21/12/2013

Tara, 10 años, 20 miradas de artistas


Al igual que en las expediciones del siglo XIX, científicos y artistas han convivido a bordo de Tara a lo largo de las expediciones. Con motivo del 10º aniversario de Tara Expeditions, los artistas embarcados presentan algunos de su trabajos en Paris, en la casa agnès b., mecenas co-fundadora de Tara Expéditions, hasta el 10 enero 2014. 
















19/12/2013

Palabras de marinero: en obras

Loic Vallette, capitán, y Daniel Cron, jefe mecánico. F.Aurat/Tara Expéditions
Los regresos de Tara al puerto suelen ser sinónimos de obras. Esta vez, además de una gran limpieza, libraremos el barco de todo el equipo científico embarcado desde hace 4 años para las expediciones Tara Oceans y Tara Oceans Polar Círcle. Este es mi sexto trabajo en astillero a bordo de Tara. Cada uno ha sido diferente y una oportunidad de conocer mejor el barco.

El regreso a Lorient en 2009, viniendo de Paris, ha sido dedicado a la preparación de Tara Oceans. Hemos instalado el torno, las bombas, los congeladores, construido el laboratorio húmedo cubierta afuera, y convertido una cabina en laboratorio de óptica. Era un cuento de nunca acabar, debido a las múltiples modificaciones necesarias al buen desarrollo de la expedición.

El astillero en Ciudad del Cabo en 2010, fue para mí el más placentero. Muchos soñarían con trabajar en un entorno como el de Sudáfrica, con ballenas en la entrada del puerto.
 
En San Diego, fue un gran desafío: cambiar las dos velas y el motor babor en un mes. Pero de premio por la hazaña, tuvimos el espectáculo de la clasificación para la Copa del América que tenía lugar en este periodo.

Las escalas técnicas posteriores en Lorient se centraron en la preparación de Tara Oceans Polar Circle: se trataba de adaptar los dispositivos científicos a las condiciones polares y evitar que congelaran. Instalamos calentadores en las bodegas de proa y popa, cubierta afuera y en el laboratorio húmedo. A pesar de ello, algunas tuberías se congelaron en el transcurso de la expedición, pero en general, el trabajo ha dado sus frutos: todas las estaciones de muestreo han sido productivas y han llenado nuestros congeladores de muestras de plancton del océano Ártico.

En obras; Es lo que nos viene en mente al acercarnos a Lorient. Mientras unos lo ven como el punto de desembarque, quienes se quedan a bordo lo viven como un periodo de trabajo intenso. Pero también saben que después de la ardua labor, Tara volverá al mar para nuevas aventuras.

François Aurat, oficial de cubierta

16/12/2013

Los océanos y el carbono


Tara frente a  la isla de Groix, Francia. Y.Chavance/Tara Expéditions
Ahora que Tara ha regresado a Lorient con sus congeladores cargados de miles de muestras de plancton, una pregunta recurrente surge del público y de los periodistas, relativa a los cambios climáticos. Aunque no los estemos estudiando directamente, al concentrarnos en el plancton, estamos tocando unos microorganismos en el centro de la máquina del clima. Para entenderlo, es preciso recordar los vínculos entre los océanos y el carbono.
 
Sabemos que el calentamiento global de nuestro planeta desde hace un siglo es en gran parte causado por la liberación de carbono en la atmósfera. ¿Pero de que carbono estamos hablando?  El carbono es un átomo (C) presente en moléculas con propiedades muy diferentes. En la forma de dióxido de carbono (CO2, un átomo de carbono unido a dos átomos de oxígeno), es un potente gas de efecto invernadero que atrapa la radiación infrarroja en la atmósfera, empujando las temperaturas hacia arriba. Este es el mismo dióxido de carbono que sale de nuestros pulmones cada vez que exhalamos, al igual que todos los animales del planeta. Al respirar, nuestro cuerpo transforma el oxígeno (en realidad el dioxigeno, 02)  en CO2.

Al mismo tiempo, una multitud de organismos hacen exactamente lo contrario: con agua y luz, la fotosíntesis suministra oxígeno al consumir CO2. Es el caso de las plantas en tierra, y del fitoplancton en el océano, sin olvidar las numerosas bacterias fotosintéticas.
En este intercambio químico, el átomo de carbono no desaparece, él se incorpora en largas moléculas de glucosa que proporcionan energía para el cuerpo. Puesto que el plancton se ubica en la base de las cadenas alimentarias, los átomos de carbono procedentes de la fotosíntesis pasan poco a poco en los organismos vecinos.

De alguna forma, la Tierra es un circuito cerrado. En palabras de Lavoisier: "Nada se pierde, nada se crea, todo se transforma". La cantidad de carbono presente en nuestro planeta no es entonces tan relevante, la pregunta sería más bien en qué forma se encuentra y dónde. Las actividades humanas alteran un delicado equilibrio: el carbono almacenado durante millones de años en forma de combustibles fósiles, tal como el petróleo, es extraído de las capas profundas de la Tierra en pocas décadas para ser liberado en la atmósfera en forma de dióxido de carbono.

Lo mismo ocurre con la deforestación, cuando el carbono contenido en los árboles es liberado en el aire una vez los arboles son cortados o quemados. Por lo tanto, estamos vaciando los sumideros de carbono.

Los océanos en el corazón del clima
Solíamos calificar la selva amazónica de “pulmón verde”. Recientemente, los científicos se han dado cuenta de que los océanos desempeñan un papel igualmente importante, en calidad de sumideros de carbono y proveedores de oxígeno. Se habla ahora de bombeo o bomba de carbono. 
Desde una perspectiva mecánica, el dióxido de carbono se disuelve de forma natural en los océanos. El fitoplancton transforma el CO2 en O2 por medio de la fotosíntesis, y muchos organismos planctónicos son también capaces de transformar el CO2, no en forma de glucosa pero sí en carbonatos (más simplemente, la tiza). Algunos protistas producen una concha calcárea que se hunde hasta el fondo cuando el organismo muere. Lo mismo se aplica a todos los organismos marinos, sumideros de carbono en miniatura; sus cadáveres y residuos se depositan en el fondo oceánico para formar lentamente los sedimentos que almacenan el carbono lejos de la atmósfera. Igualmente, los corales generando secreciones carbonosas son reservorios de carbono.

Así, los océanos y sus habitantes no sólo absorben la mayor parte del calor causado por el calentamiento global y proporcionan oxígeno a la atmósfera: se estima que también han absorbido un tercio de las emisiones de CO2 relacionadas con las actividades humanas, en forma de carbono disuelto o mineral.

Un delicado equilibrio
Este gigantesco sumidero de carbono podría volcarse en contra nuestra si el equilibrio de este sistema se rompiera. Es lo que teme la comunidad científica. El calentamiento global está empezando a mostrar los límites del bombeo del carbono oceánico: El aumento de las temperaturas reduce la disolución del CO2 en el agua  y la capacidad de almacenamiento de los océanos: esta dista de ser infinita, podría alcanzar su punto de saturación, y disminuir drásticamente.
Peor aún, el sumidero podría convertirse en fuente de carbono, convirtiéndose en una verdadera bomba de tiempo. Otra consecuencia: el aumento de las temperaturas obliga algunas especies planctónicas a migrar para hospedarse en zonas más frías, rompiendo un fino equilibrio que ha imperado por millones de años.

Finalmente, un último descubrimiento inquietante: la acidificación de los océanos. Debido al aumento de la concentración de dióxido de carbono, los océanos se están volviendo más ácidos, con un impacto todavía mal conocido sobre el plancton y los corales, pero que sin duda afectará el sano desarrollo de un gran número de especies, con un riesgo creciente de alterar el equilibrio del bombeo del carbono oceánico.

Para investigar estos impactos y buscar posibles soluciones, debemos en primer lugar comprender a cabalidad los mecanismos de la bomba de carbono: cuáles son los organismos implicados, cómo participan, cuáles son las consecuencias del aumento de las temperaturas, de la acidez o de la concentración de CO2, etc.
Resulta muy posible que algunas de las respuestas se encuentren ahora en los congeladores de Tara.

Yann Chavance

11/12/2013

A secas


Tara en mantenimiento. Julien Girardot/Tara Expéditions
Después de más de 6 meses en el Ártico, a menudo en condiciones difíciles, debemos proceder a la revisión y al mantenimiento completos del barco, así como a su preparación para las expediciones por venir.

Esta semana, desmontaremos las instalaciones científicas establecidas para Polar Circle y desembarcaremos las muestras recolectadas. El barco se esta vaciando poco a poco, comenzamos a ver la situación con más claridad. Ya hemos desarmado las velas y las hemos mandado a la velería para su revisión.

En enero, el barco saldrá del agua para un chequeo completo a manos de nuestra sociedad de clasificación, el Bureau Veritas. Este control completo se realiza cada 5 años y abarca absolutamente todo, de los fondos del barco hasta los altos, pasando por los motores, la electricidad, los circuitos y ductos, los equipos de  seguridad.

Aprovecharemos el estar fuera del agua para dar lustre a las obras vivas puestas al desnudo por 6 meses de hielo ártico. Se desmontarán también las derivas para renovar el sistema de calado lateral. Los motores pasarán por el mantenimiento periódico de las 10 000h, control de culatas, turbo, refrigerantes, etc.

Es el precio a pagar para que las expediciones se desarrollen sin problemas técnicos. Un mantenimiento continuo y una atención preventiva son la clave para el éxito de las expediciones en zonas hostiles y remotas.

Loïc Vallette, capitán de Tara

07/12/2013

De regreso a Lorient

Tara de regreso a Lorient. Caroline Tattevin/Tara Expeditions 


Este sábado 07 de diciembre 2013, Tara ha regresado a Lorient, su puerto de explotación. Ello marca el final de la expedición Tara Oceans Polar Circle: una vuelta completa al Océano Árctico, 25 000 kilómetros en 200 días, y una recolección de más de 5000 muestras en bodegas.

El viernes por la mañana, avistamos la costa bretona y sábado a medio día, anclamos frente a la isla de Groix, cercana a Lorient. Una parada necesaria para recibir a bordo Romain Troublé y agnès b., acompañados de los técnicos que instalaran los proyectores que iluminara nuestra llegada de noche.
A las 17:00, prendemos los motores et nos encaminamos a Lorient. Algunos barcos nos acompañan y tocan bocinas. Una lancha rápida se acerca y nos entrega el ultimo tripulante, Loïc Vallette, uno de los tres capitanes de la expedición.

Los proyectores inundan la goleta de un halo azulado, “el azul de los glaciares” según un marinero, una nota acertada al regresar de un viaje alrededor del Polo Norte. A bordo, la emoción crece. El primer aplauso de una multitud cantando el nombre del barco viene en aumento a medida de nuestra progresión.

Exactamente a las 18.30 horas, llegamos al muelle en un ambiente festivo. Excepcionalmente, todo el puerto de yates se ilumina y más de un millar de habitantes están en los muelles. El presidente de la zona urbana de Lorient, Norbert Metairie, da la bienvenida formal a Tara junto a agnès b, Etienne Bourgois, y su equipo.
Se ha completado la vuelta al Árctico. Pero no es el final. Vienen otras expediciones.

Yann Chavance