Son las 15:00. Velas abajo, Tara viene contra el viento. Se sumerge la roseta, el cable desfila y se hunde en las profundidades. Una hora más tarde la roseta está de vuelta, necesitada de limpieza, y se vacían las muestras. Las velas se izan de nuevo y Tara retoma su rumbo.
La primera CTD de la serie por delante se celebra dignamente: la tripulación se tira al azul profundo. No hay aletas a la vista. "No hay tiburón", uno se quiere tranquilizar antes de zambullirse. Las ballenas de ayer se han ido y la sólo masa gris en el agua es el casco de Tara.
A principios de este fin de semana Loïc Valette, nuestro capitán, hace una mueca: estamos en la frontera del anticiclón de Isla de Pascua, tardaremos mínimo unos 4 días antes de tocar viento, pero al mismo tiempo nos espera un sólido oleaje. Los cuerpos se mecen más de lo normal, los ruidos en el barco están cambiado: el golpe seco de la tasa que golpea el borde de la mesa, el estruendo de la gaveta de cubiertos que se abre violentamente, el sonido sordo de un hombro contra una pared y su rebote en la pared de enfrente, la puerta de la ducha mal enganchada que choca hasta que alguien se harte e intervenga…
Las cosas se calman, todo se cierra y guarda mejor, uno cuida más de las computadoras, usualmente abiertas sobre la mesa, que amenazan ahora con irse a bailar. Aseguramos tazas y útiles, cada quien transforma la torpe compensación del rodillo en paso de danza y uno se acostumbra a sentarse en el comedor compensando por un rebuscado movimiento del busto. “Vivir en un columpio me cansa" confiesa Sophie.
¿Le habrá oído el océano? Se calma el oleaje pero el viento se hace sordo a nuestras suplicas. El fin de semana termina con el ruido de los motores y la esperanza de salir rápidamente de esta zona demasiado tranquila. Se siguen las CTD sin importar el clima. La única ventaja es que no tenemos que arriar las velas.
Ecos del fin de semana
Sábado o lunes, martes o viernes; En medio del Pacifico ya poco importa el nombre del día. Lo importante está en la lectura del programa de tareas para no pasar la asignación del día: fregar los trastes del almuerzo, limpieza, servir la cena, turnos de noche.
Pero aún así, esta mañana, el comedor huele a domingo. Alrededor del desayuno se oyen comentarios: "¿Quién ganó Roland Garros?” En Francia es el fin de tarde y una fuente le manda a Johan, aficionado al tenis, una noticia que le hace vibrar: ¡Gano Nadal! Loïc se inclina más al fútbol, a Yohann le hubieran gustado artículos "vela", mientras Sophie se apasiona por la sección de rugby.
Noticias del mundo, nuestro informativo dominguero, llegan al mismo tiempo: DSK, Yemen, energía nuclear. Por un momento estamos en Francia, con amigos reunidos en una casa de campo, en torno a un café y la prensa diaria. Rápidamente un pequeño rodillo nos regresará a la realidad.
Todos los instrumentos nos confirman que estamos en el desierto, el desierto oceánico, pobre en nutrientes. No pescamos presa alguna y las hipótesis ruedan: ¿Será porque el viento se fue, porque andamos con motores, es la velocidad equivocada, realmente los peces huyen esta zona “árida”? Por lo tanto rendimos un especial homenaje al despistado dorado que accedió morder el anzuelo para honrar nuestro almuerzo.
Nuestro "CDT", la "roseta", no disfruta del asueto de fin de semana. Inmersión el sábado y el domingo como cualquier otro día para las mediciones habituales.
Sibylle d’Orgeval
*Instrumento oceanográfico compuesto de frascos dispuestos en forma de roseta, que permiten tomar muestras de agua a diferentes profundidades.