11/12/2011

Una estación bajo presión

Estación larga, trabajo nocturno. Y. Chavance/Tara Expeditions

A bordo, el más mínimo disfuncionamiento técnico puede convertirse rápidamente en serio problema. Especialmente cuando el incidente ocurre en plena estación larga. Y cuando la roseta, el corazón de la investigación científica en Tara, está bloqueada a 100 metros de profundidad colgando de un cable delgado… y del talento del mecánico.

Esta última estación larga antes de Panamá había bien comenzado. Madrugando en cubierta bajo una cortina de lluvia, el equipo científico iniciaba su ballet acostumbrado del muestreo previsto para dos días y dos noches. Pero esta tarde, un grano de arena interrumpe las operaciones.

La roseta se sumerge, suspendida a su cable operado por el cabrestante hidráulico. De repente, a 20 metros, el mecanismo se detiene. Daniel, el jefe mecánico acude en el acto. "Francois me acaba de avisar. El generador eléctrico que alimenta el cabrestante y la bomba, la que lleva el agua de mar en cubierta para limpiar las redes, se ha parado". De hecho el generador se ha apagado automáticamente por la alarma del suministro de agua de enfriamiento del motor. "Partiendo de la idea de que los dos problemas, la bomba y el grupo están vinculados y desarmando la bomba, me encontré con un pedazo de plástico que puede haber bloqueado el suministro de agua".

El mecánico, confiado, arranca de nuevo el generador. El equipo científico, tranquilizado, vuelve a su trabajo. Unas pocas decenas de minutos más tarde, el generador, y por ende el cabrestante, se detienen de nuevo. Esta vez, la roseta está inmovilizada a 100 metros de profundidad. Daniel opera rápidamente a mano el freno del cabrestante para evitar que la roseta se vaya más profundo. En cubierta se notan los rostros tensos. El costoso equipo permanece suspendido así durante dos horas. "Empiezo a preguntarme si podríamos subir la roseta a mano, en caso de que el problema sea mayor de lo esperado Es la primera vez que me encuentro en esta situación", admite Sarah.

Daniel, por su parte, está finalmente convencido de que los dos problemas son independientes. El empieza entonces por revisar el generador. Se lanza a montar un circuito de emergencia de enfriamiento. A punta de esfuerzos, el generador vuelve a arrancar, en serio esta vez. Se puede reanudar el trabajo en cubierta después de este paréntesis estresante. "Hemos perdido mucho tiempo. Sin agua de mar para limpiar las redes y con la roseta colgada, no hemos hecho todo lo que se esperaba hoy. Mañana tendremos que empezar mucho más temprano, tan pronto como haya luz suficiente, si queremos cumplir con el horario" lamenta Gabriele, el jefe científico.

Un imprevisto del cual los científicos hubieran prescindido con gusto. Ya estabana bajo la presión de estas estaciones largas particularmente intensas. Pero por esta vez, más susto que daño. La roseta pernoctara a salvo en cubierta.

Yann Chavance