29/11/2011

Apartados del mundo


Yoga en cubierta. Y. Chavance/Tara Expeditions

Hace unos días que hemos dejado San Diego. Estamos ahora en algún punto del Océano Pacífico Norte, casi aislados del mundo. Quince personas que, en su mayoría, no se conocían hace una semana. Sin embargo se están preparando para pasar un mes juntas en los 36 metros del barco. De todas edades, orígenes e historias personales: una oportunidad de retratar los quince "Jonas" de la ballena Tara.

Poco a poco, la vida en el mar se está organizando. Ha empezado la aventura científica con alguna toma de muestras, aunque tras haberse cancelado la estación prevista la semana pasada, la primera estación tendrá lugar solamente el miércoles. La aventura humana, ella si, ha comenzado mucho antes. Desde nuestro zarpe, los primeros turnos nocturnos, las tareas de limpieza y de fregar, o las cenas comunes: todo el mundo esta... en el mismo barco.

Este barco, precisamente, algunos lo conocen bien, siempre dispuestos a asesorar a los recién llegados. En primer lugar, Loïc, el capitán. Desde hace un año el comparte su tiempo entre sus dos hogares: Tara y Noumea. Cuando no está al timón, vigilando el horizonte con sus gafas de sol atornilladas sobre la cabeza, el recorre la cubierta contestando una pregunta o detallando el programa con alguien. Alain, el segundo capitán, tampoco es avaro en consejos, consolando con una sonrisa a la víctima del mareo. Al igual que François, el responsable de cubierta, siempre dispuesto a conversar con todo el mundo. Otro veterano de Tara, Daniel, el jefe de máquinas. Si bien pasa la mayor parte de sus días en el horno sofocante de la sala de máquinas, sus apariciones en las comidas o en las pausas en cubierta son un verdadero espectáculo, contagiando con una sonrisa irresistible a todos los que lo rodean. Cantando, bailando, haciendo bromas en todos los idiomas, acompañado a menudo de Baptiste, el "grumete". El más joven a bordo, quien celebrará pronto sus 18 años en Tara, el participa en todas las tareas, incluso las más ingratas, sin perder su buen humor. Con quince personas a bordo en un barco acondicionado para catorce personas, es él también que accedió a dormir en lo duro, armando su tienda en la mesa del comedor pequeño. Finalmente, el último miembro de la tripulación habitual es Celine. Alimentando todo este enjambre de personas dos veces al día, ella es igualmente esencial en su papel de regidor, enseñando con paciencia las reglas de la Tara, las reglas de vida de una pequeña sociedad autónoma.

Tampoco todos los científicos de este leg son novatos. Sarah, un verdadero pilar de la expedición desde sus inicios, ha pasado más tiempo cuidando los equipos científicos de Tara, su segundo hogar como le gusta llamarlo, que en su casa en Nueva Zelanda. Más de un año a bordo, transmitiendo su energía y buen humor a los tripulantes que desfilan. Para otros, como Denis, microbiólogo de Bretaña, si Tara es algo nuevo, el mar es un viejo conocido. A menudo él es el primero en cubierta para ayudar a la tripulación en las maniobras, a veces acompañado por Bianca. Apasionada de regatas, esta italiana estudiante de doctorado brinda sus habilidades, incluso las más inesperadas en el mar: ella propone una sesión diaria de yoga en la cubierta de proa frente a la inmensidad del océano. Una sesión que no se perdería para nada Dorothée, artista polifacética embarcada, instigadora de debates apasionados hasta altas horas de la noche. Otro acostumbrado al barco es Noan, quien prepara su tesis sobre los protistas en gran medida en la cubierta de Tara, después de haber ya participado en el leg Corales desde las islas Gambier hasta Papeete. Para el español Francisco es una segunda experiencia a bordo: el fue parte de uno de los primeros legs en el Mediterráneo. Bastante tranquilo a primera vista, "Fran" sabe reunir todos los cantantes y músicos alrededor de su guitarra durante una pausa musical en la cubierta trasera. Para otros, este mes a bordo es una primera vez: es el caso del jefe científico de este leg, Gabriele, hablando italiano, inglés, un poco de francés y de español, lo que complace Luis. Sin hablar una palabra de francés, el exuberante mexicano es el primero en cortar con un estruendoso "bla bla bla" cualquier discusión duradera en la lengua de Molière, obligando a los culpables a pasar al inglés.

Al final, es una pequeña sociedad que se está conformando gradualmente, en autarcía, aislada del mundo. Cada quien, con un papel y unas competencias definidas, participa al mismo nivel de la vida en comunidad. Una sociedad cosmopolita, con sus reglas, sus libertades, su forma de vida un tanto peculiar. Un idioma oficial, el inglés, utilizado en los ejercicios de seguridad y las reuniones científicas, aunque a menudo francés, italiano y español se mezclen en una multitud de acentos acorde los encuentros. Todo el mundo tiene en mente el propósito de su presencia a bordo, al servicio de una expedición científica de gran escala, pero también disfruta la oportunidad de vivir, en un paréntesis de un mes, una gran aventura humana. Apartados del mundo.

Yann Chavance

28/11/2011

Embarcar en Tara


Dorothée Désobry. Y.Chavance/Tara Expéditions

Embarcar en Tara no es sólo salir al mar y descubrir el mundo, es también cuestionar el mundo. La misión que se asignó de explorar los océanos y la vida desconocida de los microorganismos que los pueblan, es una aventura en sí misma, en términos de investigación tanto científica como metafísica de búsqueda de los orígenes de la vida. Desde la profundidad de este misterio tan macizo como un océano, indecible como un secreto legendario, y sin embargo tan vital como la respiración, esta búsqueda agita a los hombres desde tiempos inmemoriales, escarba hasta lo más profundo de los cuestionamientos humanos.

Entre ciencia y poesía, es en forma natural que se ha venido imponiendo el tema de la utopía. Centro de mi investigación desde siempre, la problemática de la existencia de un mundo ideal cobra ante todo su sentido en la misma raíz de la palabra, u-topos, el lugar que no existe, que no puede o no tiene lugar de ser. Esta búsqueda del paraíso terrestre (¿perdido?) es uno de los temas más tratados en la historia del arte. ¿Es el lugar que no existe, o la humanidad que no sabe cómo acceder a el? La Utopía de Moore era una isla, una tierra perdida en el océano, exenta de las miradas y las corrupciones del resto del mundo. Es así que me gusta ver a Tara, un microcosmos mágico más allá de las leyes de la atracción y de los hombres.

Mi proyecto es de crear una reseña de viaje, una especie de diario nutrido de pensamientos, poemas y hasta dibujos. Además, su imponente formato podrá soportar, eso espero, un gran número de documentos, imágenes, collages y otras fantasías, para que sea lo más vivo posible. Debe ser el reflejo prosaico y trascendido de esta expedición maravillosa, a la frontera de una realidad muy concreta porque fondeada en un protocolo científico riguroso, y del descubrimiento de mundos invisibles sugeridos por la poesía que el viaje inspira. ¿No es Tara una herramienta adicional para aprender un poco más sobre el Origen de todo lo que nos parece tan familiar y que no obstante sigue siendo un enigma?

Dorothée Désobry, artista actualmente a bordo de Tara

25/11/2011

San Diego - Panamá: comienza un nuevo leg


François y Bianca, el horizonte detrás de Tara. N.Le Bescot/EPPO/SB Roscoff/Tara Oceans

¡Ya es oficial! El leg (etapa) 48 de Tara Oceans ha comenzado. En este momento, trazamos ruta hacia la isla de Clipperton, y luego hacia Panamá, después de un largo paréntesis californiano. En pocos días, los siete científicos embarcados comenzarán su primera estación de muestreo.

Para entender el valor científico de este nuevo tramo, precisamos repasar nuestra visión de los mares y océanos. Lejos de ser grandes masas homogéneas de agua, son más bien masas complejas, estratificadas en múltiples capas que se mueven por las corrientes oceánicas. Las corrientes son los motores de la dinámica oceánica, y serán el foco de nuestra atención durante esta etapa.

Varias corrientes importantes intervienen a lo largo de la costa oeste de América del Norte. Las corrientes ecuatoriales norte y sur se alejan ambas de las costas, acompañadas por dos corrientes opuestas, que van de oeste a este. Los movimientos muy complejos que se están dando a lo largo de la ruta de Tara motivaran el estudio científico: ¿Cuales son los impactos sobre los micro-organismos que viven en el área?

Para contestar eso, se escogió con precisión la ubicación de las cinco estaciones de muestreo previstas en esta etapa, dos estaciones largas y tres cortas. La primera estación, este fin de semana, se llevará a cabo en un "upwelling cyclon”, un afloramiento de aguas profundas en forma de remolino. "Deberíamos encontrar aquí bastante biodiversidad debido a este fenómeno que lleva numerosos nutrientes de las capas profundas a la superficie. Nuestras muestras serán sin duda ricas, tanto en diversidad de especies como en cantidad”, explica Gabriele Procaccini, el jefe científico de este leg.

Es otro fenómeno ligado a la dinámica de las corrientes que serán analizados en las demás estaciones: las OMZ, Oxygen Minimum Zone, las zonas de oxígeno mínimo. Son las capas pobres en oxígeno, a menudo atrapadas entre las capas superficiales y las profundas. Para Gabriele, es esencial estudiar los micro-organismos en estas zonas. "Parece que el calentamiento climático global empobrece en oxígeno capas cada vez más cercanas a la superficie. De confirmarse eso, es realmente problemático ya que a la mayoría de los organismos se le dificulta vivir en esas condiciones".

A largo plazo, el objetivo del equipo es de comprender mejor cómo los organismos pueden sobrevivir adaptándose a los ambientes pobres en oxígeno, incluso por posteriores estudios genéticos de las muestras conservadas. Un trabajo a largo plazo en laboratorio, pero también inmediato en el terreno. "Deberemos transar entre lo que quisiéramos hacer y el tiempo disponible” admite el investigador italiano. “Por ejemplo, hay algo así como doce días de navegación continua entre Clipperton y Panamá, por lo que si estamos presionados por el tiempo, no es imposible que nos veamos obligados a suprimir una estación corta". Pero por ahora, el equipo se prepara para la primera estación larga que debe comenzar el sábado. Después del increíble trabajo de los marineros en los últimos días para regresar Tara al agua, le toca ahora a los científicos lucirse.

Yann Chavance

22/11/2011

Jean-Louis Etienne de paso a bordo


Jean-Louis Etienne a bordo de Tara, Sn San Diego. Yann Chavance / Tara Expeditions

El explorador francés vuelve con emoción a subirse a bordo de su antiguo "Antartica", llamado Tara en la actualidad. Es la oportunidad de compartir con la tripulación algunos recuerdos que envuelven este barco desde su construcción en 1989. Tara ha recorrido una larga ruta.

Hoy, Tara sigue con su misión educativa al recibir unos cincuenta estudiantes de la San Diego French American School. La tripulación atiende los jóvenes por pequeños grupos, para una visita explicativa del barco, de cubierta a cabinas pasando por el wet lab, el laboratorio húmedo en cubierta y la sala de máquinas.

Estos alumnos, estudiosos y curiosos de todo, han seguido en clase durante meses el recorrido de Tara y se alegran de poder visitarlo de verdad. De repente, entre dos grupos, aparece un rostro familiar: Jean-Louis Etienne, residente en San Diego, quien quiere saludar a la tripulación antes de la salida al mar. Este barco, es el que lo concibió con la ayuda del ingeniero Michel Franco y de los arquitectos Luc Bouvet y Olivier Petit, cuando se llamaba Antartica.

Diseñado para resistir los hielos del Ártico, el barco ha navegado todos los mares del planeta con Jean-Louis Etienne a bordo. Comprado en 1996 por el famoso navegante de Nueva Zelanda, Sir Peter Blake, quien le cambia el nombre por "Seamaster", y luego en 2003 por Etienne Bourgois para lanzar la expedición Tara Ártic, este barco ha vivido numerosos cambios a lo largo de sus expediciones.

Para Jean-Louis Etienne, sin embargo, sigue siendo el mismo barco que lo llevó por todo el mundo.

"No tengo la impresión de haberlo dejado. Mi cuerpo no lo ha dejado. Yo podría recorrerlo en todas direcciones sin abrir los ojos", murmura el explorador francés, conmovido por este rencuentro. Pisando un territorio familiar, el señala aquí y allá una cabina transformada en laboratorio, un panel de madera quitado, un nuevo aparato de control. Rodeado de toda la tripulación, el evoca sus aventuras en esta misma cubierta, los problemas técnicos experimentados por el barco, los tiempos pasados, buenos y malos. Dondequiera que mire, regresan los recuerdos, en presencia de un público feliz de estar frente a una memoria viva de estos lugares. La nostalgia se asoma a veces, pero se siente el hombre feliz de ver a su antiguo barco en tan buenas manos: "Cuando yo quería venderlo, algunos querían usarlo para cruceros de placer. Así, está en su lugar. Me siento orgulloso de ver lo que hace como Tara".

Loïc, el capitán, aprovecha la oportunidad para pedirle detalles sobre Clipperton, nuestro próximo destino. Frente a un gran mapa de la isla, Jean-Louis Etienne, quien ha dirigido allá una expedición de cuatro meses en 2005, explica donde aterrizar, donde anclar. Detalles que valen oro para la tripulación. Clipperton es de hecho el próximo destino de Tara, a medio camino entre San Diego y Panamá. ¡Salida para la isla tan querida por Jean-Louis Etienne programada para este jueves!

Yann Chavance

21/11/2011

Preparativos finales para zarpar de nuevo ¡Por fin!


Tara en San Diego. Alain Giese / Tara Expeditions

Basta con pisar la cubierta para sentir el ambiente de febrilidad. Ayer por la mañana, Tara dejó por unas horas el puerto de San Diego para unas últimas pruebas del nuevo motor. Pruebas concluyentes: Tara puede volver al mar abierto dentro de unos cuantos días. Es el sueño que obsesiona a muchos.

Después de quince horas de vuelo hacia el oeste, frente a un sol que, alcanzado por el avión, no terminaba de ponerse, embarco en Tara atracado en San Diego. A partir de este momento me sumo a la larga lista de aquellos que han tenido la suerte de participar en esta gran aventura humana y científica, que viene creciendo desde hace más de dos años. Un largo viaje que ha dejado su huella: velas rotas, motor cansado, Tara se merecía algo de atención. Pero desde el primer contacto con la tripulación, en el ballet continuo entre los recién llegados y los que regresan a la vida en tierra, se percibe cuanto este paréntesis obligado ha afectado el ánimo."Todos queremos que eso termine. ¡Ya basta con esos trabajos de astillero!" suelta el capitán Loïc Vallette. El ha seguido todas las reparaciones con el capitán saliente, Hervé Bourmaud, y se hará cargo durante los próximos meses. "En una revisión tan grande como ésta, hay varios pasos obligados, y hemos pasado el ultimo, las prueba en carga. Se llevan los motores al máximo fondo y se hacen mediciones que servirán de referencia".

Por cuatro horas en la mañana de este domingo, Tara ha salido del puerto de San Diego para probar su nuevo motor. Una vez completado este paso, la tripulación nada mas está esperando las nuevas velas que deben llegar el lunes, junto con los últimos científicos por embarcar. Mientras tanto, todo el mundo está ocupado con los preparativos finales, almacenamiento a babor, reparación a estribor. Muy animados por estas cuatro horas de breve navegación, Tara y sus ocupantes anhelan una sola cosa: volver a salir, por fin: "Volver a tener una tripulación completa, conocer gente nueva. Queremos volver a nuestra vida en el mar" resume el capitán. Si todo va bien, estos deseos deben realizarse en la mañana del miércoles, cuando Tara finalmente regresara al mar abierto después de casi un mes pasado en California.

Yann Chavance

16/11/2011

En breve...



Tara se encuentra en un astillero en San Diego.



Regresará al agua el 16 y saldrá de San Diego el 23 de noviembre. Una conferencia de prensa relativa al avance de la expedición tuvo lugar en el CNRS, Francia, la semana pasada.



15/11/2011

Tara a secas


Trabajos en San Diego. H.Bourmaud/Tara Expeditions

Hacía tiempo que Tara no se ponía a secas. La última parada técnica se remonta al verano de 2010. La navegación en el Pacífico y sus islas encantadas ha dejado huellas: velas rotas, motor averiado…Ello aboga a favor de una revisión, ya es tiempo de hacer algo más que una mera limpieza.

Estamos entre marineros. Nos toca el ritmo duro de los astilleros de muelle, el café hirviente que uno traga de paso, las manos siempre sucias, la sonrisa del operador de la grúa. Nos espera el lío indescriptible que produce el disecar las entrañas de Tara. El cambio del motor de babor sin duda nos depara algunas sorpresas. Estamos listos para la batalla. .

Ya esta, Tara esta fuera del agua. Los trabajadores del astillero lo apuntalan con cuidado. Volvemos rápidamente a bordo y repasamos la abultada lista de tareas. Es tan larga que mejor empezamos ya.

Levantar el piso del comedor, lado cocina: eso nos toca a Francois Aurat y yo. François es un sureño de carácter aventado. Valiente, le encanta atacar de frente acción y trabajo.

Nos estamos moviendo tan rápido como sea posible en todos los frentes. Después de unos días, se ha quitado el piso, cortado el metal. El motor, ya suelto, se eleva en un vuelo hasta el muelle a satisfacción del jefe mecánico. Pero el agujero no parece muy amplio y nos deja pensativos, imaginando la instalación del nuevo motor.

Nuestra ballena emite mil ruidos, unos más incongruentes que otros. Destornilladores, llaves, taladros, martillos, ¡todos están de fiesta! Uno almuerza en veinte minutos de un mal sándwich relleno de ketchup o mostaza, y aquí vamos otra vez. Los trabajadores del astillero, menos agitados, nos observan vivir y trabajar al vapor. A veces nos sonríen y a menudo nos dan una mano. Nadie quiere bajar el ritmo. Se debe controlar el cansancio. ¡El último de pie tendrá la razón!

Estamos en los muelles, un mundo que conozco bien. América o no, pronto el sitio no tiene más secretos, y los trabajos avanzan.

Estos periodos en tierra no son los más agradables para el marinero. Él pierde sus marcas: el turno, las comidas a hora fija...La rutina que impone la vida en el océano tiene otro sabor. Aquí, al final del día, regresamos al hotel, deshacernos de la suciedad acumulada. Sigue un momento de relajación, uno visita al otro, comparte un par de cervezas. A menudo las conversaciones giran en torno a la maniobra por venir, la puesta al agua. Pero es hora de buscar un lugar para cenar. Los restaurantes algo decaídos de este suburbio nos reciben con agrado. Después de la cena, nadie se desvía en los bares vecinos, debemos mantener el ritmo y el mañana nos aguarda otro lote de tareas.

Pronto, estaremos de vuelta al agua, los océanos, a la caza del plancton. ¡Solamente pensamos en eso!

Alain Giese