15/07/2013

El hombre que escucha crujir el hielo


Sergei  Pisarev. A.Deniaud/Tara Expéditions
Sergei Pisarev ha sido mencionado aquí como el representante oficial de Rusia a bordo; Pero ante todo, él es un científico, un especialista del Ártico. Retrato de Sergei, el investigador emérito en oceanografía física, el aventurero ártico, el hombre que escucha el crujido del hielo.

Sergei cuenta con más de veinte derivas en el Ártico y treinta expediciones en todo el mundo. Pero antes de llegar a ser viajero, audaz, apasionado, el nace  en 1958 en Kharkov, Ucrania. Pronto, debe seguir su padre, oficial del ejército, hacia el oriente de la URSS, China, Letonia; Construir, partir, volver a construir, partir de nuevo.
Cuando niño, esta reconstrucción permanente es algo que Sergei vive cada primavera en la banquisa. Pero para un niño, no es tan simple. "Es difícil cambiar sin parar de escuela, pero eso le  enseña a uno ser fuerte, independiente y comunicativo." Buen estudiante, el sueña con convertirse en navegador. Unos años más tarde, las películas de Cousteau lo motivan en sus ambiciones. A los diecisiete años, el se inscribe en geografía en la ilustre Universidad Estatal de Moscú.

Un año de geografía, cuatro años de oceanografía. Diplomado de la Universidad, el integra el Instituto de  Acústica de Moscú y participa en su primera expedición polar en el mar de Barents. "Estudié durante meses la dinámica del frente polar, y estuve exactamente en la misma posición geográfica que ahora con Tara". En 1982, él deriva encima del desfiladero de Santa Anna, donde estábamos hace unos días. Así que Tara Oceans Polar Circle tiene algo de peregrinación para Serguei.

Los diez años siguientes, este apasionado de física conjuga paternidad con una estadía cada primavera afuera del archipiélago de Franz Joseph para una derivas de tres meses en el hielo. "En aquel tiempo, yo había armado mi propia sonda de temperatura, un cable de quince metros que ponía en el agua bajo el hielo para estudiar los grandes movimientos verticales del agua, las ondas internas". A los 27 años, él es ascendido a jefe del campamento, a cargo de la seguridad del equipo humano y de los materiales”. En esta región muy dinámica, los movimientos del hielo son comunes, se debe desplazar constantemente las tiendas y los instrumentos.

Durante estos diez años, los datos científicos y los recursos abundan. En tres o cuatro meses, Serguei llega a ganar el sueldo anual de un ingeniero. Pero de repente, tal el hielo marino, el bloque soviético se derrite, causando la caída de la economía. No hay recursos para la ciencia, Sergei se refugia en pequeños trabajos de oportunidad. "De generación en generación, en mi país, siempre hemos tenido que adaptarnos, así que reaccione sin deprimirme. Una crisis es mejor que la guerra".

Afortunadamente, en 1994, las actividades arrancan de nuevo. Sergei participa en un estudio transártico sobre la propagación del sonido en el mar, un estudio aclamado como la mejor colaboración científica del año entre los Estados Unidos y Rusia. Los proyectos internacionales siguen. En 2006, él navega por primera vez en Tara en el marco del proyecto científico Damocles yl estudia las consecuencias económicas y sociales del cambio climático en el Ártico, en ocasión del programa europeo ACCESS. El es también consultor para una empresa que proyecta extraer gas en el Mar de Barents. Cuando se le pregunta acerca de los peligros de tal actividad, el responde: "Cualquier actividad industrial es peligrosa para la naturaleza, espero que podamos organizar esa lo mejor posible".

Esperemos entonces que Sergei y sus colegas tengan éxito en la protección de esta hermosa parte del mundo, para que otros después de ellos puedan todavía pisar un territorio virgen y puedan escuchar crujir el hielo.

Anna Deniaud Garcia