05/07/2013

En el mar de Barents


Mar de Barents. Wikimedia Commons
Encadenamos las estaciones científicas en el Mar de Barents, entre las costas de Noruega, Rusia, el Svalbard, los archipiélagos de Francisco José y Nueva Zembla. En esta región oceánica poco profunda, la plataforma continental se encuentra a unos 230 metros bajo la superficie. Los científicos buscan comprender la vida biológica en una zona donde se mezclan cuerpos de agua del Atlántico y del Ártico.
 
"El Mar de Barents es uno de los mares más estudiados en el mundo. Entre 1801 y 2001, Rusia, Noruega y otros países han realizado más de 220,000 estaciones científicas en esta área" explica  Sergey Pisarev, científico ruso a bordo. En la década de 1870, unos barcos de guerra rusos y barcos de pesca noruegos realizan observaciones regulares en el Mar de Barents. En 1899, el gobierno ruso lanza un primer programa de investigación a bordo del rompehielos Yermak. En el marco del "Año Polar Internacional", se instalan luego unas estaciones meteorológicas alrededor del Mar de Barents, como la estación de Malie Karmakuli en la isla de Novaya Zemlya. Más de un siglo después, estos datos proporcionan ahora una base para el estudio del cambio climático en el Ártico. "No olvidemos que 130 años no es mucho tiempo en relación a las variaciones naturales del clima”. 

La historia del Mar de Barents está ligada a los intentos de Willem Barents, explorador holandés quien en 1594 zarpa de Amsterdam con dos barcos en busca de un paso por el Norte para llegar al Extremo Oriente.

El mar de Barents provoca el interés general tanto por su posición en la ruta marítima del Norte y su acceso libre de hielo durante todo el año, como por su riqueza en recursos naturales: peces en cantidad apreciable, gas y petróleo.
Tara se encuentra en estas aguas para recolectar los datos físicos, químicos y planctónicos que permitirán complementar sus bases de datos oceánicos globales, pero otras expediciones se enfocan más bien en el potencial de pesca y de extracción de petróleo o gas.

El  futuro del Mar de Barents se definirá entre la sed de conocimiento para entender mejor el calentamiento global en el Ártico, la obligación de limpieza de residuos nucleares y el apetito por la explotación de recursos naturales.

Anna Deniaud Garcia