Viento y ola rompiendo. V.Hilaire/Tara Expéditions |
Por supuesto, de
vez en cuando, una ola se estrella en las ventanas, un movimiento de la goleta hace que uno agarra su vaso, pero en general todo
es relativamente tranquilo adentro. Hay que subir en la timonería para
descubrir un mar embravecido, blanqueado por un viento de 40 nudos.
El mar esta
ordenado lo que facilita el paso del barco que oscila muy poco. Tara se desliza
entre las olas y solo se queja de algunas grandes traviesas. Todo parece fácil
para este barco del extremo, parece
indestructible y progresa a más de diez nudos con muy poca banda babor. Navegamos
con las dos mayores con un rizo y trinquetilla. Estamos a punto de tomar el
segundo rizo, el viento sube a 45 nudos por momentos.
Si uno quiere
salir, la fuerza de los elementos hace del momento algo acrobático. Sin
embargo, Marc Picheral decide cambiar la seda del CPR, el Continuous Plancton Recorder
que arrastramos desde Nuuk. Afuera hay guerra, los marineros gritan para darse
a entender, las salpicaduras golpean, el mar esta humeando.
El reto es de entrar
en el rio Saint-Laurent antes de la llegada de un vendaval suroeste anunciado para
el 1 de noviembre. Todas las millas al Sur ganadas son un avance y con la
actual velocidad, lo vamos a lograr.
Algunos creen todavía
que en el mar, no hay nada que hacer. Pero los días pasan volando. La mente está alerta todo el tiempo, tratando
de identificar los sonidos, los movimientos del barco. Mirando el mar, uno
trata de sentir si va amainar o arreciar, si las velas están bien establecidas,
si la velocidad corresponde a la marcha. Uno puede contar con una gran cantidad
de dispositivos electrónicos y los informes meteo que dan fuerza y dirección
del viento cada 3 horas. Martin Hertau está escuchando el barco y su tripulación,
va y viene, todos los sentidos al vivo.
De repente, justo
después de la cena, cuando todos ya duermen excepto los de turno y Martin, un tremendo
estruendo sacude el barco entero y nos atropella en nuestro sueño. Todo el
mundo sube a la timonería. François
Aurat, Vincent Hilaire y Baptiste Regnier salen a chequear la cubierta que Martin illumina. Abatimos todo para calmar el movimiento del barco
y que los hombres estén a salvo. El choque ha sido muy violento en babor, pensé
que habíamos chocado con algo o que la trinquetilla había explotado. Todos están
aturdidos por este disparo de advertencia.
Una gran ola rompiendo
ha barrido la cubierta, torciendo la placa que cubre la maquinilla, explotando la
cuna del anexo neumático en babor, torciendo batayolas, arrancando un soporte
de bidón y soltando el yankee que parece haber sufrido.
La fuerza del mar
es increíble. ¿Cómo esta ola ha podido torcer a 30 grados una hoja de acero? ¿Cómo
ha podido soltar una línea enrollada en un prensacabos?
En realidad, no,
la expedición no ha terminado, el mar nos puede guardar muchas sorpresas de aquí
a Lorient.
Jean Collet