12/09/2012

Luces y encuentros a lo largo de la costa de Bretaña

Tara cruza el Belem. Laëtitia Maltese/Tara Expeditions

Hemos dejado Lorient anoche a las 22:00, con el mar en calma. Los turnos desde media noche a la 08:00 se harán por binomios.

Empieza el desfile de luces; Luces de las ciudades costeras y pueblos isleños a veces coronados con una aureola que se sigue viendo varias millas después de haberles pasado. Luces de faros centinelas benevolentes para con los marineros trazando su ruta.

Luces de naves. De noche, siempre hay hombres en el mar, empezando por los pescadores faenando. El radar se vuelve imprescindible para detectar las demás naves y su dirección. Y también el ojo del marinero para leer el lenguaje de las luces, fijas o intermitentes, rojas o blancas, evitando así barcos y redes.

Luego viene la luz del amanecer, el espectáculo del paso del Raz de Sein. Tara se deja llevar por la corriente entre la isla y el faro de la Vielle. El cielo gris, cargado de nubes, crea un peculiar ambiente digno de leyendas celtas, esas que nos cuentan que la ciudad de Ys reposaría en estos fondos.

El paso es la entrada al parque natural marino de Iroise, el primero de su tipo en Francia. Creado en 2007, apunta a proteger los recursos naturales de la zona al tiempo que garantiza el desarrollo y la gestión sostenible de las actividades que el mismo genera.

La goleta traza su ruta. El viento se levanta e izamos las velas a la altura de Brest. Todos están en cubierta para observar la maniobra. Los winches eléctricos alivian el esfuerzo de los marineros quienes terminan de establecer la mesana y la mayor manualmente.

Mar afuera de la punta Saint Mathieu nos espera una sorpresa: nos cruzamos con el Belem, un hermoso velero de tres mástiles nacido en 1896, ahora convertido en nave escuela. El ha surcado todos los mares del mundo, no para llevar muestras de plancton sino cacao. El lector gourmet notará sin embargo que el plancton también se come.

La navegación es un estilo de vida que deja espacio al tiempo y las conversaciones. Entre apasionados, se intercambian trozos de vida. Quienes han participado en la expedición Tara Oceans comparten sus recuerdos. Los destellos en sus ojos hablan claro de la intensidad de esta experiencia a bordo.

Laëtitia Maltese