A.Deniaud/Tara Expeditions
Más allá de su función principal de barco científico, Tara es también un lugar de vida donde catorce personas comparten sus vidas. En promedio, los científicos se quedan un mes a bordo mientras los marineros se quedan períodos más largos, de tres meses en general. Para que la vida comunitaria se desarrolle en las mejores condiciones posibles en este espacio limitado, hay reglas, horarios, tareas que cada uno debe respetar.
Cada mañana entre siete y ocho, se reúne toda la tripulación en el comedor para el desayuno. Sobre la mesa hay cada día un buen pan hecho por la cocinera a bordo. La tripulación no se involucra en la preparación de las comidas, sólo una persona tiene la entera responsabilidad. En cambio, todos, excepto el capitán, participan en las tareas domesticas. Servicio de mesa, lavado, limpieza, cada equipo formado por dos o tres personas realiza una de estas tareas. Por mal tiempo, poner la mesa y servir los alimentos puede parecer algo arriesgado, pero sobremesas antideslizantes limitan el daño.
Para anunciar la comida, la cocinera usa una gran campana que resuena en todo el barco. Para avisar los mecánicos de la hora del almuerzo hay sin embargo que ir a veces hasta la sala de máquinas, un lugar especialmente ruidoso.
En cada parada, la cocinera se encarga del abastecimiento en alimentos para la siguiente etapa que puede durar hasta un mes. Todos los alimentos se almacenan en cajas bajo las camas o en proa. Frutas y verduras se envuelven en papel para su mejor conservación. Carne y pescado se guardan en un congelador de gran tamaño. Los marineros sueñan a diario con pescar algo, pero es prudente tener mariscos en reserva.
Fuera de las horas de comidas, el comedor se viste de sala de estar o de oficina open-space. Alrededor de las mesas de madera, sentados en bancos, los científicos trabajan en sus computadoras. Con mar demasiado agitado, algunos se orean regularmente en cubierta en pausas que evitan ser sorprendido por el mareo.
El ingeniero de cubierta (deck engineer) tiene su propia oficina ubicada en la biblioteca del barco. Al lado del comedor, una reducida cabina está reservada para el segundo capitán y el periodista embarcado para guardar allí el equipo de vídeo. Comúnmente llamada el PC-com esta cabina alberga todos los dispositivos de comunicación a bordo, con dos teléfonos que permiten mantener el contacto con Francia. Pero nunca verán un miembro de la tripulación colgado allí por horas. Las comunicaciones son muy costosas, el teléfono se reserva para las comunicaciones profesionales No hay Internet a bordo, pero para enviar noticias a sus familiares y amigos, cada miembro de la tripulación tiene una dirección de correo electrónico personal especialmente creada para su uso mar afuera; el sistema es a veces caprichoso, es como lanzar una botella al mar: algunos mensajes nunca llegaran a su destino. A pesar de estas incomodidades, los miembros de la tripulación revisan su casilla cada día con la esperanza de recibir noticias de los que dejaron al embarcar.
Vivir en la goleta conlleva más restricciones que las solas limitaciones de comunicación. Por ejemplo, hay que separar los residuos orgánicos del resto y tirarlos al mar todos los días. No se tiran sin embargo las cáscaras de huevos y sobras de aves debido a los riegos de contaminación.
También se restringe el consumo de electricidad y agua. La electricidad es suministrada por un banco de baterías recargado por tres generadores que consumen diesel. Es entonces prudente evitar el consumo innecesario. Un desalinizador produce agua dulce a partir de agua de mar pero el también consume electricidad, y la producción de agua potable toma tiempo. Por lo tanto se hace hincapié en ahorrar las reservas para tener siempre agua dulce disponible.
El velero dispone de aire acondicionado y calefacción. Diseñado para navegar en condiciones polares, Tara almacena una gran cantidad de calor solar. En zonas cálidas, resulta imprescindible usar el aire acondicionado para evitar el sobrecalentamiento de los dispositivos electrónicos, ya sea en el PC-com, o en el laboratorio seco. Pero todas las aéreas del barco no están servidas por el acondicionador de aire; cuando hace demasiado calor adentro el mejor remedio es entonces de salir en cubierta un rato. En los periodos de calor más fuerte unos hasta abandonan sus camarotes para dormir en hamacas bajo las estrellas.
Para hospedar toda la tripulación, el velero cuenta con siete cabinas equipadas con dos literas superpuestas. La litera, una especie de cama a bordo, se puede colocar en el sentido transversal o longitudinal del barco. El balanceo o la inclinación pueden estorbar, como el tener la cabeza más baja que los pies. El sueño en un velero es siempre más leve que en una cama en casa. La ventaja es que cada mañana los viajeros sienten que tuvieron mil y un sueños, entre ellos el de recorrer el mundo a vela para revelar los misterios de la vida subacuática.
Anna Deniaud