Algunas notas de acordeón brotan de la cabina delantera de Tara. Es un momento privado que Charlène Gicquel saborea en particular. Esta capitán de marina mercante, de 32 años, esperaba con ansias sus primeras millas a bordo de la goleta. Desde hace 13 años.
Charlène, es tu primer contrato con Tara en calidad de jefe mecánico, ¿cómo
te sientes?
“Un poco
ansiosa porque no conozco totalmente el barco en operación, aunque haya
participado en las obras de mantenimiento en Whangarei. Me gusta la idea de que
Simon Rigal, habitualmente jefe mecánico
en las «Abeilles », este cerca. En estos primeros pasos, me permite contar con
un respaldo experto en caso de avería, y así evitar meter la pata.
Me
inclinaba por un puesto de oficial de cubierta. Pero me gustaría aportar mi
contribución, a largo plazo, en máquinas de Tara. Eso requiere de tanta energía
y compromiso al inicio, que resultaría
lógico seguir en esta función. El desafío es ahora en vivo. Mi objetivo
es cumplir de la mejor manera este primer contrato.
Para llegar
aquí, después de tantos años de espera, renuncié al puesto de segundo capitán a bordo del velero
“Ponant”. Porque desde que vi a Tara en Marsella, se había vuelto obsesivo tener un lugar a bordo.
Nada me
predestinaba a los oficios del mar, no hay antecedentes en mi familia. A los 12
años, como muchos adolescentes franceses, empiezo con mis primeros cursos de
vela en Bretaña. Mi padre creció en Vannes, pero su familia no navegaba. A los
15 años, descubro el catamarán. Eso me llena de nuevas sensaciones. Al final de
este curso, el instructor me dijo: “Si tú quieres, el año próximo, puedes regresar
a trabajar conmigo como instructor adjunto”. Seguí el caminoa hasta un diploma de instructor de
vela a los 18 años. Embarqué luego para mis primeras navegaciones en alta
mar. Progresivamente, germinó la idea de
que hacer mi vida con un oficio vinculado al mar podría ser bueno.
Yo pensaba
más bien en la construcción naval, o la oceanografía. Una amiga me habló bien
de la marina mercante. Se dio un
“click”. Me inscribí al concurso después del bachillerato. Funcionó. Me integré
a “Hydro”, en Marsella, en 2003.
Un año más
tarde, Tara hacía escala en Marsella. Postulé una primera vez, deseando
embarcar algún día.
Durante eso
años de marina mercante a bordo de
portacontenedores y de tankers,
¿sigues postulando para embarcar en Tara, en particular para la deriva ártica?
Tara era
una obsesión. Yo laboraba en buques de comercio, pero seguía buscando otra
cosa. Un día, Simon me habló de los barcos del Padre Jaouen, el “Bel Espoir” y
el “Rara Avis”. Embarcar en ellos ha cambiado mi vida. Es así que quería vivir
mi oficio. Esas vivencias me abrieron horizontes alucinantes.
Los
tripulantes de esos barcos tenían experiencias muy diversas. Todos iniciábamos
desde cero. Eso permitía que todo el mundo se enriqueciera y progresara. Era muy estimulante.
Después de
este año 2006-2007 genial, recibí propuestas de navegación en medio polar, en
Noruega y Spitzberg. Conseguí un
contrato de voluntaria civil de cooperación técnica para pasar una invernada en
la base Dumont d’Urville, Antártica, en 2009, en calidad de segundo mecánico.
Al regresar
de Antártica, embarqué en el “Belem” (2010) para dos temporadas completas. También terminé mi 5to. año de marina
mercante. Postulé para Tara Océans, pero no había espacio para mí. Luego
entendí que con mis diplomas y mi experiencia, ya sería posible.
Embarqué
más tarde en el “Ponant”, antes de un año completo a bordo de “Hermione”. En la
primavera de 2017, Simon me avisó de que Tara Expéditions buscaba un jefe
mecánico. Y aquí estoy.
Entrevista por Vincent Hilaire.