21/08/2017

Charlène Gicquel, con tenacidad


Algunas notas de acordeón brotan de la cabina delantera de Tara. Es un momento privado que Charlène Gicquel  saborea en particular. Esta capitán de marina mercante, de 32 años, esperaba con ansias sus primeras millas a bordo de la goleta. Desde hace 13 años.

Charlène, es tu primer contrato con Tara en calidad de jefe mecánico, ¿cómo te sientes?
“Un poco ansiosa porque no conozco totalmente el barco en operación, aunque haya participado en las obras de mantenimiento en Whangarei. Me gusta la idea de que Simon Rigal, habitualmente  jefe mecánico en las «Abeilles », este cerca. En estos primeros pasos, me permite contar con un respaldo experto en caso de avería, y así evitar meter la pata.

Me inclinaba por un puesto de oficial de cubierta. Pero me gustaría aportar mi contribución, a largo plazo, en máquinas de Tara. Eso requiere de tanta energía y compromiso al inicio, que resultaría  lógico seguir en esta función. El desafío es ahora en vivo. Mi objetivo es cumplir de la mejor manera este primer contrato.

Para llegar aquí, después de tantos años de espera, renuncié al  puesto de segundo capitán a bordo del velero “Ponant”. Porque desde que vi a Tara en Marsella, se había vuelto obsesivo  tener un lugar a bordo.

Nada me predestinaba a los oficios del mar, no hay antecedentes en mi familia. A los 12 años, como muchos adolescentes franceses, empiezo con mis primeros cursos de vela en Bretaña. Mi padre creció en Vannes, pero su familia no navegaba. A los 15 años, descubro el catamarán. Eso me llena de nuevas sensaciones. Al final de este curso, el instructor me dijo: “Si tú quieres, el año próximo, puedes regresar a trabajar conmigo como instructor adjunto”. Seguí  el caminoa hasta un diploma de instructor de vela a los 18 años. Embarqué luego para mis primeras navegaciones en alta mar.  Progresivamente, germinó la idea de que hacer mi vida con un oficio vinculado al mar podría ser bueno.

Yo pensaba más bien en la construcción naval, o la oceanografía. Una amiga me habló bien de la marina mercante.  Se dio un “click”. Me inscribí al concurso después del bachillerato. Funcionó. Me integré a “Hydro”, en Marsella, en 2003.
Un año más tarde, Tara hacía escala en Marsella. Postulé una primera vez, deseando embarcar algún día.

Durante eso años de marina mercante a bordo de  portacontenedores y de tankers, ¿sigues postulando para embarcar en Tara, en particular para la deriva ártica?
Tara era una obsesión. Yo laboraba en buques de comercio, pero seguía buscando otra cosa. Un día, Simon me habló de los barcos del Padre Jaouen, el “Bel Espoir” y el “Rara Avis”. Embarcar en ellos ha cambiado mi vida. Es así que quería vivir mi oficio. Esas vivencias me abrieron horizontes alucinantes.
Los tripulantes de esos barcos tenían experiencias muy diversas. Todos iniciábamos desde cero. Eso permitía que todo el mundo se enriqueciera  y progresara. Era muy estimulante.

Después de este año 2006-2007 genial, recibí propuestas de navegación en medio polar, en Noruega y Spitzberg.  Conseguí un contrato de voluntaria civil de cooperación técnica para pasar una invernada en la base Dumont d’Urville, Antártica, en 2009, en calidad de segundo mecánico.

Al regresar de Antártica, embarqué en el “Belem” (2010) para dos temporadas completas.  También terminé mi 5to. año de marina mercante. Postulé para Tara Océans, pero no había espacio para mí. Luego entendí que con mis diplomas y mi experiencia, ya sería posible.

Embarqué más tarde en el “Ponant”, antes de un año completo a bordo de “Hermione”. En la primavera de 2017, Simon me avisó de que Tara Expéditions buscaba un jefe mecánico. Y aquí estoy.

Entrevista por Vincent Hilaire.