18/01/2011

Tara vuelve a encontrar el hielo


Mientras este jueves empezaba la estación 85, ya caían los primeros copos de nieve. 1° C en el termómetro. En cubierta, todo el mundo estaba abrigado. Ningún horizonte realmente definido, y siempre esta niebla gris, espesa, húmeda.


Primera rosetta-CTD (Conductivity, Temperature & Deph instrument), la rutina de los gestos y del lanzamiento al agua, lo suficiente como para adaptarse “suavecito” a este nuevo clima. Lo más difícil: la espera entre las inmersiones, el frío y el viento que se conjugan para dilatar aún más el tiempo. A pesar de los guantes de plástico, son las manos de los biólogos que más sufren al manipular sin parar agua de mar.

Este primer día pasara en este ambiente, desde las 7de la mañana hasta la 1 de la mañana siguiente. Con toda la concentración que requieren las manipulaciones, es un ritmo infernal. Trabajar en el frío no tiene nada que ver con las inmersiones en el Trópico; La energía gastada es mucho mayor.

Única recreación del día, un encuentro con un iceberg escultural, surgido de la espesa puré, en un claro. Encuentro, casi un flirt, es el primero que observamos desde tan cerca. Casi cada segundo el cambia de color con la luz. Colores que tiñen este “cubo" de algo irreal. Una nave congelada de cartón, que parece acarrear la Historia. Cosas que a nosotros, humanos, nos cuesta percibir. Y describir. Doña Naturaleza pudo haberse tomado miles de años para construir el hielo antes de esculpir, un día, esta obra de arte flotante.

Al despertar del segundo día de esta estación (viernes), "todos estamos en cámara lenta", me dice Celine Dimier-Hugueney, una de los biólogos embarcados, regularmente a bordo de Tara este año pasado. Al observar todo el mundo a las 7:30 de la mañana, resulta obvio que los rostros están marcados; se percibe un gran cansancio, aun que haya voluntad de llevar el trabajo a cabo.

Subida de una roseta, la inmersión falló: ninguna botella se ha cerrado. A la hora del almuerzo, el viento se levanta, y Marc Picheral, nuestro jefe de la misión, decide aligerar el programa. "No hace falta romper el material o perderlo, la misión de Tara Oceans en Antártida  solamente  empieza. Ya hemos tenido la oportunidad de realizar 21 lanzamientos al agua y de muestrear en tres diferentes profundidades, y estamos en el mar de Weddell, así que mantengámonos humildes”. El viento sigue aumentando; La estación se declara oficialmente terminada. Izamos las velas con Baptiste Régnier, marino polivalente y Alain  Giese, el segundo capitán. Tara emprende rápidamente a 9 nudos. Enfilamos a toda marcha hacia el sur del mar de Weddell.

Esta mañana (sábado), desde las 9 de la mañana,  primer iceberg tabular que bordeamos por su flanco oeste, y luego entramos en una zona donde se divisan otros tabulares a los 360° alrededor nuestro. Todo el mundo está en cubierta para vivir esta entrada en el país de los hielos. En efecto, dos horas más tarde, maniobramos en medio de una gran cantidad de cubitos de hielo, y de todos  lados, en la distancia, con binoculares, se divisa un pack de hielo compacto.

Roland Heilig, del Genoscopio de Evry, quien se encarga a bordo de biología, me comparte su emoción: "Es magnífico, ver a una naturaleza virgen e intacta como esta, es muy emocionante, es puro".

Este sábado por la noche nos quedaremos en medio de esta agua salpicada de pequeños icebergs, antes de una nueva estación mañana domingo en la mañana. La goleta no se mueve casi, como si estuviéramos amarrados a un pontón. ¡Bienvenidos a Puerto Weddell!

Estamos a la orilla de una gruesa capa de hielo, si nos fijamos en los reflejos en el cielo, como lo ha descrito tan bien en su tiempo Sir Ernest Schakleton antes de la pérdida de su Endurance.

Esta noche Tara espera la hora de la "ciencia", en este decorado inusual, por 64 ° 24 ' Sur y 53 ° 6' Oeste. De mantenerse así las condiciones, mañana sacaremos muestras de estos fondos de 2000 metros, por dos días.

Vincent Hilaire - 09/01/2011


© V.Hilaire/Fonds Tara