28/03/2011

El diario de un "veterano".




Vincent Hilaire. © Bruno Dunckel


Vicente Hilaire fue corresponsal embarcado en Tara por seis meses, de Ciudad del Cabo (septiembre 2010) a Valparaíso (febrero 2011). Una vez en tierra, el recuenta esas semanas ricas en aventuras humanas y científicas. Esta es su segunda experiencia después de participar en la expedición ártica a bordo de la goleta.
Después de participar en la expedición Tara Artic, ¿cómo viviste esta segunda aventura a bordo de Tara?
Acabo de vivir algo completamente diferente. En el Océano glacial Ártico estábamos derivando con el hielo; Aun cuando nuestra progresión fuera real, teníamos la sensación de ser una base estática. En Tara Oceans estamos en la dinámica. Navegamos a menudo a vela, llevamos a cabo las estaciones mar afuera, arrancamos de nuevo, hacemos escalas. Además de su dimensión de base  polar, Tara proyecta hoy la vocación de un velero en alta mar al servicio de una misión científica novedosa. Tuve la oportunidad de participar en numerosas maniobras a vela en Tara, algo con que yo soñaba desde hace mucho tiempo.
Recorrí en seis meses unas 13.000 millas, algo más de 24.000 kilómetros. Es ocho o nueve veces lo que yo había recorrido con Tara en la misión en el Ártico.
El vínculo entre estas dos expediciones es muy claro: es la ciencia. En el Ártico ya estábamos haciendo oceanografía, así que al embarcar en esta nueva expedición, no me sentí desorientado al rencontrar algunas manipulaciones. En resumen, he vivido esta expedición con igual pasión e interés porque hay una continuidad: auscultar los océanos.
¿Cómo viviste la doble identidad de protagonista y narrador de una historia en curso?
Bien, mejor que en la expedición anterior, por mi experiencia. Es cierto que a veces es difícil trazar una línea entre el momento en que uno participa en la vida del barco en calidad de  tripulante, y el momento del distanciamiento, cuando hay que dar un paso atrás para ver, fotografiar o filmar. Dejar de ser un actor, para hacerse observador, aunque eso siga siendo acción en esencia. Debes lograr la alquimia en función de la importancia de lo que sucede también a bordo. A veces la urgencia de una situación te manda a dejar de lado la cámara y los focales; El corresponsal de la expedición es ante todo un miembro de la tripulación, y la seguridad a bordo de un barco es la prioridad.
Hay episodios que requieren que te hagas periodista; en este caso es importante encontrar el momento adecuado preciso. No es tan fácil, incluso a los ojos de la tripulación que no siempre entiende por qué de repente tú dejas de compartir las faenas de la misma manera.

Por último, para esta expedición, decidí hablar a menudo a la primera persona, tal como me lo había sugerido Etienne Bourgois, el presidente de Tara Expéditions.
¿Es fácil de compartir Tara Oceans con el público?
Tal vez parezca presumido, pero mis dos aventuras con Tara me enseñaron que todo es posible. No es siempre fácil escribir para dar a entender mejor la ciencia, y filmar y editar reportajes en el mar. Los corresponsales que embarcan saben que se tiran a un desafío intelectual y físico. Por mi parte me encanta el mar desde niño, navego, buceo, nado. El mar me fascina. Es sin duda la razón por la cual quiero aprender y entender más, y siempre, de sus misterios. Creo que uno puede compartir con éxito cuando uno ama al tema.
¿Cuáles son tus impresiones de la Antártida después de haber conocido el Ártico?
En el Ártico, me sentí mucho más aislado que en la Antártida, debido probablemente a la noche polar. El Ártico me sabe a desierto helado. Sin vida; sólo diez humanos intrusos en misión.
En la Antártida, que descubrí durante el verano austral con días de 20 horas de luz solar, había la presencia sistemática de una tierra y un montón de vida: focas, ballenas, aves marinas, pingüinos. Nada parecido entonces. ¿Quizás esto se debió solamente a la luz? No creo. Sólo nuestra incursión en el mar de Weddell me ha dado la misma impresión que el Ártico. La tierra en ese momento estaba muy lejos de nosotros.
¿Después de seis meses a bordo, que ha cambiado en tu visión de la expedición?
Tomé mayor conciencia de la calidad del trabajo científico que se realiza a bordo de Tara, por profesionales que tienen arraigado el objetivo de hacer progresar su conocimiento de los océanos. Uno debe saber que lo que se hace a bordo de Tara ahora es único: un retrato, un inventario de la presencia y de los tipos de especies de plancton en los océanos recorridos, desde el virus hasta la larva de pez. Ninguna otra expedición ha podido hacer este trabajo en tan corto período, en todos los mares y océanos del planeta. Es una hazaña tanto humana como tecnológica.
Desde un punto de vista medio-ambiental, quisiera gritar con mis fotos y textos que la Tierra es hermosa y frágil a la vez, como la vida.
¿Cuál fue tu escala preferida y por qué?
La de Río de Janeiro. Para mí Rio es un mito, desde joven. Nací en París pero rápidamente me mude a Marsella. ¿Será el clima del Sur, el fútbol, ​​la fiesta, el tuteo fácil en las calles? Con mis amigos soñábamos con ese país, como un paraíso. Cuando llegamos con Tara en un día nublado, yo veía a Río por primera vez en mi vida después de veinte días de navegación: mi primera impresión fue más bien decepcionante.
Y al transcurrirse la escala, las visitas a bordo, algunas vueltas en la ciudad de día y noche  a pesar de la violencia que a veces puede prevalecer, me dije que lo que había soñado existía de verdad, treinta años más tarde. Un país de mestizaje, de apertura, donde el arte y la naturaleza están de relieve.
 ¿Cuál es el tramo que más te gustó, y por qué?
Los disfruté todos merced a los equipos de marineros y científicos. Yo no soy capaz de expresar  un juicio de valor. Cada equipo es diferente y aporta algo. ¡A lo largo de estos seis meses he conocido siete equipos diferentes de al menos catorce personas cada vez!
Si todavía tuviera que seleccionar, sería la Antártida; y la incursión de varios días en el mar de Weddell, por supuesto, fue excepcional. Hacer ciencia en medio del hielo me trajo algunos recuerdos.
¿Cuál es tu mejor recuerdo de mar?
Tengo de nuevo un montón de recuerdos y estoy en apuros para elegir uno. Si absolutamente tuviera que guardar uno, yo diría que fue la reunión con cinco o seis ballenas jorobadas que se hartaban de krill a pocos metros del  tímpano de hielo en el Mar de Weddell. Rascaban Tara con su cuerpo oscuro, seguían con su banquete apenas perturbadas por nuestra presencia casual. Estaba ya oscureciendo y nos percatamos en el último momento.
¿Tu imagen más fuerte de plancton?
En primer lugar es la primera vez que tomé una foto con el macroscópio en el laboratorio seco, a bordo de Tara. Me di cuenta de la delicadeza, del tamaño, de la perfección de las formas de estos microorganismos marinos. Son simplemente asombrosos, sorprendentes. En su lucha diaria por la sobrevivencia se han adaptado de una manera increíble. Algunos han creado luces especiales para ahuyentar a los depredadores, cada quien tiene un truco, una táctica que casi lleva a su forma. Estamos de lleno en la teoría de la adaptación darwiniana. Adaptarse, evolucionar o morir, es la selección natural.
Mi plancton favorito es el ctenóforo con sus cilios de colores que usa para nadar; uno se proyecta en la Odisea del espacio.
¿Llegaste a tener miedo en algún momento?
Sí, varias veces. Bastante preocupado más bien... Por ejemplo, cuando estábamos en el hielo en el mar de Weddell, temía que el hielo nos encerrara. Tenía la sensación de que una trampa se cerraba sobre nosotros con mandíbulas muy grandes. La otra vez fue cuando estábamos fondeados a la entrada del Estrecho de Magallanes en Suramérica: esta monstruosa tormenta que   azotó nuestra zona. ¡84 nudos en el ancla con olas de varios metros, nunca lo había hecho!
¿Cuáles son las principales dificultades que has encontrado?

Debo decir que tuve mucha suerte. He tenido solo problemas técnicos menores. Pocas dificultades relaciónales agudas, lo que hubiera podido suceder en la encerrona a bordo. Ningún  problema de salud específico, con excepción de inquietudes  intestinales que hicieron del final del viaje algo menos emocionante. Para mí, esta segunda expedición a bordo del Tara, ¡es 100% felicidad!
¿Cuál es el tiempo compartido con niños que más te llamo la atención?
Siempre recordaré esta visita de uno niños de una favela en Río de Janeiro con André Abreu de Almeida, el director de desarrollo de la asociación France Libertés allí. Entrevisté un niño de esta favela “do Cajú ": con una sonrisa pegada de la cara, él le explicó a Andrés  quien traducía, que el mar allí esta “muito poluido”, por lo que nunca se baña. También fue la primera vez que el pisaba la cubierta de un barco. Me sentí muy emocionado, con lágrimas a los ojos. A pesar de su conocimiento de la realidad de esta parte del mundo, André también estaba conmovido. Este chico se llama Josué.
¿Cuántos reportajes, informes, diarios?
En seis meses a bordo he filmado y editado 40  reportajes vídeo, saque sin duda 20.000 fotos y escribí cerca de 150 diarios.
¿Cuál es la impresión que dejan los embarques y desembarques de la gente en Tara?
Cuando las relaciones a bordo se transforman en amistad, es duro. Un amigo se va. Pero al mismo tiempo te hiciste un nuevo amigo, y esto no tiene precio; felizmente en las expediciones modernas, hay medios extraordinarios de comunicación para poder mantener este vínculo. Aunque no siempre sea fácil separarse, llegan nuevos miembros del equipo a bordo, una nueva historia comienza, la aventura continúa.
¿Lo que más has añorado durante seis meses?
Mis amigos, mi familia. La gente que quiero.
¿Cuáles son tus planes de regreso en Francia?
Son muchos. Exposiciones de fotos, un libro, documentales para televisión. Volver a Tara en unos meses. Y simplemente disfrutar de la gente que quiero.
Para seguir Vicent Hilaire: www.vincenthilaire.fr