La Conferencia mundial de las Naciones Unidas sobre el Océano, por celebrarse en junio en New York, será la primera en abordar las problemáticas marítimas en su dimensión global, al tamaño del planeta. Será también una oportunidad única de focalizarse, al más alto nivel, sobre los desafíos más urgentes de la ciencia marina actual. Sabemos, desde hace muchos años, que el cambio climático amenaza la biodiversidad oceánica, por los impactos nuevos y cumulativos del calentamiento, de la acidificación, y de la desoxigenación, efectos que se conjugan a la contaminación antrópica y a la pesca intensiva.
¿Estamos entonces invirtiendo lo
suficiente en la investigación fundamental para entender estas problemáticas y actuar?
La respuesta es negativa.
En materia de ciencias marinas, enfrentamos un “seguir como si nada estuviera ocurriendo”.
Peor aún, en múltiples frentes, estamos
haciendo menos en la actualidad que hace una década. La Comisión oceanográfica
intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para la educación,
la ciencia y la cultura (COI-UNESCO) se encuentra sub-financiada. Unos
programas nacionales importantes en materia de ciencia del océano ya no son una
prioridad en países claves como Australia, Francia, Italia y Estados Unidos,
donde los recortes presupuestarios anunciados apuntan a las ciencias del clima
y de la observación de la Tierra.
Resulta ser una terrible paradoja: más
amenazado está el Océano, menos apoyamos la generación de ciencia dedicada a la
comprensión, la previsión y la prevención de los impactos futuros.
Entramos en unas etapas importantes
para el Océano. Todo está sobre la mesa para lograr un acuerdo internacional
sobre la gestión de la biodiversidad en el Alta Mar, incluyendo los recursos
genéticos marinos. En todos aspectos, esos recursos son todavía bastante mal
conocidos. Sin embargo, surge una
transformación profunda de las ciencias marinas, con el desarrollo de nuevas
tecnologías: secuenciación de nueva generación, análisis de data masivos,
bioinformática y tecnología de bio-imagen. Estas técnicas están transformando
nuestra forma de estudiar el Océano, tal como la genética ha transformado la
medicina y la prevención del cáncer.
En el transcurso de su 43 sesión en
Nairobi, Kenia, la comisión del GIEC ha decidido elaborar un informe especial
sobre el cambio climático, los océanos y la criosfera: un estudio que da al
Océano una atención indispensable dentro de la esfera climática.
La primera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Océano catalizará los avances logrados en el marco del
Objetivo de Desarrollo sostenible (ODS 14), centrado en el Océano.
Debemos aprovechar esta oportunidad
para incentivar a las ciencias marinas. El ODS 14 hace hincapié en la necesidad
de profundizar los conocimientos científicos, reforzar las capacidades de
investigación y transferir las técnicas marinas. En el marco de la Conferencia,
el CIO-UNESCO. Impulsa una “Década
internacional de las ciencias del Océano”. Eso podría ser el motor de una mayor
cooperación y de un mayor financiamiento para los programas claves que tratan
de los desafíos más urgentes.
En el
contexto de “Llamado para la Acción”,
la investigación fundamental debería convertirse en una prioridad en la
definición de metas, no solamente en torno a los impactos del cambio climático,
a los desechos y la contaminación marina, a la gestión de las reservas marinas.
Más allá
del financiamiento y de la oferta de recursos, debemos rebasar los límites,
creando programas internacionales transdisciplinarios que usen las mejores
herramientas científicas disponibles.
La
expedición Tara Pacific es un modelo por considerar y reproducir. Al estudiar
el blanqueamiento de los arrecifes coralinos en relación a la diversidad
planctónica, la Fundación Tara Expéditions,
Francia, desarrolla un programa internacional multidisciplinario que
asocia más de 27 institutos científicos en varios países. Este es un programa
científico único a la escala del Pacifico. Sin embargo, como lo hemos
averiguado en el transcurso de la misión anterior, Tara Oceans, no es posible
conseguir tal programa que corra de abajo hacia arriba sin aceptar riesgos y
trabajar a menudo en contra de un enfoque científico estándar.Hay urgencia en
construir motores de investigación transversales y colaborativos.
Quienes
deciden las políticas cargan con una pesada responsabilidad en materia de
reforzamiento de las ciencias de los océanos, que son la base de las acciones
por venir en materia de conservación y adaptación.La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano, del 5 al 9 de junio,
será un llamado para actuar. Debemos capitalizar sobre esta conferencia, entre
otras oportunidades, para asentar las bases de una investigación científica que
impulse acciones en todos los objetivos del desarrollo sostenible.
Romain
Troublé y André Abreu, Fondation Tara Expéditions.