26/07/2013

Apacible Dudinka


Tara en Dudinka. Anna Deniaud / Tara Expéditions

Después de subir el río Yenisei durante dos días, hemos atracado en Dudinka, Rusia. A pesar de la temprana hora de nuestra llegada, alrededor de las dos de la mañana, las autoridades estaban esperándonos. Una vez los tramites rápidamente cumplidos, salimos a explorar las tranquilas calles de la capital del Taimyr, esta región del norte de Rusia.

Desde el primer momento, uno siente la calidez y la hospitalidad de la gente del norte, tal vez su mejor defensa contra los inviernos largos y duros. El capitán de la embarcación del práctico que nos ha guiado las últimas millas nos invita a bordo. No podemos evadir la tradición rusa de un vaso de vodka con un trozo de pescado crudo. Nuestras primeras mímicas de rechazo cortes provocan la risa de los presentes. Pero el alcohol ayuda a morder el pescado todavía sangrando. Lee se deja convencer también, sin entusiasmo. Luego, una joven se acerca a la tripulación para ofrecerle una cabeza de lobo en perlas montadas sobre su piel.

Después de visitar la iglesia Svyato-Vvedenskaya y saludar al inevitable Lenin de piedra, recorrimos las avenidas, dominadas por unos ductos de calefacción al aire libre, un sistema que afea la perspectiva. Pero la índole del suelo, el permafrost o pergelisol, no deja muchas opciones. Como para compensar esta desgracia visual, se han pintado las fachadas de colores (que fueron) vivos: Rosa fucsia, amarillo limón, verde oliva. Unos árboles luminosos de plástico adornan las aceras. Y las mujeres ostentan camisetas y prendas de colores fluo, una indicación de que la moda no se detiene en las puertas de Siberia.

Detrás de los bloques de inmuebles, entre tiendas de vegetales, un parque infantil y un vehículo abandonado que podría ser pieza de colección, descubrimos un cyber-café, y luego un bania, la sauna rusa. Nos gustaría pasar las puertas pero nos hace falta dominar el idioma, el freno más importante a nuestra inmersión en Siberia. Aunque en Dudinka, tal vez el ruso no sea del todo suficiente, por el notorio cruce de orígenes y culturas que aquí conviven.

Anna Deniaud Garcia