deja su tierra natal  por la ciudad de Perth en Australia Occidental. Allí las zonas desérticas sustituyen al bosque cubierto de nieve. Pero cualquiera sea el paisaje nada detiene el coleccionista naturalista. "Cuando nos íbamos de vacaciones, el maletero del coche estaba lleno de cajas en las que guardábamos plantas, insectos...Incluso recuperamos el esqueleto de un canguro."
Después de cuatro años en el oeste australiano él se traslada a Villefranche-sur-Mer, donde asiste al director científico de EUR-OCEANS, una red europea de excelencia en estudios de los ecosistemas oceánicos. Su misión: fomentar la interacción entre investigadores de diversas disciplinas. El laboratorio de Villefranche-sur-Mer, la puesta en común de conocimientos interdisciplinarios, el paso será fácil para unirse al proyecto Tara Oceans.
Stephane Pesant trabaja actualmente como investigador en Bremen en el seno del equipo PANGAEA, cuyo objetivo es integrar el conjunto de datos científicos sobre los ecosistemas marinos. En paralelo el lleva a cabo misiones embarcadas como jefe científico en Tara y contribuye al análisis de los datos recogidos a bordo. Sin importar el programa y cualquier sea el  país, el espíritu de compartir conocimientos nacido en el club 4-H de Quebec no parece fallarle a este apasionado por la naturaleza.
Anna Deniaud

11/04/2011

Estaciones y navegación

A.Deniaud/Tara Expeditions


Dos estaciones científicas, 700 millas recorridas, y un nuevo compañero para esta larga travesía en el Pacífico Sur: un faetón que decidió viajar con nosotros. Volando sin descanso  sobre la goleta, el ave marina no parece sospechar que nos quedan todavía más de 1600 millas por delante, casi dos semanas de navegación, antes de llegar al Canal del Morro, en la entrada de Guayaquil.
A finales de la tarde, el viento de frente que teníamos desde nuestra salida de Isla de Pascua ha girado afortunadamente. Tara a su vez ha podido desplegar sus alas blancas para surfear las olas al compa de sus compañeros del aire.
Después de una estación larga y otra corta en el giro del Pacífico Sur, la tripulación se aleja de este torbellino oligotrófico para llegar a regiones más ricas en plancton y nutrientes. A pesar de la baja densidad de micro-organismos en el giro, las últimas cosechas fueron interesantes. Entre otros, un phronima (suborden Hyperiidae) quedó atrapado en las redes y ha despertado el interés colectivo. Como salido de una película de ciencia ficción, este crustáceo con ojos desproporcionados con el cuerpo vive en el esqueleto gelatinoso de un organismo que ha comido antes. La observación microscópica de este extraño animal es a la vez aterradora y emocionante.
Buena pesca para la Manta. Esta red grande en forma de raya ha recolectado durante sus dos horas de inmersión un gran número de partículas sintéticas, confirmando así un estudio en el que había trabajado el científico Vicente Taillandier. "Se analizaron los datos  de satélite compilados sobre veinte años, relativos a los campos de viento y los campos de corrientes en la zona: llegamos a la conclusión de que el giro del Pacífico Sur es potencialmente una “zona basurero”. La recolección de la Manta  confirma parcialmente este hipótesis de que las partículas de desechos se acumulan aquí”. Esta concentración de residuos de plástico también se encuentra en el giro del Pacífico Norte, arriba de Hawái, y será el objeto de un estudio parte del programa de Tara Oceans.
Mientras Stéphane Pesant, jefe de la misión, y los científicos a bordo preparan la próxima estación, los marineros se turnan al mando del barco y aseguran su mantenimiento. En esta zona remota del mundo, cualquier fallo o incidente puede derivar en algo más dramático; Ellos hacen entonces rondas rigurosas en cubierta y sala de máquinas.
Fuera del trabajo diario, los marineros compiten en imaginación para traer un par de horas de diversión a esos largos días de navegación: ejercicio de seguridad orquestado por el capitán, sesiones de marinería por el segundo oficial; ¡Unas semanas más y los científicos a bordo se convertirán en marineros de verdad!

Anna Deniaud.

08/04/2011

Turno de noche en el Pacífico Sur. 08-04-2011

© J.Girardot/Tara Expéditions

08-04-2011

Viento en contra, Tara hace ruta hacia el Ecuador. Después de tres días de estación científica la goleta navega días y noches para llegar a la siguiente posición de muestreo definida  por los científicos. Cada noche, cuando todo el mundo está durmiendo pacíficamente en su camarote, dos miembros de la tripulación hacen turno.


En el medio del Océano Pacífico Sur, lo que más vigilan y temen en realidad es una entrada de agua en los fondos, un inicio de incendio o un alma al agua. Para evitar incidentes técnicos  los dos tripulantes de guardia hacen rondas. Pistola-medidor de temperatura  a la cintura, foco frontal y protectores para los oídos puestos, el vigilante debe aventurarse en la exigua sala de máquinas para revisar hasta veinte parámetros reflejando la operación de los motores, generadores y demás equipos. Nivel de aceite, temperaturas, presión, tensión eléctrica, y corriente absorbida...Cada medición debe ser precisa a pesar del rodillo. En este ambiente ruidoso y maloliente la temperatura sube hasta cincuenta grados.

La ronda continúa en el interior del barco hasta la punta de proa. Más allá de la condición del velero se debe también garantizar que, en el laboratorio seco, todos los aparatos enviando regularmente datos por satélite, como la salinidad y la temperatura del mar, estén funcionando correctamente.

Con velas al viento, el turno de noche tiene otro cariz, una dimensión más aventurera y atlética. Para operar el imponente aparejo más vale hacerlo entre varios: hay que anticipar las maniobras para hacerlas entre cuatro pares de brazos, aprovechando el relevo de turnos. Para cualquier movimiento en cubierta de noche y de día, los miembros de la tripulación deben vestir su chaleco salvavidas.

En caso de excursión solitaria, cada quien debe avisar otro tripulante quien lo vigilara. Si un hombre cae al agua, su compañero de guardia lanzara un “man-over-board“, una boya con luz, antes de dar la voz de alerta a los que duermen y registrar la posición GPS: así el barco podrá volver sobre sus pasos. En el agua, el desafortunado flotará gracias a su chaleco. Pero su ubicación en una inmensidad azul, de noche, es algo delicado y vital;  Para la tripulación la clave es no perder nunca de vista el hombre al agua. "En Tara la borda es alta, por lo que afortunadamente hay poco riesgo de que un hombre caiga" precisa Baptiste, segundo capitán.

Tara ha sido pensado con esmero y los marineros saben lo que hacen; Pero no por ello Loic duerme como lirón cuando deja el mando de noche. "La responsabilidad hace que al menor ruido o movimiento inusual, me despierto y en caso de duda subo a cubierta”. Los turnos son de  cuatro horas; En el transcurso de las estaciones los científicos están exentos, pero el resto del tiempo participan por igual por turnos de dos horas.

Lejos de estos escenarios de desastre el turno de noche rima esencialmente con tranquilidad y belleza. "En el Mar de Omán pude ver por las noches unos delfines jugando delante de Tara en medio de un bloom de plancton que tornaba el agua fluorescente. Es una de las cosas más hermosas que he visto en mi vida ", recuerda Daniel, el jefe mecánico. Contemplar las estrellas, charlar con el compañero o enviar un correo electrónico a la familia: para todos, el turno de noche es ante todo un momento privilegiado, cuando por unas pocas horas uno puede ensimismarse, o elegir con quien compartir.

En pleno Océano Pacífico, en esta ruta escasa de barcos, estos momentos de paz se hacen más densos. Uno debe sin embargo permanecer al acecho en todo momento. Hace unos días, el radar nos avisó de una ruta de colisión con un carguero. Tara se desvió fácilmente y siguió su rumbo en la inmensidad.

Anna Deniaud

06/04/2011

De vuelta en el giro del Pacífico Sur


© A.Deniaud/Tara Expéditions - 06-04-2011

Después de tres días de escala en la Isla de Pascua, Tara vuelve al mar con un nuevo equipo de científicos a bordo. En el horizonte las siluetas de los Moai han desaparecido desde hace mucho y la tripulación está de nuevo en medio de esta vertiginosa inmensidad azul. La roseta y su cómplice Sarah Searson descansaron poco: se reanudan ya las inmersiones en el corazón del giro del Pacífico Sur bajo un sol abrasador.

En Rapa Nui (Isla de Pascua) desembarcaron Lee Karp Boss, Marcela Cornejo, Leila Tirichine,  Melissa Duhaime y Fanck Prejger, los científicos del tramo Valparaíso-Pascua. Después de unos días en la isla misteriosa regresaran a sus laboratorios  con hartos recuerdos en mente y una experiencia atípica en su equipaje. Para la americana Melissa Duhaime, acostumbrada a pasar  días frente a su computadora estudiando la secuencia del ADN de los virus, el cambio ha sido  radical: "Pasé casi un mes en el laboratorio húmedo, he sufrido a veces de mareos, pero ahora mido el esfuerzo que este muestreo requiere. Guardo un recuerdo maravilloso de esta expedición,  sea a nivel científico o humano”. El conjunto del equipo que deja Tara comparte las impresiones de Melissa. Lee Karp Boss, jefe científico de aquel tramo anterior siente además la satisfacción de haber cumplido la misión encomendada, a pesar de la retrasada salida de Valparaíso y las condiciones meteorológicas durante las primeras estaciones. “Profesionalmente y personalmente, la experiencia en Tara ha sido muy intensa; ¡Yo repetiría con gusto otra aventura!”.

Gabriela Gilkes y Sarah Searson  siguen la aventura rodeadas de nuevos reclutas, que no son todos ajenos a la goleta. Figura recurrente de Tara Oceans, Celine Dimier se hace cargo del muestreo de los protistas. Para la joven investigadora este largo tramo será oportunidad de hacer un balance de la condición de los equipos en el laboratorio húmedo y preparar las etapas porvenir. Stephane Pesant, jefe científico recién embarcado, también conoce el velero y los protocolos. Después de los tramos Tánger–Alger y Abu Dhabi - Maldivas, este investigador de la Universidad de Bremen  explora por primera vez las aguas del Pacífico Sur. "Mis objetivos son de seguir el programa establecido y los protocolos de forma rigurosa. Desde un punto de vista científico, el desafío será de explorar en profundidad la riqueza de esta zona del Pacífico que en superficie aparece pobre en nutrientes y plancton.

 El francés Vincent Taillandier y la española Montse Coll Llado descubren por primera vez el trabajo y la vida a bordo de Tara. Pero en su haber cuentan con numerosas expediciones a bordo de barcos científicos. Responsable de la operación de la CTD y del tratamiento de sus datos para el laboratorio de Villefranche-sur-mer, Vincent suele navegar regularmente en el Mediterráneo. El Pacífico Sur, el lo conoce por haber procesado los datos de dos flotadores perfiladores sumergidos cerca de la Isla de Pascua. "Esta navegación me interesa de sobre manera porque durante dos años y medio he estudiado los datos generados por los flotadores. Estar en el terreno me permite otra comprensión del medio, puedo observar el color del agua, la condición del mar. ¡Hay mas sensación que por teledetección!”

Anna Deniaud


04/04/2011

Los habitantes de Isla de Pascua: flor en el cabello, sol en el corazón

 F.Aurat/Tara Expéditions



Si los Moai pueden cautivar al viajero, también el encanto de la vida pacífica en la isla y sus habitantes. Como en un cuadro de Paul Gauguin, una flor o plumas en su largo pelo negro, las mujeres de Isla de Pascua pueden permanecer horas frente al mar; Pero en Isla de Pascua una cortante roca negra ha sustituido a las playas de arena fina. Aquí los elementos no son tan complacientes con los humanos como en otras islas de Polinesia; Estos humanos parecen sin embargo vivir en  solida armonía con la naturaleza.
Además del turismo, la pesca es un recurso primario de los habitantes de Rapa Nui (Isla de Pascua). En botes de madera los hombres salen en busca de Cerro, Mai Mai, Rape Rape, una especie de langosta también llamada cigarra de mar. Antaño la supervivencia de los isleños dependía en gran medida del mar ya que sólo un barco al año abastecía estos habitantes del fin de mundo. Hoy en día casi un carguero por semana y vuelos comerciales avituallan la isla en productos frescos;  Esta roca recibe cada año cerca de 70.000 visitantes.  Pero el transporte encarece los productos y los isleños se quejan de precios exorbitantes. Ellos pagan los productos básicos un promedio de cuarenta por ciento más que en el continente.
Además del pescado y mariscos el Océano Pacífico brinda  grandes momentos de relajación y placer a los aficionados de buceo y surf. Cada día después de las clases, chicos y chicas se aventuran con sus tablas en el “reef break” que rodea la isla. Antes de llegada de tablas de resina en Rapa Nui, los jóvenes practicaban con lo que había, bancos de escuela o tablas de lavaderos de ropa de sus madres. En los tiempos antiguos trenzaban esquifes de caña para deslizarse sobre las olas. Mientras los mayores juegan con las olas, los niños se tiran de las rocas para tratar de capturar tortugas que viven cerca del puerto de Hanga Roa. La vida parece benévola para con estos niños del Pacífico  Hasta la escuela no parece tan  severa.
Una flor de hibisco en el pelo combinando con su vestido, Jacqueline Rapu Tuki, directora de una de las tres escuelas de la Isla de Pascua, pasa de aula en aula para saludar a los niños. No hay que llamar a la puerta antes de entrar: uno entra como el viento que viene refrescar los alumnos. Un "Iorana" colectivo suena. "Iorana" significa hola y adiós en el idioma Rapa Nui. Si se oyen “lorana” por todos lados en las calles, el idioma español domina al Rapa Nui en las conversaciones. Según la directora sólo el diez por ciento de las familias en la isla siguen hablando su lengua materna en el hogar. Para compensar su lenta desaparición, la escuela se esfuerza por mantener un programa educativo en Rapa Nui. De los cuatrocientos alumnos, unos ciento veinte reciben clases en este idioma desde los cuatro años de edad. Con el transcurrir de los años el español se hace cada vez más presente, para que los niños de Rapa Nui estén en condiciones de presentar su bachillerato en español. El Rapa Nui no es un idioma opcional.
Estudiar en el continente es entonces un paso obligado, a menudo doloroso para los jóvenes isleños. Hablando con ellos de su futuro, todos dicen resignarse al exilio por unos años de estudio, pero con un objetivo claro en mente: regresar a su isla con un oficio en manos. Un solo día en la Isla de Pascua es suficiente para entender que para los autóctonos el pasarse toda la vida lejos de este remanso de paz es inimaginable.

Anna Deniaud

01/04/2011

Rapa Nui, o la perla perdida del Pacífico Sur.



A.Deniaud/Tara Expeditions



Después de veintiún días de navegación, la Isla de Pascua surge por una mañana lluviosa. Nubes oscuras tapan el cielo. Contrastan con la espuma blanca de las olas que rompen en rocas afiladas. Verdadera fortaleza natural rodeada por el mar, la Isla de Pascua,-Rapa Nui en polinesio-, parece disuadirnos de desembarcar.
En el pasado, su aspecto inhóspito no bastó para desanimar los exploradores, colonizadores y  mercaderes de esclavos. En 1862 unos negociantes peruanos llegaron para capturar un millar de  hombres y enviarlos de esclavos en la recolección de guano *. Menos de treinta regresaron vivos en la isla. Diezmando estos hombres, y entre ellos los líderes y eruditos, han hecho desaparecer para siempre una parte de la cultura de la Isla de Pascua. Las tablas escritas por esos antepasados aún no han sido descifradas, dejando así planear una nube de misterio sobre la isla. El primer enigma sigue siendo el origen de este pueblo: aun cuando los investigadores tienden a coincidir en la teoría de la llegada de navegantes polinesios. Algo que certificaran los primeros rostros que encontraremos en la isla.
Después de casi 4.000 kilómetros para llegar a este pedazo de tierra, uno de los más aislados del mundo,  sería impensable renunciar a desembarcar por temor a las olas. Una vez el ancla de Tara fondeado por veintitrés metros, salimos a  medir fuerzas con las olas en el inflable con miras a  pisar tierra. ¿Magia de la isla? ¿Sueño de infancia de una mayoría de nosotros? ¿Sencillo placer de tocar tierra? Lo que sea: en ese preciso momento, al tocar Hanga Roa se lee una emoción compartida en las caras.
La escala es corta, debemos zarpar en dos días. A penas en tierra, la tripulación se esparce para explorar la isla. Algunos científicos tendrán sin embargo un poco más de tiempo para visitar este triángulo de 180 km2. Para Lee, Leila, Franck, Melissa y Marcela, aquí termina el viaje en Tara. Seguirán la aventura científica de Tara Oceans en sus laboratorios.
A pocos pasos del pequeño puerto pesquero de Hanga Roa donde amarramos nuestro neumático, cinco Moai dan cara a los habitantes, de pie sobre una gran base. Uno puede haber visto incontables fotos de estas esculturas de piedra volcánica: el encuentro real no deja de ser mágico. El carácter sagrado del lugar, la poderosa mirada del Moai gigante con ojos blancos, esto genera una intensa emoción. Frente a estos mastodontes erguidos de espalada al mar, hasta el más empedernido nihilista se prosternaría. Los Moai y la manera en que fueron trasladados desde la cantera del volcán hasta el mar son otros misterios de la isla. Rapa Nui alberga más de 600 gigantes.
En Rapa Nui cuando uno logra apartar la mirada de los Moai descubre casas de fachadas de color, llanuras peladas, caballos retozando, palmeras gozando del calor del sol, escarpados acantilados que coquetean con violentas olas; Y, por encima de todo en este ambiente exótico,  la sonrisa de los lugareños.
Cerca de 4.000 personas habitan la isla. Año tras año el número de autóctonos disminuye en relación a los chilenos del continente. Para guardar su lengua, sus danzas, su música y tradiciones, los autóctonos luchan cada día y la nueva generación no parece descansar en ese frente. Sólo el culto de los tatuajes barre con nativos y extranjeros por igual, amainando tal vez  algo de autenticidad. Pero para el turista extranjero el placer de los ojos permanece intacto.
La noche  y su velo de estrellas cubren la Isla de Pascua. Para nosotros ha llegado el momento de abandonar este pequeño rincón de paraíso y volver a nuestro anclaje. La cabeza llena de imágenes solamente ansiamos que el sol salga de nuevo en Rapa Nui.

Anna Deniaud

*Guano: materia de formación muy antigua procedente  de la acumulación de excrementos de aves marinas y de sus cadáveres, utilizada como fertilizante.