31/01/2011

Recuerdos de la Antártida.


© V.Hilaire/Tara Expéditions


Esta misión en la Antártida está por concluir y estamos anclados en Puerto Williams (Chile) desde el viernes; He aquí algunos recuerdos, imágenes, aspectos más destacados de este viaje que impactaron nuestro equipo. La mayoría de nosotros nunca había estado en el extremo sur del planeta.
Amélie Betus, cocinera (33 años)
"Para mí, la Antártida es ante todo una sensación de frío en la cara. El reencuentro con el elemento hielo (Amélie ya cuenta con una invernada ártica), icebergs y el sonido de las pisadas en la nieve.
En particular aprecié la Isla Seymour (Marambio) con todos sus fósiles. Yo no sabía que este continente blanco había sido una vez cubierto de árboles en algunos lugares.
Me hizo falta la presencia de los osos; no hay aquí. Tampoco hemos visto depredadores de esta clase en la Antártida. Es más pacífico; en el Ártico puedes ser una presa, tanto como en el Sur profundo, el principal depredador es el hombre. Vimos algunas "huellas" del hombre en  Deception Island, donde hay vestigios de antiguas estaciones balleneras.”

François Noël, jefe de máquinas (62 años)
"Es bonito, verlo vale la pena, pero yo esperaba ver mucho más animales. Creo que hay que ir   una vez por curiosidad, pero personalmente no pasaría mis vacaciones allí. El lugar que más me gustó fue el anclaje de Brown Bluff, donde lamentablemente se ha perdido el ancla. Había un montón de pingüinos; uno va allá para ver esto".

Alain Giese, segundo capitán  (51 años)
"En la Antártida, me sentía como en otro planeta. Es un mundo mineral, de hielo, de viento. Vimos ballenas jorobadas casi al costado de Tara. Los pingüinos son a veces divertidos, a veces preocupados, con actitudes muy humanas. También me arrepiento de no haber visto más animales.
El continente blanco es un mundo duro, las estaciones abandonadas que visitamos estaban muy austeras. No me puedo imaginar cómo hombres podían vivir en estas condiciones.
Es una experiencia única, nos hacemos preguntas sobre el continente que representa el 70% de las reservas de agua del planeta, y sólo vimos algunas facetas”.

Baptiste Régnier, marinero polivalente (28 años)
"Yo quería ir allí desde hace mucho tiempo, sobre todo porque pasé mucho tiempo en Argentina y Chile, en la puerta del continente blanco. Es hermoso, bonito, pero un mes es demasiado corto. Tengo ganas de volver, tomar más tiempo. Gozar más estos paisajes de locura. Te apantallan totalmente. ”.

Marc Picheral, Jefe de misión (47annos)
"Estaba soñando con ver tabulares, eso da una idea de la inmensidad de estos grandes glaciares que caen al mar, y que, después de romperse, hacen estos icebergs. Todos estos bloques tienen diferentes edades, se puede ver por su variedad de colores.
Uno de los momentos fuertes que recordaré, es aquella estación científica que realizamos en el mar de Weddell, donde mientras recolectábamos microorganismos marinos veíamos ballenas a unos pocos cientos de metros. Uno tenía la impresión de que toda la cadena alimentaria estaba allí.
En comparación con un viaje en las Kerguelen, he encontrado que había poca vida aquí. La pingüinera de Brown Bluff fue realmente extraordinaria. Tuvimos poca luz, lo poco que hemos visto de los asentamientos humanos fue sórdido, pero no hemos visitado la base científica.
En cuanto a navegación, hemos escapado del mal tiempo, fue bueno. "

Mike Lunn, oficial de cubierta (40 años)
"Es realmente fantástico. Todos los lugares son interesantes, pero he disfrutado en particular de la isla Dundee. Sin embargo, yo esperaba ver mucha fauna. Si tengo otra oportunidad, me gustaría volver, fue realmente demasiado breve”.

Roland Heilig, director de investigación en el Genoscope (63 anos)
"No he tenido la oportunidad de pisar tierra en Brown Bluff para observar las pingüineras. Con excepción de las ballenas jorobadas, vimos muy pocos mamíferos marinos. Al igual que Thomas, guardaré una imagen de desolación; me resulto duro el clima. Nevó mucho, no hacía mucho frío, pero con el viento, la sensación de frío se siente amplificada. Es sin duda una experiencia inolvidable, me gustaría conocer el otro lado de la península, la costa occidental y el pack de hielo que no hemos podido ver. Pero para eso, se debe ir en un rompe-hielo".

Thomas Lefort, biólogo (32 años)
"La isla de Seymour, fue algo genial En general, lo encontré muy árido. La Antártida me dejará recuerdos de colores en blanco y negro. Es mejor amar estos colores en otros lugares. Todo esto da una atmósfera de desolación a esta tierra. "

Hervé Bourmaud capitán de Tara (39 años)
"En el mar de Weddell, tuve una sensación de grandeza, de estar en un mundo de otra dimensión con todos estos grandes témpanos tabulares. Otro planeta. Un santuario. Además, todos estos icebergs tienen una historia, quizás a veces milenaria.
Más, la Antártida, para mí es una biomasa particular que hemos muestreado bien. Una gran proporción de ciertos organismos, pero una baja biodiversidad. Esto no impide que las ballenas se  alimenten copiosamente, como en la estación que hicimos en esta polinia. El haber podido trabajar en tal entorno es una gran oportunidad. El Mar de Weddell es un lugar todavía poco visitado, y aún protegido por su congelación.
Otro recuerdo, es nuestra escala histórica en Seymour, la isla de los fósiles. Tara ya había estado allí con otros capitanes, como Jean Collet. Y con Sir Peter Blake, cuando Tara se llamaba Seamaster.
Realmente hemos vivido un mes rico en todos los aspectos, historia, biología marina, geología, vida salvaje, y para mí siempre es el mismo placer de navegar con Tara. La idea de los arquitectos que construyeron Tara cobra aun más lógica aquí.
Lamento no haber tenido tiempo de ver algo de la costa oeste, pero tuvimos la oportunidad de visitar lugares como Deception Island. Anclar en un cráter no es común, es un lugar fascinante. En estos lugares, es como vivir un cuento de Julio Verne".
Entrevistas hechas por Vincent Hilaire.

Doblar el Cabo de Hornos


© V.Hilaire/Tara Expéditions
Primero, una masa oscura en un cielo gris. Un promontorio sobre el océano. Es el fin de la tarde en Tara, y estamos a treinta millas del mito. Poco a poco, al avanzar a más de ocho nudos, se divisa la costa chilena alrededor del Hornos. Un tropel de acantilados, rocas, montañas y picos bajo las órdenes del maestro de estos lugares.
Primeras fotos tomadas desde la borda, entre dos gotas de lluvia, como a escondidas. Pero aún estamos lejos.
Después de la cena, el maestro se hace más imponente; Vemos ya un faro a su derecha. Un destello blanco cada diez segundos. Pensar en los miles de barcos y veleros que navegaron al pie des estos cantiles, batallando a veces durante días contra la corriente para cruzar la punta más austral del mundo, me hace apreciar aún más este instante. Pero con Tara, esta noche vamos exactamente donde queremos ir. Hoy, no es el gigante de piedra quien dictara su ley.
Como la tradición manda, para graduarse del Cabo de Hornos, se debe cruzar la línea de oeste hacia el Este; O lo contrario. O sea del Atlántico al Pacífico; O viceversa. Como hacemos ruta hacia Puerto Williams, hacia el Este, entonces será de Oeste a Este.
Son casi la medianoche, estamos tal vez a quinientos metros del lugar que todos los marineros del mundo temen y veneran tanto. Para celebrar, se descorcha una botella de champaña. Como en las imágenes del Vendée Globe o del Trofeo Jules Verne, unas cuantas burbujas explotan en los vasos, para marcar la ocasión. Nos tomamos la foto tradicional con el Cabo de Hornos de fondo.
Estoy especialmente emocionado porque estoy concretando  un nuevo sueño. Sin compararme a los marineros de antaño quienes vencían este paso a dura lucha, arriesgándose la vida en  las tormentas,  estoy saboreando el momento.
Pasar el Hornos por primera vez, es cruzar una puerta de la historia marítima, y también de la propia historia de uno. Tara nos carga con quietud,  avanzando tranquilamente en la noche. Gracias Tara. Es un poco estúpido, este paso marca un cambio de algo, y sin embargo lo hacemos sin esfuerzo, al motor, champaña en la mano.
Esta mañana el Canal de Beagle esta bañado por la luz, el cielo es azul. Un hermoso día comienza. Son apenas las once de la mañana cuando llegamos a Puerto Williams, el final de esta etapa.
La impresión de que este mes de misión en la Antártida sólo duró unos días se refuerza en las mentes. En Puerto Williams, estamos claramente de regreso en otro mundo; Menos luz durante  el día, pero las temperaturas son más altas. Es muy verde, como una primavera que brota. Probablemente porque no hemos visto árboles durante un mes.
Saldremos de aquí el 2 de febrero para cruzar los canales de Patagonia hasta Puerto Montt.
Vincent Hilaire

26/01/2011

Tara deja Deception Island


© V.Hilaire/Tara Expéditions

Este martes por la mañana, hemos abandonado el cráter de este volcán dormido donde estuvimos fondeados tres días. El viento se había calmado, el agua muy clara, apenas arrugada. Algunos pingüinos barbijo saltaban fuera del agua a nuestro alrededor. Merced a un techo del cielo más alto, podíamos ver todo el circo de montañas que forman las laderas del volcán.
Dos cruceros (cruisers ships) estaban anclados, con su tradicional ballet de inflables descargando  grupos de turistas en las playas más cercanas. Una luz suave, ligeramente amarilla, bañaba el lago apacible.
Al igual que para venir aquí, seguimos el paso para salir de la isla. Pero los riscos de la entrada norte nos parecieron menos hostiles que hace unos días, cuando aterrizábamos aquí con viento, mar formado y tormenta de nieve. Comparado al anclaje anterior, en Brown Bluff, habremos visto pocos pingüinos en Deception Island.
Estamos bordeando ahora "Snow Hill",  y de vez en cuando en la niebla, divisamos la cresta  de la península en nuestro babor. Ambos motores están en marcha, con un rizo en el trinquete y ninguno en la mayor. Poco viento, de  apenas seis nudos. En los próximos días se espera un flujo de suroeste girando luego hacia norte. Veinte a treinta nudos.
Con Snow Hill, es la puerta de la Antártida  que se cierra detrás de nosotros. En las conversas en  cubierta después del desayuno, tanto Hervé Bourmaud, nuestro capitán, como Edouard Leymarie, uno de los seis científicos a bordo en este tramo, me confiaban su deseo de regresar algún día para descubrir mas del continente blanco. De los catorce a bordo, fue una primera vez para trece de nosotros. Muchas imágenes y recuerdos se remueven ya en nuestras mentes. Muchas ganas nuevas también, como la de explorar la costa occidental de la península que finalmente no hemos visto para nada. Nuestro tiempo se estaba acabando.
Nos preparamos para cruzar el Drake. La llegada a Puerto Williams está prevista para el próximo sábado. Los vientos anunciados en el Canal de Beagle pueden hacer de nuestra llegada y anclaje algo delicado.
Vincent Hilaire

25/01/2011

Anclado en la isla Decepción.


© V.Hilaire/Tara Expéditions

25 enero 2011
Hervé Le Goff
Estamos anclados en la isla Decepción. Es un lugar mágico; estamos dentro de un antiguo cráter inundado por el mar. En la orilla frente a Tara, se pueden ver volutas de humo que indican actividad volcánica dormitando debajo de nuestra ancla. Estamos aquí esperando una ventana de buen tiempo para cruzar el paso de Drake,  en el camino de regreso a Tierra del Fuego (América del Sur). Hoy, Tara emite vibras de final de viaje, aunque mañana, con seguridad, batallara en la “bastón” (tormenta).
Estoy leyendo nuevamente "Antarctide", el bello libro de Yvon Le Corre que narra el paso de nuestra nave, entonces bautizada ”Antártica”, en estos mismos lugares, la isla Decepción, hace casi 20 años con Jean-Louis Etienne. Yvon el pintor cuenta con su texto y sus acuarelas hermosas lo que tenemos ante nosotros. Nada ha cambiado en estos paisajes teñidos de nieve y roca, y la figura estilizada de la goleta en el ancla nos resulta, por supuesto, familiar. En el juego de las comparaciones, sin embargo, vemos que las ruinas de la base ballenera han sido limpiadas de objetos contendientes para los turistas que desembarcan de los cruceros hoy en día. Incluso los simpáticos restos del avión naranja desaparecieron, probablemente vistos como un sumo peligro para los inconscientes quienes allí se hacían retratar. La Antártida aseptizada, lista para consumir, con riesgo cero, en los cruceros que ofrecen las agencias de viajes "polares".
El libro de Yvon, para los veteranos de la Antártida, trae los recuerdos de los amigos perdidos, Didier, Eric. En resumen, mi alma es nostálgica, en esta tarde de nieve de salida de la Antártida. Vuelvo a pensar en viajes anteriores, en los buques grandes de trabajo en calidad  de ingeniero científico,  y a bordo de veleros navegando con amigos y familiares, con cada vez un sabor diferente e inolvidable. Recuerdo las imágenes poderosas de nuestra misión actual en el medio de la nada en el pack del Mar de Weddell. Y entonces la pregunta: ¿cuándo será la próxima vez?
Hervé Le Goff,  ingeniero de investigación en el laboratorio LOCEANS / CNRS-UPMC

22/01/2011

Destino Decepción

© V.Hilaire/Tara Expéditions
Este sábado, el despertar a las 3 am: después de recuperar el ancla, hemos zarpado con destino a Antartic Sound para una estación científica prevista desde hace varios días.
Mientras Tara se deslizaba hacia su nueva misión en un agua apenas marcada por una leve ondulación,  a lo lejos los pingüinos ya estaban trabajando. Como de costumbre, se movían en grupos de una docena de individuos, probablemente en busca de alimento. El alba era de oro, con retazos de cielo azul y nubes rosa pastel. Todos, o casi, estaban en cubierta para observar o fotografiar estas instantáneas. Poco a poco el sol se elevaba en el cielo y los icebergs se pintaban de sus colores. Momentos inolvidables para toda la tripulación. Parecía que Antartic Sound se esmeraba en lucir sus mejores encantos como regalo de despedida.
Alrededor de las 3:30, estábamos en la zona de la estación. Marc Picheral, nuestro jefe de misión y el equipo de científicos, Céline Dimier-Hugueney, Hervé le Goff, Roland Heilig, Thomas Lefort et Edouard Leymarie  se pusieron en movimiento. Una vez más, como en la estación anterior, todo se hizo manualmente, estilo "vieja escuela", como repitió Marc, motivando las tropas. El primer instrumento en sumergirse fue la CTD, 130 m de cuerda sueltos a mano. Pero lo peor estaba por venir: el ascenso. Cada quien tomo su turno al winch, pero rápidamente, dada la magnitud de la tarea, se uso el winch eléctrico de popa. Se lograron diez inmersiones, ¡una hazaña! Trabajar a mano en este frio amerita honores.
La estación terminó a eso de las 10 de la mañana; nos dirigimos ahora hacia la Isla Decepción, una isla volcánica cuyo cráter colapsado ofrece un anclaje muy protegido, excepto por  vientos  del sureste. Tara avanza en un flujo de veinte nudos de viento, bajo trinquete y trinquetilla. Volvemos a encontrar el mar después de pasar varios días en islas rodeadas de hielo. Sera en la isla Decepción que esperaremos una ventana de buen tiempo para volver al Paso de Drake y llegar a América del Sur y Puerto Williams. Si las condiciones lo permiten, se hará una última estación "a la antigua” en el Drake.
Vincent Hilaire

19/01/2011

La isla de los fósiles

Marambio 64 ° 06 Sur, 56 ° 41 Oeste. Nos hemos quedado veinte horas en este anclaje. Ayer por la noche después de nuestra llegada, las montañas alrededor se cubrieron de nieve.


La visita en tierra de hoy ha cumplido todas sus promesas: el piso de Marambio está sembrado de fósiles y charranes antárticos que allí anidan.

En la punta norte de la isla, algunas tiendas rojas y amarillas de un campamento. Cuatro geólogos argentinos y españoles en una misión de un mes. Su campamento está instalado en una pequeña meseta frente al mar. Cuando llegamos anoche, fue la sorpresa del día para ellos. Ellos están aquí desde el pasado 22 de diciembre, hasta el 25 de enero. Su campamento está formado por tiendas de campaña, de las cuales una es su lugar principal de vida. Climatizada, con una mesa, sillas, nevera y cocina de camping. Un lugar donde comer y trabajar.

Ellos están a cargo, por cuenta del Instituto Antártico Argentino y del Instituto Geológico y Minero de España, de hacer un mapa de la isla y un estudio de los suelos. Esta isla es muy antigua, sus orígenes se remontan a la creación de la Península Antártica. En el momento de la separación de América del Sur y del Continente blanco, separación que formó el Paso de Drake. El estudio de esta isla es de suma importancia para entender mejor este periodo que data de hace millones de años.

Sergio, Elisabet, Manuel y Francisco "Paco" nos han servido un buen té, y compartimos unos minutos. Se quejan de la ausencia de sol desde su llegada. A parte de uno o dos días, han tenido un clima nublado y frío. Esta es su cuarta misión en Marambio. Y como cada vez, vinieron aquí en avión. En la meseta arriba de su campamento, hay una pista donde pueden aterrizar aviones militares de carga. Una vez en la pista, cuando llegan a su lugar  de estancia,  deben establecer su campamento de una decena de tiendas. Estaban contentos con nuestra visita; Eso les sacó un poco de su rutina encerrada. Sergio, el bonaerense, se recordaba bien de la visita anterior de Tara, en 2005, había escaladores a bordo.

Después de este agradable encuentro, ya  era tiempo para nosotros de volver a bordo. Dejamos nuestro anclaje a mediados de tarde para regresar a Antartic Sound,  donde tendrá lugar una nueva estación, la quinta desde que salimos de Ushuaia, en  horas que vienen. También es probable que nos anclemos esta noche frente a la base argentina "Esperanza".

Por ahora, la avería del generador que alimenta el cabrestante no se ha resuelto; Numeroso correos electrónicos y llamadas telefónicas con la tierra para tratar de encontrar su origen.

Vincent Hilaire
(19/01/2010)
H.Bourmaud/Fonds Tara

Salida de la isla Dundee


Ayer por la mañana Tara dejó la isla Dundee en el Antarctic Sound. El fiordo no estaba bloqueado por el hielo, por lo que nos pudimos extraer fácilmente. Después de unas quince millas,  estábamos ya prácticamente en aguas abiertas en medio de algunos icebergs.


Es en este nuevo claro de hielo que nos topamos con tres orcas, un lobo marino, además de unos cuantos pingüinos. Desde nuestra salida de Ushuaia no habíamos visto este tipo de alerón. Ningún parecido con las formas redondeadas, como si fueran olas, de las numerosas ballenas jorobadas vistas en los últimos días. No, eran realmente de otra forma, más cercana a la de la aleta de tiburón. Entre dos respiraciones en la superficie, de los flancos blancos y negros hemos estimado a cinco metros el tamaño de estos ejemplares.

Es un poco más lejos, en medio de un campo de icebergs bastante espaciados, que se inició la tercera estación en el Mar de Weddell. Una estación completamente diferente a las anteriores. Debido a una falla del GE 2, el generador más poderoso que alimenta el cabrestante de inmersiones, científicos y marinos han tenido que trabajar de otra manera. Imaginar, con los recursos restantes, otras opciones de lanzamiento. Lo sustituyo el winch eléctrico ubicado en popa babor para subir redes e instrumentos. Fue entonces una estación más reducida que de costumbre.

Principalmente redes de superficie con la grúa lateral, y una CTD. Todos los instrumentos estando  conectados a una cuerda y no a un cable, las inmersiones se hicieron manualmente y las subidas con el winch. La profundidad de la DCM,  la capa subacuática donde prospera el fitoplancton se estimó en 20 metros. Estas inmersiones se realizaron en fondos de hasta 500 metros. Desde las primeras redes levantadas, se cosecharon grandes cantidades de diatomeas (fitoplancton).  Las diatomeas son microorganismos típicos de estas aguas frías.

La tripulación no se dejo afectar por esta falla y esta estación ha tenido éxito merced a los otros medios a bordo. La floración de diatomeas también permitió dar cuenta que habíamos salido del Sound, y que se trataba de las aguas características del Mar de Weddell. Desde el inicio de esta falla, el jefe mecánico François Noël, y Baptiste Régnier, marino polivalente, trabajaron sin parar un segundo.

Hoy lunes por la noche, nos estamos dirigiendo a 26 millas náuticas hacia el suroeste para sondear  los fondos alrededor de la isla Marambio. También nos brindará anclaje para resguardarnos de los vientos de sureste que barrerán nuestra área en las próximas horas.

Vincent Hilaire (18/01/2011)
Antarctic Sound © Vincent Hilaire / Fonds Tara

En la tierra de los pingüinos


Apenas pisando la orilla, los pingüinos acuden en pequeños grupos. Curiosos, intrigados. Después del primer impulso, se quedan estáticos. Casi se les oye decir: “¡Pero finalmente no nos conocemos!" De todos modos, respetando el tratado Antártico, no nos acercamos a ellos.
Al igual que para nosotros los seres humanos, parece que hay "líderes" en estos pequeños grupos de tres o cuatro individuos como máximo. Si el líder se lanza al agua, a menudo se le sigue.  Cuando el líder duda, se espera. Parece que los pingüinos pasan por fases de indecisión, ellos también.



Este sábado por la tarde, pudimos observar pingüinos Adelia, los más pequeños. Y también unos pingüinos Papúas y un pingüino Real. Inmediatamente se entiende por qué se llama así;  Es el más grande, de porte altanero, y sobre todo con un collar de color naranja, dándole un aspecto muy distinguido. No hay chance de que "los otros" vengan a molestarlo: con un grito inequívoco él les manda de volado a otras playas.


Estos bípedos en esmoquin son elegantes, es una certeza, y su "contacto" trae paz, serenidad, respeto. También hay que decir que llevan un ritmo muy tranquilo, o sea acostados de barriga,  o sentados en sus dos patas, con la cola que les sirve de muleta.


Ciertamente tienen aletas en lugar de manos o brazos, pero yo francamente encuentro que el uso de la palabra “manco” (“manchot”) en francés, es algo injusto para estos pájaros apacibles quienes caminan cantoneándose en tierra pero que nadan mejor que cualquiera de nosotros.


Vincent Hilaire


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Para más información: La fauna antártica (fuente CNRS)


Mientras la población de muchas especies disminuye, tales como el pingüino Emperador, el pingüino saltarrocas, el albatros de ceja negra y el elefante marino, otras especies, sin embargo, "aprovechan" la evolución climática para estabilizarse en un numero de población mayor que antes. Este es el caso del pingüino Real, o del lobo de mar. Algunas especies no muestran  tendencia significativa, tal como el Fulmar por ejemplo.


Un reciente informe de WWF menciona que las poblaciones de pingüinos han disminuido en general en las últimas décadas. El deshielo ha destruido un número de sitios de anidación y el acceso a los alimentos. La disminución del krill, por la reducción de la banquisa a lo largo de la Península oeste, habría mermado las poblaciones de pingüinos Barbijo entre 30 y 66%. El número de pingüinos Adelia ha caído alrededor del 65%  en 25 años. En Tierra Adelia, en  espacio de nos cuantos años solamente, en los 70, el tamaño de la población de pingüinos Emperador se ha reducido a la mitad. Desde entonces, no hay aumento en un número que se mantiene estable en promedio, a pesar de variaciones interanuales algo fuertes.


En las islas sub-antárticas, en las islas Kerguelen por ejemplo, donde la temperatura media ha aumentado 1,3 ° C en 50 años, la mosca azul de nuestras regiones ha comenzado a colonizar la isla principal,  en referencia a observaciones hechas en los años 80, ejerciendo una presión cada vez mayor sobre las especies locales que no tienen alas.


Vincent Hilaire


(17 -01- 2011) 


© Vincent Hilaire / Fonds Tara

18/01/2011

Tara anclado en la Antártida


Desde ayer al final de la tarde, Tara está anclado frente a la base científica argentina abandonada "Petrel". Esta antigua base se ubica en la isla Dundee, en el fondo del Antártida Sound, un brazo de mar salpicado de bloques de hielo entre los cuales la goleta se coló para llegar allí, después de una navegación de treinta horas.

Desde alta mar, al acercarse al continente blanco, lo primero que volvimos a ver fueron glaciares tabulares, y luego, a medida que aumentaba el numero de cubos de hielo en el agua, las montañas aparecieron;  La tierra; La isla Joinville y luego la isla d 'Urville. Sus cumbres se confundían con el cielo. Poco a poco, Tara redondeada hacia el Oeste y el Suroeste. Nos adentrábamos en el Sound cuyas riberas se estrechaban.

La belleza de este lugar da vértigo. Thomas Lefort, uno de los biólogos embarcados, "no encontraba palabras". De borda a borda de Tara, es un desfile de panorámicas que compiten en belleza. Con excepción de los marinos dedicados a la maniobra, la tripulación entera padecía fiebre digital. “¿Viste los pingüinos?”. “¿Viste este iceberg azul? " Éramos todos como niños. Y esta sensación de vivir un momento único duró hasta soltar el ancla de Tara al agua.

Una vez Tara inmóvil, frente a nuestros ojos, montañas escarpadas, glaciares en forma de domo y, en el medio, un agua color verde. Antartic Sound es un fiord poblado de muchas colonias de pingüinos papúas y Adelie. Un lugar de una serenidad comunicativa donde sólo se escucha el viento cantar, que llena uno de una paz indecible. A ambos costados de este estrecho, de unos  cientos de metros donde estamos anclados, unas rocas gigantes puestas en el agua rodeadas de icebergs: como Ayers Rock en Australia, sin la arena...

Cuando la primera parte de la tripulación aterrizó en la isla en un bote inflable, hubo un momento de recogimiento. Cada quien avanzaba a pequeño paso. Y luego, algunos saltaron de alegría: ¡La Antártida! ¡“Terra Incognita”! Un comité de bienvenida de pingüinos Adelie se acercó para no perder ni una miga del evento. Pocos barcos anclan aquí. Desde la clausura de la base en 2006, de juzgarse por los últimos documentos dejados en las paredes, las visitas escasean.

Frente a esta playa de arena gris, Tara es inmune a los vientos del suroeste que se fortalecerán en las próximas horas. Tan pronto como las condiciones lo permitan, la idea es siempre la de hacer una estación de poca profundidad en el Mar de Weddell. En su lado Este, el Antartic Sound ofrece un acceso natural a Weddell. "Se podría también programar una estación en el Antarctic Sound” para Marc Picheral, nuestro jefe de la misión.

Todavía hoy, habrán mas idas y vueltas a la isla Dundee, y nuevos encuentros con los pingüinos. Ostentan una actitud muy pacifica;  Observarles en libertad es un momento de rara belleza.

Vincent Hilaire  (14-01-2011)

© B.Regnier/Fonds Tara

Rumbo a Antarctic Sound



Han pasado dos días desde que salimos del claro de hielo donde realizamos nuestra última estación en el Mar de Weddell. Después de volver a surcar aguas abiertas, al día siguiente hemos  bordeado el pack * hacia el oeste, en busca de fondos de 300 a 400 metros, para una nueva estación en la plataforma continental.


Este cabotaje al borde del hielo fue una oportunidad para nuevos encuentros con las ballenas jorobadas. El cielo era gris, el viento frío, con un poco de nieve.

A fin de día, después de habernos dejado derivar por la noche, y las condiciones meteo evolucionando hacia más viento, Hervé Bourmaud,  nuestro capitán, finalmente ha decidido regresar en aguas abiertas; El pack había avanzado también hacia el Norte, acercándose paulatinamente.

Tuvimos entonces que regresarnos para encontrar nuevos corredores hacia el Este y Noreste. Progresábamos con el radar en el laberinto, sabiendo que la puerta de salida no estaba lejos. Una vez fuera del hielo, después de varias horas de slalom, el viento se estableció a 45 nudos. Crestas de tres metros. Con témpanos de hielo ocultos por las olas, fue una navegación delicada…

Avanzábamos con motor y trinquete solamente. Hasta las cuatro de la mañana, hemos progresado así, antes de izar las velas y virar hacia el Oeste,  hacia la Península Antártica.

Mañana por la mañana, después de franquear las islas d’Urville y Joinville, deberíamos alcanzar Antartic Sound por el Norte. Todavía tenemos 140 millas por recorrer. A parte de Hervé Le Goff, ingeniero oceanógrafo, todos vamos estar descubriendo por primera vez la costa oeste de la Península Antártica. Vamos a ponernos a resguardo por tres días durante el paso de una nueva depresión, siempre con la esperanza de poder luego realizar esta estación en la plataforma continental. Este estrecho nos da acceso meridional al mar de Weddell.

A bordo, todo el mundo aprecia este período de transición antes de la próxima estación. Es un poco menos frio afuera; el agua de mar que es el regulador de nuestro clima es de 1 ° Celsius. Cada quien archiva, guarda, y viene preparando lo que sigue.

Esta noche, el mar (que todavía estaba fumando ayer por la noche bajo la acción del viento), es de aceite. No hay una pisca de aire. Vemos algunos icebergs alrededor. Después de la noche pasada, bastante agitada, que privó nuestros organismos de una verdadera recuperación, las próximas horas permitirán que todo el mundo recupere un poco antes de las próximas "citas" científicas.

Esta incursión en los hielos del mar de Weddell  permanecerá de todas formas en la memoria de todos. Fue una expedición dentro de la expedición. Un gran golpe de suerte también para la ciencia, dadas las benévolas condiciones que hemos disfrutado durante 24 horas antes de esta degradación.

Una buena estrella sigue protegiendo Tara.

Vincent Hilaire (13-01-2011)

* Pack: Témpanos de hielo flotantes desprendidos de la banquisa.

© V.Hilaire/Fonds Tara

Tara de nuevo en aguas libres

Dentro de unos días, habrán pasado casi tres años desde que usé el mismo encabezado, cuando habíamos terminando la deriva del Océano Ártico. Fue la misión anterior, “Tara Artic ".

Por supuesto, ayer, nuestra salida del claro de agua libre en medio del hielo, no tiene nada que ver con el final de la deriva. En este entonces, habíamos luchado durante casi 24 horas para extraernos de los hielos; Aquí, se resolvió en apenas dos horas.

Pero esta incursión en el hielo del mar de Weddell, el domingo, fue suficiente para recordarnos la belleza y el poder del pack. Una tierra de nadie, donde uno debe estar atento al más mínimo movimiento del viento.

En esta bahía por más de 64 ° Sur, el equipo de científicos fue capaz de lograr una estación excepcional, una estación de hielo. Trece inmersiones de instrumentos han tenido éxito, a pesar de un slalom casi permanente entre los hielos. Se auscultaron dos profundidades diferentes para esta estación la más al Sur de toda la expedición Tara Oceans. Y las muestras habrán permitido caracterizar esta vida abundante, desde bacterias hasta larvas de peces.

Para nuestro jefe de misión Marc Picheral, ninguna ambigüedad: "lo que estamos haciendo aquí en un velero de 36 metros, en esta latitud, es único." Desde la primera vez que se subieron las redes, Marc estaba especialmente satisfecho; Los colectores  desbordaban de diatomeas; Fitoplancton, cuya presencia en cantidad confirmaba que bien estábamos en una biomasa fría  y polar.

Aún más, estábamos en el corazón de una despensa gigante; A nuestro alrededor las aves evolucionaron en cantidad (Petreles del Cabo, unos snow petreles, fulmares antárticos, petreles gigantes), así como pingüinos de Adelie, y, mención especial, tres ballenas jorobadas hermosas. Considerando las cantidades de krill y el tamaño de las gambas rojas en nuestras redes, se entiende mejor las razones de su prolongada presencia en estas aguas.

Hemos empezado la estación a eso de las 7 de la mañana, terminamos a las 17.30, antes de negociar un paso entre los cubos para dejar esta bahía de agua libre casi asediada por el tempano. El pronóstico del tiempo anunciando vientos de suroeste de alrededor de 30 nudos en nuestra área, debíamos apresurarnos en caso de que el hielo nos encerrase.

Seguimos el rumbo contrario al de nuestra llegada,  levemente más al oeste. En esta lengua de hielo que parecía densa e impenetrable en los binoculares, poco a poco se abrían aperturas y pasos. Al igual que en el Ártico, yo estaba en la proa de Tara, conectado por VHF a nuestro capitán, Hervé Bourmaud, al timón. Serpenteábamos en un laberinto de icebergs que se despejo paulatinamente en unas veinte millas.

Esta mañana, lunes, tenemos entre 20 y 25 nudos de viento, nos dirigimos hacia el oeste por el  babor del pack, pero en aguas abiertas. Nos alivia habernos extraído de las fauces del hielo en el momento oportuno.

Esperaremos en este rumbo el paso de la depresión que genera este viento, y eventualmente  se procederá con nuevas inmersiones esta tarde ya que el viento amaina. Luego, subiremos al noroeste para una estación en la plataforma continental, cerca de la costa este de la Antártida.

¡Van diez días desde Ushuaia, y todavía no hemos visto el continente blanco!

Vincent Hilaire - 11-01-2011

© B.Regnier/Fonds Tara

Tara vuelve a encontrar el hielo


Mientras este jueves empezaba la estación 85, ya caían los primeros copos de nieve. 1° C en el termómetro. En cubierta, todo el mundo estaba abrigado. Ningún horizonte realmente definido, y siempre esta niebla gris, espesa, húmeda.


Primera rosetta-CTD (Conductivity, Temperature & Deph instrument), la rutina de los gestos y del lanzamiento al agua, lo suficiente como para adaptarse “suavecito” a este nuevo clima. Lo más difícil: la espera entre las inmersiones, el frío y el viento que se conjugan para dilatar aún más el tiempo. A pesar de los guantes de plástico, son las manos de los biólogos que más sufren al manipular sin parar agua de mar.

Este primer día pasara en este ambiente, desde las 7de la mañana hasta la 1 de la mañana siguiente. Con toda la concentración que requieren las manipulaciones, es un ritmo infernal. Trabajar en el frío no tiene nada que ver con las inmersiones en el Trópico; La energía gastada es mucho mayor.

Única recreación del día, un encuentro con un iceberg escultural, surgido de la espesa puré, en un claro. Encuentro, casi un flirt, es el primero que observamos desde tan cerca. Casi cada segundo el cambia de color con la luz. Colores que tiñen este “cubo" de algo irreal. Una nave congelada de cartón, que parece acarrear la Historia. Cosas que a nosotros, humanos, nos cuesta percibir. Y describir. Doña Naturaleza pudo haberse tomado miles de años para construir el hielo antes de esculpir, un día, esta obra de arte flotante.

Al despertar del segundo día de esta estación (viernes), "todos estamos en cámara lenta", me dice Celine Dimier-Hugueney, una de los biólogos embarcados, regularmente a bordo de Tara este año pasado. Al observar todo el mundo a las 7:30 de la mañana, resulta obvio que los rostros están marcados; se percibe un gran cansancio, aun que haya voluntad de llevar el trabajo a cabo.

Subida de una roseta, la inmersión falló: ninguna botella se ha cerrado. A la hora del almuerzo, el viento se levanta, y Marc Picheral, nuestro jefe de la misión, decide aligerar el programa. "No hace falta romper el material o perderlo, la misión de Tara Oceans en Antártida  solamente  empieza. Ya hemos tenido la oportunidad de realizar 21 lanzamientos al agua y de muestrear en tres diferentes profundidades, y estamos en el mar de Weddell, así que mantengámonos humildes”. El viento sigue aumentando; La estación se declara oficialmente terminada. Izamos las velas con Baptiste Régnier, marino polivalente y Alain  Giese, el segundo capitán. Tara emprende rápidamente a 9 nudos. Enfilamos a toda marcha hacia el sur del mar de Weddell.

Esta mañana (sábado), desde las 9 de la mañana,  primer iceberg tabular que bordeamos por su flanco oeste, y luego entramos en una zona donde se divisan otros tabulares a los 360° alrededor nuestro. Todo el mundo está en cubierta para vivir esta entrada en el país de los hielos. En efecto, dos horas más tarde, maniobramos en medio de una gran cantidad de cubitos de hielo, y de todos  lados, en la distancia, con binoculares, se divisa un pack de hielo compacto.

Roland Heilig, del Genoscopio de Evry, quien se encarga a bordo de biología, me comparte su emoción: "Es magnífico, ver a una naturaleza virgen e intacta como esta, es muy emocionante, es puro".

Este sábado por la noche nos quedaremos en medio de esta agua salpicada de pequeños icebergs, antes de una nueva estación mañana domingo en la mañana. La goleta no se mueve casi, como si estuviéramos amarrados a un pontón. ¡Bienvenidos a Puerto Weddell!

Estamos a la orilla de una gruesa capa de hielo, si nos fijamos en los reflejos en el cielo, como lo ha descrito tan bien en su tiempo Sir Ernest Schakleton antes de la pérdida de su Endurance.

Esta noche Tara espera la hora de la "ciencia", en este decorado inusual, por 64 ° 24 ' Sur y 53 ° 6' Oeste. De mantenerse así las condiciones, mañana sacaremos muestras de estos fondos de 2000 metros, por dos días.

Vincent Hilaire - 09/01/2011


© V.Hilaire/Fonds Tara

TARA EXPEDITIONS

Desde hace 7 años, Tara, con Etienne Bourgois a la cabeza y agnès b como principal mecena, realiza expediciones a favor del medioambiente.
En mayo de 2009, Tara cambió de estatus y se convirtió en un Fondo de dotación, estructura sin fines lucrativos.

El objetivo del Fondo de dotación Tara es financiar las investigaciones científicas francesas en relación con el impacto del cambio climático sobre los ecosistemas, sensibilizar al público en general sobre las cuestiones medioambientales y difundir los conocimientos científicos del público y en especial de los niños.

En la actualidad, el Fondo Tara organiza la expedición Tara Oceans que salió en septiembre de 2009 hacia los océanos y mares del planeta. El Fondo pretende aportar respuestas a las preguntas de orden climático y en particular ampliar nuestros conocimientos sobre la biodiversidad marina. Esta expedición durará tres años y explorará los océanos con el fin de estudiar su plancton y entender su impacto sobre el clima del planeta.
A través de esta expedición, Tara quiere informar al público sobre el papel crucial de los océanos y el impacto del calentamiento climático.

Con el consorcio científico Tara Oceans, Tara desea aumentar la conciencia medioambiental así como los conocimientos científicos del público y en especial de los niños.

El Fondo Tara es autorizado a recibir donativos y legados que apoyar la financiación de la expedición Tara Oceans, un acción para entender mejor el planeta.

Creado para una duración de 5 años, el Fondo de dotación Tara tiene su sede en 12, rue Dieu, 75010 París.

13/01/2011

Focus sobre la Antártida

Mañana jueves, Tara será fondeado en una de las ensenadas del Antartic Sound, un lugar particularmente salvaje de la Península Antártica, donde el turismo no existe. Sin duda nos encontraremos allí con todo tipo de especies animales, leopardos de mar, focas de Weddell, pingüinos (Spheniscidae), lobos y elefantes marinos, sin hablar de innumerables especies de aves. Antes de pisar esta tierra, por primera vez para la mayoría de la tripulación, he aquí algunos elementos para percibir mejor con nosotros el peso del continente blanco. El continente más meridional de nuestra Tierra.

Aunque a menudo se muestra solo parcialmente en mapamundi y globos, la Antártida es un continente inmenso, más grande que Europa y Oceanía, por ejemplo. Abarca 14 millones de kilómetros cuadrados, y el 98% de su superficie está cubierto de hielo, de un espesor promedio de 1,6 km.

El continente antártico es el más frío, más seco y mas ventoso de nuestro planeta. Aquí es donde la temperatura más baja se registró en todo el planeta, en 1983, a la estación rusa de Vostok, - 89,2 ° Celsius. El interior del continente es el mayor desierto del mundo.

Hubo que esperar hasta 1820 para que esta tierra congelada, deshabitada por el hombre, sea vista por primera vez por una expedición naval rusa. Era dirigida por Mikhail Lazarev y Fabian Gottlieb von Bellinghausen.

Más de un siglo después, el Tratado sobre la Antártida fue firmado en 1959 por doce estados, entre ellos Francia, seguido en 1991 por el Protocolo de Madrid. Hoy, cuarenta y cinco estados son signatarios.

El continente adquiere entonces un estatus especial. Esto significa primero la congelación de las pretensiones territoriales. Luego, se prohíben las actividades militares; La Antártida se está convirtiendo en una tierra de paz, donde se prohíbe toda extracción de minerales, excepto la realizada con fines científicos.

Es por eso que la "población" Antártica cuenta con 1000 almas todo el año en diferentes bases científicas esparcidas en todo el continente. En su mayoría son investigadores visitantes. Con el desarrollo del turismo, el continente está recibiendo hasta 5000 personas durante el verano austral.

Desde Dumont d'Urville, los franceses están presentes en el continente blanco en la estación del mismo nombre en Tierra Adelia, y también en la franco-italiana Concordia, en el interior del continente.

Antes de pisar este espacio todavía virgen, la tripulación de Tara deberá desinfectar sus zapatos antes de abordar el neumático que la llevará a una playa. Habrá de mantenerse a mas de una distancia de 5 metros de los animales para no molestarles, y también evitar aplastar una de las especies de líquenes que crecen en el suelo. Hay unos cien diferentes de ellos en total, y con los  musgos, son los pocos vegetales existiendo en el continente.

Para concluir esta breve presentación, vale recordar la etimología del nombre del continente blanco. El nombre de la Antártida proviene del griego antarktikos, que significa opuesto al Ártico. Arktos significa oso, en referencia a la constelación indicando el polo norte, llamada la Osa Menor.

Vincent Hilaire.
(13/01/2011)
© Vincent Hilaire / Fonds Tara

12/01/2011

¿Qué es Tara Oceans?


© F.Latreille//Fonds Tara

Tara Oceans, una expedición única, 2 años y medio de expedición científica alrededor del mundo

El 5 de septiembre de 2009, el velero Tara zarpa del puerto de Lorient, Francia, para una expedición de 2 años y medio en los océanos del mundo, con miras a estudiar la vida microscópica de los océanos.

Estudiar el plancton ¿Por qué?

▪ constituye un 98% de la biomasa de los océanos, bastante desconocida hasta ahora

▪ es el origen de la vida en la Tierra

▪ representa el 50% del oxígeno que respiramos

▪ es el mayor pozo de carbono del planeta

▪ es una fuente de bioactivos para la medicina

▪ regula el clima y viceversa

Esta vida marina se ve hoy amenazada por los bruscos cambios ecológicos que vivimos: el cambio climático y la contaminación. ¿Sobrevivirán los ecosistemas marinos a estas perturbaciones? ¿Nos dirigimos hacia una transformación de la vida oceánica?

Frente a la necesidad de contestar estas preguntas y actuar, varios científicos internacionales de renombre, encabezados por el Dr. Eric Karsenti, director de departamento en el EMBL (Laboratorio Europeo de Biología Molecular), se han asociado con Etienne Bourgois y el Fondo Tara para realizar la expedición Tara Oceans. El programa Tara Oceans reúne en la actualidad a un equipo científico internacional y multidisciplinario inédito.

Más de 12 disciplinas de investigación científica, integrando oceanógrafos, biólogos, genéticos y físicos de prestigiosos laboratorios se han asociado en este proyecto. Jamás se ha realizado un estudio como éste. Su enfoque es totalmente novedoso y creativo. Integra el conjunto de las disciplinas científicas dedicadas al estudio de los océanos para ofrecer una visión global del funcionamiento de los ecosistemas marinos.

El programa científico de Tara Oceans

El plancton (los virus, las bacterias, los protozoos, los pequeños metazoos como los copépodos, los organismos gelatinosos y las larvas de peces) es omnipresente en los océanos, de los mares polares al Ecuador, de las profundidades a la superficie, y desde las zonas costeras hasta el corazón de las regiones oceánicas.

La vida planctónica en los océanos desempeña un papel fundamental por las siguientes razones:

▪La biodiversidad del plancton es la base de la cadena alimentaria. El plancton es la clave para la supervivencia de los peces, mamíferos marinos y miles de millones de seres humanos.

▪El fitoplancton produce el oxígeno que permitió el surgimiento de los mamíferos en la tierra y ahora produce el 50% del oxígeno que respiramos cada día.

▪El plancton actúa como trampa para una gran parte del carbón generado en el planeta.

▪Los organismos planctónicos, especialmente aquellos que son fotosintéticos, juegan un papel clave en la regulación del clima, determinando las concentraciones de gases de efecto invernadero y las moléculas implicadas en la formación de nubes.

▪Las formas de vida terrestre evolucionaron a partir de estos organismos planctónicos, y algunos de ellos nos pueden enseñar por qué tenemos una simetría bilateral, como aparecieron los ojos y el cerebro, y mucho más aún.

▪Los organismos planctónicos conforman un extraordinario acervo de biomoléculas y su potencial biomédico queda todavía por explorar

Sin embargo, aún sabemos muy poco acerca de estos sistemas;

Los impactos de plancton acondicionan la supervivencia humana. Tanto desde el ángulo de la evolución como del punto de vista ecológico, resulta absolutamente esencial obtener una mejor comprensión de los ecosistemas planctónicos, saber cómo los diferentes organismos interactúan entre sí y con su entorno físico-químico.

La caracterización de la distribución de las especies, de su diversidad funcional y de la complejidad de los organismos debería permitirnos una evaluación de la solidez del conjunto del ecosistema y ​​su evolución desde un estado a otro.

Así, estudiar el papel de los ecosistemas planctónicos en los intercambios mundiales de CO2 y el reciclaje de O2 llevará a una mejor comprensión de la evolución de las especies planctónicas.

Lo que hace absolutamente único el proyecto TARA OCEANS en el campo de la biología de los océanos, es que el consorcio científico que ha estructurado la estrategia de muestreo es el mismo que el que organiza el análisis de las muestras y los datos de una manera integrada. Este es un proyecto interdisciplinario que reúne todas las capacidades necesarias para llevar a cabo los muestreos oceanográficos y su análisis en tierra firme.

Aunque la expedición como tal tenga una duración limitada a dos años y medio a partir de septiembre 2009, la investigación, en base a los datos generados por Tara Oceans, se extenderá por un periodo entre 10 y 20 años.

Las muestras y los datos recogidos a bordo de Tara durante la expedición servirán tres objetivos principales:

▪Recoger muestras para cuantificar las comunidades planctónicas, cubriendo todo el espectro desde virus hasta larvas; Luego, vincularles con los parámetros ambientales; Y eso con miras a establecer una descripción cuantitativa de los estados del ecosistema pelágico en la mayoría de las masas oceánicas del mundo.

▪Recopilar datos sobre los ecosistemas de los arrecifes de coral poco estudiados.

▪Explorar una gama de especies exóticas bentónicas consideradas como fósiles vivos, lo que nos permitirá comprender mejor nuestros propios orígenes.

▪ Las muestras y los datos se analizan en tierra y están organizados en una base de datos coherente que se está desarrollando al mismo tiempo que la expedición está en curso.

▪Los enfoques de la biología molecular y de tecnología de imagen microscópica, en correlación con el análisis de datos oceanográficos, serán utilizados para construir modelos; Para ello los miembros del consorcio desarrollan en sus laboratorios unas simulaciones informatizadas y herramientas bioinformáticas.

Los resultados esperados de este trabajo son:

▪El establecimiento de un mapa de baja resolución de la estructura del ecosistema y la biogeografía de los organismos que van desde los virus a las larvas de peces.

▪El descubrimiento de un gran número de nuevos organismos en cada categoría de tamaño.

▪Una buena estimación de la biodiversidad oceánica y la distribución geográfica de los organismos pequeños.

▪El desarrollo de nuevos modelos dinámicos de estimación de la distribución mundial de los organismos planctónicos, en términos de masa total y complejidad de las especies.

▪El desarrollo de modelos predictivos de la evolución de estas distribuciones en relación con la evolución del clima.

▪Nuevos descubrimientos fundamentales en torno a la rápida evolución de los organismos que han llevado a la aparición de organismos terrestres.

▪La generación de nuevos datos sobre la diversidad de las especies de los arrecifes de coral y el análisis de las posibles causas de los episodios de decoloración de los corales.

Más allá del valor mismo de la obtención de información, en términos de conocimiento fundamental, el proyecto generará una fuente invaluable de data para mejorar la construcción de modelos de calentamiento climático. Estos modelos también deberían contribuir a predecir la distribución espacial de las poblaciones de organismos en los océanos, y su impacto sobre las poblaciones de especies de peces con valor comercial.