Tara al muelle en Ilulissat. F.Aurat/Tara Expéditions
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La tripulación se
dedica a sus tareas usuales, mensajes de correo electrónico con el laboratorio
o la oficina, análisis de datos, preparación de comidas, reposo, mantenimiento del
barco y de los dispositivos. Tara sigue
su curso bajo un sol brillante, en medio de majestuosos y enormes icebergs erguidos
en un mar liso como espejo. A eso de las 18:00, una hora antes de la llegada
prevista, nos topamos con los primeros growlers
y unas zonas de hielo lo suficientemente densas como para retrasarnos.
El glaciar Jakobson cumple sus promesas, él da a luz tanto hielo que el mar
está invadido hasta lejos de las costas.
En muy poco
tiempo, todos nos reunimos en cubierta, atentos a los primeros cubos de hielo
que le hacen cosquillas al casco y hasta lo sacuden. Cae la noche, sale una luna
casi llena, estamos a 5 millas del pueblo, divisamos sus luces. Estamos
zigzagueando a velocidad reducida. Debemos colocar un hombre con proyector en
proa para ver y evitar los hielos más grandes, a veces tan altos como la
cubierta de Tara.
Loïc Vallette
está al timón. Cada cien metros recorridos son una victoria sobre la duda que
nos invade, duda de que Tara vaya a lograr abrirse un paso y luego encontrar un
espacio de 40 metros para atracar en este pequeño puerto lleno de barcos de
pesca.
Avanzamos, la
luna está con nosotros, el agua es como un espejo y las siluetas de los hielos
pueblan la noche oscura. Es magnífico, lunar, con tonos que van del gris claro
al gris oscuro. La masa helada del glaciar hace caer el termómetro de 5° C, la
atmósfera cambia y un cierto misterio envuelve a Tara. Finalmente vemos una
alineación, luego otra, y aquí estamos en la entrada del puerto. Hielo picado por
doquier, ya no distinguimos el mar líquido, nos estamos moviendo y una aurora boreal
comienza a bailar en el cielo mientras atracamos. La palabra “mágicos” es
demasiado débil para describir esos momentos.
Son las 21:00, nos
ha tomado dos horas recorrer las últimas cinco millas, estamos amarrados al
muelle, la cena preparada por nuestra chef Dominique está lista. La tripulación
se acerca a la mesa en el calor de Tara,
todavía conmovida por la magia que nos envuelve. Eso es también el Ártico.
Este momento es aún
más especial para mí que acabo de perder un ser querido en esta misma mañana del martes 15 de octubre.
Romain Troublé, secretario
general de Tara Expéditions