31/01/2011

Recuerdos de la Antártida.


© V.Hilaire/Tara Expéditions


Esta misión en la Antártida está por concluir y estamos anclados en Puerto Williams (Chile) desde el viernes; He aquí algunos recuerdos, imágenes, aspectos más destacados de este viaje que impactaron nuestro equipo. La mayoría de nosotros nunca había estado en el extremo sur del planeta.
Amélie Betus, cocinera (33 años)
"Para mí, la Antártida es ante todo una sensación de frío en la cara. El reencuentro con el elemento hielo (Amélie ya cuenta con una invernada ártica), icebergs y el sonido de las pisadas en la nieve.
En particular aprecié la Isla Seymour (Marambio) con todos sus fósiles. Yo no sabía que este continente blanco había sido una vez cubierto de árboles en algunos lugares.
Me hizo falta la presencia de los osos; no hay aquí. Tampoco hemos visto depredadores de esta clase en la Antártida. Es más pacífico; en el Ártico puedes ser una presa, tanto como en el Sur profundo, el principal depredador es el hombre. Vimos algunas "huellas" del hombre en  Deception Island, donde hay vestigios de antiguas estaciones balleneras.”

François Noël, jefe de máquinas (62 años)
"Es bonito, verlo vale la pena, pero yo esperaba ver mucho más animales. Creo que hay que ir   una vez por curiosidad, pero personalmente no pasaría mis vacaciones allí. El lugar que más me gustó fue el anclaje de Brown Bluff, donde lamentablemente se ha perdido el ancla. Había un montón de pingüinos; uno va allá para ver esto".

Alain Giese, segundo capitán  (51 años)
"En la Antártida, me sentía como en otro planeta. Es un mundo mineral, de hielo, de viento. Vimos ballenas jorobadas casi al costado de Tara. Los pingüinos son a veces divertidos, a veces preocupados, con actitudes muy humanas. También me arrepiento de no haber visto más animales.
El continente blanco es un mundo duro, las estaciones abandonadas que visitamos estaban muy austeras. No me puedo imaginar cómo hombres podían vivir en estas condiciones.
Es una experiencia única, nos hacemos preguntas sobre el continente que representa el 70% de las reservas de agua del planeta, y sólo vimos algunas facetas”.

Baptiste Régnier, marinero polivalente (28 años)
"Yo quería ir allí desde hace mucho tiempo, sobre todo porque pasé mucho tiempo en Argentina y Chile, en la puerta del continente blanco. Es hermoso, bonito, pero un mes es demasiado corto. Tengo ganas de volver, tomar más tiempo. Gozar más estos paisajes de locura. Te apantallan totalmente. ”.

Marc Picheral, Jefe de misión (47annos)
"Estaba soñando con ver tabulares, eso da una idea de la inmensidad de estos grandes glaciares que caen al mar, y que, después de romperse, hacen estos icebergs. Todos estos bloques tienen diferentes edades, se puede ver por su variedad de colores.
Uno de los momentos fuertes que recordaré, es aquella estación científica que realizamos en el mar de Weddell, donde mientras recolectábamos microorganismos marinos veíamos ballenas a unos pocos cientos de metros. Uno tenía la impresión de que toda la cadena alimentaria estaba allí.
En comparación con un viaje en las Kerguelen, he encontrado que había poca vida aquí. La pingüinera de Brown Bluff fue realmente extraordinaria. Tuvimos poca luz, lo poco que hemos visto de los asentamientos humanos fue sórdido, pero no hemos visitado la base científica.
En cuanto a navegación, hemos escapado del mal tiempo, fue bueno. "

Mike Lunn, oficial de cubierta (40 años)
"Es realmente fantástico. Todos los lugares son interesantes, pero he disfrutado en particular de la isla Dundee. Sin embargo, yo esperaba ver mucha fauna. Si tengo otra oportunidad, me gustaría volver, fue realmente demasiado breve”.

Roland Heilig, director de investigación en el Genoscope (63 anos)
"No he tenido la oportunidad de pisar tierra en Brown Bluff para observar las pingüineras. Con excepción de las ballenas jorobadas, vimos muy pocos mamíferos marinos. Al igual que Thomas, guardaré una imagen de desolación; me resulto duro el clima. Nevó mucho, no hacía mucho frío, pero con el viento, la sensación de frío se siente amplificada. Es sin duda una experiencia inolvidable, me gustaría conocer el otro lado de la península, la costa occidental y el pack de hielo que no hemos podido ver. Pero para eso, se debe ir en un rompe-hielo".

Thomas Lefort, biólogo (32 años)
"La isla de Seymour, fue algo genial En general, lo encontré muy árido. La Antártida me dejará recuerdos de colores en blanco y negro. Es mejor amar estos colores en otros lugares. Todo esto da una atmósfera de desolación a esta tierra. "

Hervé Bourmaud capitán de Tara (39 años)
"En el mar de Weddell, tuve una sensación de grandeza, de estar en un mundo de otra dimensión con todos estos grandes témpanos tabulares. Otro planeta. Un santuario. Además, todos estos icebergs tienen una historia, quizás a veces milenaria.
Más, la Antártida, para mí es una biomasa particular que hemos muestreado bien. Una gran proporción de ciertos organismos, pero una baja biodiversidad. Esto no impide que las ballenas se  alimenten copiosamente, como en la estación que hicimos en esta polinia. El haber podido trabajar en tal entorno es una gran oportunidad. El Mar de Weddell es un lugar todavía poco visitado, y aún protegido por su congelación.
Otro recuerdo, es nuestra escala histórica en Seymour, la isla de los fósiles. Tara ya había estado allí con otros capitanes, como Jean Collet. Y con Sir Peter Blake, cuando Tara se llamaba Seamaster.
Realmente hemos vivido un mes rico en todos los aspectos, historia, biología marina, geología, vida salvaje, y para mí siempre es el mismo placer de navegar con Tara. La idea de los arquitectos que construyeron Tara cobra aun más lógica aquí.
Lamento no haber tenido tiempo de ver algo de la costa oeste, pero tuvimos la oportunidad de visitar lugares como Deception Island. Anclar en un cráter no es común, es un lugar fascinante. En estos lugares, es como vivir un cuento de Julio Verne".
Entrevistas hechas por Vincent Hilaire.