12/05/2017

31 días de autonomía


Hacemos ruta en el Pacifico Sur desde unos días, rumbo a Lautoka, en las Fidji. A bordo, somos 6 marineros, 5 científicos y una corresponsal de prensa. Estamos viviendo en completa autonomía por un mes. En altamar, el ritmo es sostenido: estaciones de muestreo, tareas diarias y turnos de navegación.

744 horas de navegación. Una experiencia única para 13 personas que viven en completa autonomía a bordo de un velero oceanográfico. ¿Qué es la autonomía en el mar? Según el diccionario, es “el período durante el cual un aparato puede funcionar sin intervención externa”. Pero, tratándose de la goleta, resultaría simplista resumir la autonomía a la disponibilidad de alimento y de combustible.
Claro, la independencia energética es una de las preocupaciones de Samuel Audrain, el capitán: “el diesel  es un punto importante porque debemos llegar a la fecha prevista. Pero el diesel cuesta y contribuye negativamente al peso del barco. Debemos calcular.  Zarpamos con 25,000 litros, un poco más de la mitad de un tanque lleno. Así que, tanto como se pueda, adaptamos las velas y el rumbo para usar el viento al máximo. Eso nos gusta a todos, y estabiliza el barco, economiza los motores. Progresamos mucho más rápido. Y reducimos aún más nuestra huella de carbono.
La autonomía en agua dulce es también un punto crucial. Tenemos un tanque de 6,000 litros y un desalinizador. En caso de falla del desalinizador, embarcamos 65 litros de agua embotellada  que, en teoría, nos permitirían aguantar una semana”.
Al embarcar en Tara uno es consciente de los riesgos ligados al difícil acceso a la atención médica. Pero no estamos totalmente desprovistos. Tara se beneficia de una “dotación A”, una dotación médica compuesta por instrumentos y medicamentos determinados por el tipo de navegación, el número y el perfil de las personas embarcadas. La goleta cuenta así con una farmacia muy surtida. Además, los marineros han seguido una formación que les permite establecer un diagnóstico, practicar suturas e instalar perfusiones en caso de necesidad.
No obstante, la consigna es límpida: “Es prohibido herirse”. Nicolas Bin, el segundo oficial, lo repite a cada recién embarcado en el momento del briefing de seguridad. “Cada uno debe cuidar de su seguridad y de la de sus compañeros; Cuidar del sueño de los tripulantes que se relevan cada noche por turnos”. “Organizarnos en función de las capacidades de cada uno, debemos aguantar la distancia; Cada quien debe encontrar su propio ritmo entre trabajo y horas de sueño. El reposo de los tripulantes es un punto importante de la seguridad a bordo”, precisa el capitán.
Sueño entrecortado,  trabajo sostenido, calor, tal navegación dista de la imagen idílica que uno podría tener. Tara es un barco polar que navega actualmente en zona tropical. Tripulantes y equipo son como los corales: sufren de las temperaturas demasiado elevadas. “Los instrumentos de navegación no soportarían las temperaturas que los marineros pueden aguantar puntualmente. La climatización nos permite mantener una temperatura razonable en el PC Com y el laboratorio seco, donde instrumentos esenciales funcionan 24/24”.
Para Marion Lauters, chef y marinera, calor y gestión de las reservas de alimentos no combinan fácilmente. Su inquietud es el producto fresco. “No tenemos mucho espacio en los frigoríficos. El espacio reservado para la cocina es la bodega delantera, que no está aislada. Su temperatura varía en función de la temperatura exterior, o sea más de 30 grados centígrados en este momento. Peor aún: hay un generador eléctrico en esta bodega. Tuve que pedir al chef mecánico que no la haga funcionar. En cuanto a reservas no estoy inquieta. Multiplico lo que comemos por el número de semanas y de personas. El café es un promedio de 250g por día, igual para la mantequilla. La harina entre 800g y 1kg por día. Para esta navegación, a nadie le faltará comida. El riesgo es más bien el  de aumentar de peso”.
Ser autónomo a borde de Tara sobre un período tan largo necesita obviamente más que algunos racimos de plátano verde, latas de conserva y litros de diesel. Tal travesía requiere de anticipación, una logística milimétrica y un equipo humano capaz.

Noelie Pansiot