28/09/2017

Nouméa


Al salir del ambiente apacible de las Chesterfield, nos esperaban 3 días de navegación laboriosa, contra un viento del sureste bien establecido, para alcanzar Nueva Caledonia.

Rutina de las tareas domésticas y de mantenimiento, turnos de navegación, recolección de  plancton, ronroneo de los dos motores, la vida a bordo retoma rápidamente su curso regular, hasta monótono, pese al viento y al mar contrarios. 72 horas después, bordeamos una costa montañosa en una espesa neblina. Entrar en la laguna de Nueva Caledonia es una liberación del cabeceo y del balanceo. Dos noches en anclajes protegidos y una lenta progresión hacia Numea, bastan para que todos se repongan.
Descubrimos las primeras torres de esta urbe de 180 mil habitantes, la ciudad francófona más poblada del Pacífico.
Una vez atracados en Port Moselle, empieza el programa de la escala: visitas del público y de escolares, conferencias, una semana de encuentros.
Vincent Hilaire