31/01/2011

Doblar el Cabo de Hornos


© V.Hilaire/Tara Expéditions
Primero, una masa oscura en un cielo gris. Un promontorio sobre el océano. Es el fin de la tarde en Tara, y estamos a treinta millas del mito. Poco a poco, al avanzar a más de ocho nudos, se divisa la costa chilena alrededor del Hornos. Un tropel de acantilados, rocas, montañas y picos bajo las órdenes del maestro de estos lugares.
Primeras fotos tomadas desde la borda, entre dos gotas de lluvia, como a escondidas. Pero aún estamos lejos.
Después de la cena, el maestro se hace más imponente; Vemos ya un faro a su derecha. Un destello blanco cada diez segundos. Pensar en los miles de barcos y veleros que navegaron al pie des estos cantiles, batallando a veces durante días contra la corriente para cruzar la punta más austral del mundo, me hace apreciar aún más este instante. Pero con Tara, esta noche vamos exactamente donde queremos ir. Hoy, no es el gigante de piedra quien dictara su ley.
Como la tradición manda, para graduarse del Cabo de Hornos, se debe cruzar la línea de oeste hacia el Este; O lo contrario. O sea del Atlántico al Pacífico; O viceversa. Como hacemos ruta hacia Puerto Williams, hacia el Este, entonces será de Oeste a Este.
Son casi la medianoche, estamos tal vez a quinientos metros del lugar que todos los marineros del mundo temen y veneran tanto. Para celebrar, se descorcha una botella de champaña. Como en las imágenes del Vendée Globe o del Trofeo Jules Verne, unas cuantas burbujas explotan en los vasos, para marcar la ocasión. Nos tomamos la foto tradicional con el Cabo de Hornos de fondo.
Estoy especialmente emocionado porque estoy concretando  un nuevo sueño. Sin compararme a los marineros de antaño quienes vencían este paso a dura lucha, arriesgándose la vida en  las tormentas,  estoy saboreando el momento.
Pasar el Hornos por primera vez, es cruzar una puerta de la historia marítima, y también de la propia historia de uno. Tara nos carga con quietud,  avanzando tranquilamente en la noche. Gracias Tara. Es un poco estúpido, este paso marca un cambio de algo, y sin embargo lo hacemos sin esfuerzo, al motor, champaña en la mano.
Esta mañana el Canal de Beagle esta bañado por la luz, el cielo es azul. Un hermoso día comienza. Son apenas las once de la mañana cuando llegamos a Puerto Williams, el final de esta etapa.
La impresión de que este mes de misión en la Antártida sólo duró unos días se refuerza en las mentes. En Puerto Williams, estamos claramente de regreso en otro mundo; Menos luz durante  el día, pero las temperaturas son más altas. Es muy verde, como una primavera que brota. Probablemente porque no hemos visto árboles durante un mes.
Saldremos de aquí el 2 de febrero para cruzar los canales de Patagonia hasta Puerto Montt.
Vincent Hilaire