El Señor del Ártico cerca de Tara. ©V.Hilaire/Tara Expéditions |
La roseta se
acaba de sumergir para una pesca a mil metros de profundidad. De repente,
François Aurat, apasionado de fotografía, se exclama después de comprobar
varias veces con los binoculares: "un oso viene nadando hacia nosotros".
Los que no están atareados
con la inmersión acuden para admirar la progresión acuática del imponente depredador
terrestre. Conocido por su velocidad de movimiento en el hielo, el oso es también
un nadador muy bueno.
"Es posible
que el haya ya recorrido varias millas nadando" nota Martin Hertau, nuestro
segundo capitán, quien tiene una solida experiencia ártica gracias a varias campañas
en las Svalbard, Noruega. " El oso llega a veces a recorrer 200 millas en aguas
profundas”.
A la vista de sus
dificultades para extraerse del agua, este macho solitario debe haber nadado mucho
tiempo. Después de un intenso último esfuerzo, el logra subir su masa de varios
cientos de kilos y de pelo saturado de agua. Observando Tara de vez en cuando,
el recupera de sus esfuerzos en esta providencial placa de hielo que podrá darle
también una posibilidad de cazar: una foca da vueltas entre el hielo.
Finalmente, después
de husmear en nuestra dirección y bostezar varias veces, el se queda acostado,
boca abajo u luego de espalda. Por el momento, este depredador tan perfecto como
un león en África nos parece más bien un enternecedor enorme peluche blanco,
levemente amarillo. El se queda somnoliento, comprobando de vez en cuando
nuestra posición. Dada la delgadez de este joven, sospechamos que él no se ha
alimentado desde hace varios días.
Yo no había visto
un oso polar desde mi participación en Tara Arctic 2007-2008. Nos quedan dos días de navegación para llegar a Tuktoyaktuk, Canadá.
El Mar de Beaufort nos está brindado un regalo único justo antes de entrar en
aguas canadienses.
Vincent Hilaire