28/04/2017

¿Por qué el 2017 es crucial para salvaguardar los océanos?



Una negociación en curso en la ONU sobre la gestión de los océanos ha pasado algo desapercibida. Los siete signatarios de la presente tribuna alumbran la importancia de un acontecer internacional crucial para el porvenir de numerosos ecosistemas marinos amenazados.

Hasta para los ecologistas más familiarizados con la jerga “onusiana”, el mismo título de la negociación en curso en la ONU sobre el Alta Mar resulta engorroso: “Conferencia preparatoria para el desarrollo de un instrumento internacional legalmente vinculante para la conservación y la gestión sostenible de la biodiversidad marina más allá de las zonas de jurisdicción nacional”.
Entre la efervescencia que rodeó la COP21 y el silencio que envuelve este presente proceso, es chocante el contraste.

¿Cuántos europeos saben que el Alta Mar –el conjunto del espacio marítimo más allá de las 200 millas de las costas, o sea, la mitad de la superficie del planeta– no cuenta con instrumento alguno de gestión internacional para proteger su biodiversidad?
¿Y cuántos saben que una conferencia internacional mayúscula está en proceso para remediar a esta laguna?

No obstante su aspecto técnico y jurídico, esta negociación internacional constituye, sin duda, la cita para el Océano más importante desde la puesta en vigencia de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, en noviembre de 1994.

Se trata ahora de definir las reglas que permitirán conservar y gestionar de forma sostenible la biodiversidad marina en el Alta Mar. Este ecosistema, todavía desconocido en gran parte, conforma el zócalo de la vida planetaria y de sus orígenes.

En el transcurso de los últimos años, se han multiplicado los estudios e informes para lanzar un grito de alarma.
Hoy en día, hay urgencia para el Océano. El Océano sufre, más allá de lo previsto, de los impactos del cambio climático (calentamiento, acidificación, desoxigenación) y de las contaminaciones de origen humano. El “Azul Profundo” produce el oxígeno que respiramos, él absorbe cerca del 90% del calor, 25% del carbono presente en la atmosfera, y desempeña un papel mayor en la alimentación de la población mundial. Todos estos servicios del Océano y de sus ecosistemas no son eternos, mucho menos si seguimos contaminándole, pescando demasiado y tirando tanto CO2 a la atmósfera.

En el corazón de las negociaciones están la definición y la gestión de las áreas marinas protegidas (AMP). Estas son reconocidas por la Comunidad Internacional como una herramienta esencial de la conservación de la biodiversidad. Las AMP contribuyen a frenar los impactos del cambio climático en el Océano, ofreciendo a la biodiversidad la capacidad de una mejor resistencia al estrés suplementario que implica el cambio. La creación de una red de AMP en el Alta Mar será decisiva para preservar y mantener los ecosistemas.

Esta conferencia enfrenta el desafío de clarificar, definir y negociar los aspectos científicos, técnicos, jurídicos y políticos.
Ante los negociadores se erigen los retos científicos: se trata de definir los mecanismos de regulación y de financiamiento de la investigación en el Alta Mar. Para la comunidad científica, esta negociación llega de forma oportuna. Ella coincide con grandes transformaciones:
-Los asombrosos adelantos en la secuenciación del ADN y el tratamiento del “big data”, que abren perspectivas prometedoras en materia de análisis de los genomas aplicados a la biodiversidad marina.
-El desarrollo de nuevas tecnologías para el monitoreo de los buques, apoyándose en la precisión de imágenes satelitales que permiten contrarrestar la pesca ilegal.
-El desarrollo de la robótica, con drones y sistemas subacuáticos cada vez más eficientes, que nos ayudan a explorar, comprender y preservar hasta los ecosistemas más profundos.

En términos de investigación, surge una paradoja. Una regulación internacional demasiado burocrática de la investigación marina amenazaría el desarrollo de la ciencia fundamental en el Alta Mar, mientras necesitamos más que nunca de la investigación y del conocimiento para descifrar los cambios en proceso.
Para la Humanidad, la inversión y la cooperación internacional en la investigación científica en el Alta Mar resultan más determinantes que nunca.

Durante los cuatro meses de negociación que se inician se vislumbra una tercera vía, entre, por un lado, quienes apuntan al nacionalismo y la limitación para enfrentar la amenaza de explotación comercial intensiva de los recursos, y, por otro lado, quienes abogan por la libertad de la investigación científica, pero que son renuentes a las transferencias de tecnologías, a los sistemas de información de libre acceso, y al reforzamiento de las capacidades de los países en desarrollo.

El papel de Europa, al frente del más vasto dominio marítimo mundial, es central para que prevalezca esta vía media, apuntalada por una visión de solidaridad, de compartir, de cooperación y excelencia científica, en oposición a las derivas ultra liberales de un lado, y de otro, a tendencias nacionalistas y soberanistas.

Para Francia en particular, es una oportunidad de desempeñar un papel relevante para la gobernanza del Océano, mientras los negociadores temen que el cambio de posición del gobierno de EE.UU induzca posiciones refractarias a todo acuerdo internacional.

También es una oportunidad para Europa de promover unas iniciativas más ambiciosas en acuerdo   con la comunidad científica, así como progresar en la construcción de una base de datos, común y asequible a todos, sobre la vida de los océanos. Ello, conjugando las nuevas tecnologías de genómica, imagen y bioinformática.

Por fin está llegando la oportunidad de potenciar los programas internacionales de cooperación científica, abarcando las transferencias de tecnologías, la formación, el intercambio de post-doctor antes y de unidades internacionales de investigación.

En el transcurso de esta negociación, nos toca desarrollar un voluntarismo obstinado en la cooperación, algo que ya no vendrá de Norteamérica ni de los países emergentes.
Otro tema dista de ser consensual: ¿Qué institución internacional será creada o mandatada por el Secretario General de las Naciones Unidas para dirigir esta gobernanza?
Un impasse sobre uno solo de esos puntos podría desechar la negociación iniciada hace más de 10 años, un proceso que ya resistió un numeral de tormentas y vientos contrarios, en 2012 y 2015.
2017 es decisivo para el Océano en la ONU. Prevista en junio 2017, en New York, la Oceans Conference, reunirá el más alto nivel en torno a la aplicación de los objetivos del desarrollo duradero (SDG14). 

Tras el éxito de la COP21 y del Acuerdo de Paris, en un contexto de crecimiento de los nacionalismos, resulta vital que Europa y Francia se posicionen como líderes del buen desarrollo y término de este acuerdo que permitirá el lanzamiento de una conferencia intergubernamental para la gestión del Alta Mar en 2018.

André Abreu, Director de políticas internationales, Fondation Tara Expéditions
Françoise Gaill, Directora emérita de investigación, CNRS BOREA
Eric Karsenti, Director emérito de investigación ENS-CNRS/EMBL
Chris Bowler, Director de investigación, CNRS, Ecole Normale Supérieure Paris
Daniele Ludicone, investigador científico, Stazione Zoológica Anton Dohrn di Napoli
Gaby Gorsky, Director emérito de investigación CNRS/UPMC
Romain Troublé, Director, Fondation Tara Expéditions