07/03/2011

Encuentro con el padre de los pescadores chilenos.


© A.Deniaud/Tara Expéditions
Si usted pasa un día por Valparaíso, deténgase unas horas, unos días, en la "Casa del Mar". En esta casa de colores del sol, un remanso de paz, Margarita le dará posada. Y posiblemente  Bernard le obsequiara el relato de la movida historia del “padre de los pescadores chilenos”.
La historia empieza en 1972 en la ciudad minera de Lota, ubicada a pocos kilómetros de Concepción. De unos treinta años, Bernard, un joven sacerdote francés oriundo de Normandía, se instala en la parroquia "Cristo Pobre". Aquí la pobreza afecta a todos, Cristo incluso... En Lota, para alimentar sus familias, los hombres trabajan duro en las minas de carbón bajo el mar. “¿Tu leíste Germinal de Emile Zola? Pues, trabajar en las minas de Lota, ¡era peor!”.
Apenas un año después de la llegada del joven sacerdote en Chile, Augusto Pinochet toma el poder por un golpe militar. Con fama de ser un nido de comunistas la ciudad de Lota es bombardeada por barcos de guerra. El alcalde, los dirigentes sindicales y otros funcionarios municipales son ejecutados. Por su apoyo y capacitación a los jóvenes feligreses y a los obreros, Bernard es detenido, puesto bajo arresto domiciliario de seis días, y luego deportado a Santiago.
La iglesia lo nombra en la región central del país, en Rengo. Allí en el campo, los controles policiales son menos frecuentes; El joven sacerdote puede seguir ejerciendo sus funciones espirituales y sociales sin sufrir una severa represión. Después de siete años en Rengo, a pesar de la dulce presencia de su joven secretaria Margarita, Bernard pide que se le regrese a Lota. Su solicitud es aceptada de inmediato. La pobreza y la inseguridad en la ciudad no atraen multitudes.
En su parroquia de San Juan Evangelista, Bernard recibe jóvenes opositores a Pinochet. Les  protege, les apoya espiritualmente y les ayuda a organizarse. Su posición en contra de la dictadura es rápidamente reprendida. En 1985, el sacerdote es víctima de tres atentados. Dos veces su vehículo es saboteado. Para acabar con este religioso rebelde, un hombre es contratado para liquidarle en la misa del domingo. Diez minutos antes de la ceremonia, el joven pescador le confiesa a Bernard y huye de inmediato en Argentina. Hasta ahora este hombre no se ha atrevido a regresar a su patria.
De no haber logrado eliminar el sacerdote, los policías persiguen a los jóvenes de la iglesia. A raíz de las torturas sufridas, una joven feligresa prefiere quitarse la vida. El religioso se ve obligado a frenar sus acciones. "Me cortaron el brazo. Ya no podía actuar, sabiendo que otros pagarían por mí". Bernard vuelca entonces su energía en acciones de solidaridad: comedores, servicio de transporte entre la isla de Santa María y Lota…
En 1986, Bernard es enviado a Valparaíso, para acompañar espiritualmente a los estudiantes de la Universidad de Santa María que iniciaron una huelga de hambre en protesta contra Pinochet. Después de esta misión Bernard se acerca al mundo marítimo. A finales de los 80, el sacerdote se enfrenta a un nuevo problema: el SIDA está causando estragos entre los marineros. En lugar de adoptar el discurso del Vaticano sobre la abstinencia, Bernard aboga por el uso de preservativos en las relaciones con prostitutas. Entre la Iglesia oficial y el sacerdote francés se declara la guerra.
En los años siguientes, Bernard crea un hogar para los marineros, "Stella Maris". El “pesca”  marineros chilenos y extranjeros en el puerto, recién desembarcados, y les invita a descansar unos días en los cerros de Valparaíso, los ayuda a conectarse con sus familiares...
Los años pasan y la relación entre el sacerdote y la iglesia siguen deteriorándose. En 1993, Bernard envía su solicitud de dispensa a Roma, la consigue en 2001. A partir de este día, los pescadores de Valparaíso dejaran de llamarle " padre", pero César y Constance, respectivamente de 10 y 8 años de edad en este momento, ya lo pueden llamar libremente papa. Desde 2006, Bernard,  su esposa Margarita y sus dos hijos viven en la "Casa del Mar". El hogar para marineros se ha transformado en albergue.
Anna Deniaud