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Bernard Buigues,© Noëlie Pansiot/Tara Expeditions |
Amarinarse parece
ser un proceso con altibajos: no permanente, él va y viene al ritmo de las olas
y de la resistencia los estómagos. Ayer,
unas olas de 3 metros han mecido la goleta.
Para esta última
etapa de Portugal a Lorient, Michel Franco, ingeniero al origen de Tara, se
encuentra a bordo: “un barco que balancea bien camina bien”. Con su buen balanceo,
Tara ha tumbado la mitad de la tripulación y su genitor con ella. Al embarcar en
Portimao, Michel Franco ha vuelto a toparse con su amigo Bernard Buigues,
igualmente invitado a navegar hasta Lorient. Bajo la dirección de Jean-Louis
Etienne, ambos han acompañado el nacimiento de la goleta entonces llamada Antartica.
Respectivamente “cazador” de mamuts en Siberia y cazador de meteoritos en el
Sahara, los dos "viejos" tienen muchas historias que contar a la
tripulación. Pero en las últimas 24 horas, la mayoría ha huido del comedor para
refugiarse en sus literas. Mientras Franco buscaba también el sueño para capear
el mareo, Bernard, quien al igual que nuestro jefe de maquinas François Noël,
demuestra ser insensible al movimiento del barco, se quedaba en la sala sin
audiencia.
Bernard Buigues vio
nacer la goleta hace 25 años, siendo miembro de la expedición Transantarctica
dirigida por Jean-Louis Etienne. Bernard era el "sacrificado", administrando y resolviendo los problemas
cotidianos desde París. Más tarde, él organiza sus propias expediciones al Polo
antes de convertirse en “cazador” de mamuts en Siberia. En 2006, Con Etienne Bourgois,
él participa en el inicio de la deriva ártica de Tara.
El descubridor de
Jarkov, el mamut de 47 años que murió hace 20,380 años, nos habla de sus exploraciones.
¿Cómo comienza su búsqueda de los mamuts?
En Transantarctica,
trabajábamos con los rusos del Instituto Ártico y Antártico. Era justo después
de la Perestroika, el país estaba cerrado, pero en los hechos todo estaba
abierto porque había mucho desorden. Durante unos diez años, he desarrollado estaciones
a la deriva en el Polo Norte, con los equipos del pueblo de Khatanga en Siberia,
gente que trabajaba para el ejército hasta el 1985. Un día, el director administrativo
de Khatanga me dice: "Solo te interesa el Ártico, pero tenemos también cosas
interesantes, tenemos mamuts".
En este período,
algo escéptico, porque no tengo contacto con los museos y no mido de qué se
trata, no me apasiona el tema; Hasta tocar un pedazo de mamut. A mi regreso en Francia,
entrego algunas muestras a los científicos. No me pueden decir si es de mamut o
no, pero parece interesante porque las muestras contienen células bien
conservadas. Me piden más. Es así que busco información sobre las investigaciones
relativas a los mamuts. Me doy cuenta de una paradoja: es un animal famoso pero
poco conocido. En los años 90, circulan muchas tonterías acerca de las causas
de su desaparición súbita, como si un meteorito hubiera caído y exterminado la
especie.
Al organizar la
expedición para extraer el mamut Jarkov, entre el 97 y el 99, me percato de que
los paleontólogos trabajan sobre pocos especímenes de animales. Me propongo
entonces recuperar y proteger un máximum de fósiles de mamut. Al focalizarme en
los mamuts, me documento sobre la evolución de las especies, el cambio
climático, la historia del último período del Pleistoceno que duró 50,000 años.
Esta búsqueda me lleva a conocer gente. Es gracias a las relaciones de amistad
establecidas con la población local que encontramos fósiles. Son los pobladores
locales quienes, al salir de cacería, al mover sus rebaños de renos, de vez en
cuando encuentran un pedazo de hueso o de defensa en la nieve.
¿La aventura también es humana?
Sí. De repente las
cosas toman sentido para mí, se hace interesante porque hay aventura, ciencia y
relaciones humanas. Descubro varios pueblos del Ártico: los Nenets, con quienes
tejo buenas relaciones, los Dolgan, los Yukagir, los Thoutches. Estas
expediciones me llevan a hacer ciencia en un sentido amplio: la paleontología
desborda sobre ciencias más duras, los isótopos, la genética, la etnografía. La
clave de cierto éxito que hemos tenido esta en las relaciones con personas que confían
en mí y me informan en el momento adecuado.
Los etnógrafos
han sentido esta emoción al relacionarse con pueblos o civilizaciones muy
alejadas de la nuestra; yo estaba fascinado. Aún más cuando vi la misma
curiosidad en los ojos de la gente, una misma curiosidad hacia mí. Es la clave del
intercambio. Yo no era un mero observador, estas personas me hicieron las
mismas preguntas que yo les hacía.
¿Cuál es el tamaño de la manada de mamuts que usted
conserva en el permafrost en Rusia?
Nuestro equipo ha
encontrado 13 mamuts en 15 años. La realidad ha superado mi imaginación. Ahora
nos gustaría encontrar el cazador aplastado por el mamut! Hace 3 años, hemos
descubierto un joven mamut de 4 años, despellejado y destripado por los hombres
hace 32,900 años. Encontramos sus restos con un gran corte en la espalda, hecho
con una piedra tallada. No sabíamos que vivían hombres en esa región en esos
tiempos. Sabemos poco sobre este período. Poco a poco acopiamos información de
manera indirecta. Con los protocolos contemporáneos de investigación, ya no necesitamos tanto el fósil como
evidencia de la presencia de una especie en particular. Cuando extraemos
muestras de tierra, secuenciando el ADN presente y comparándolo con una base de
referencia, casi al instante sabemos quién estaba allí.
La clonación del mamut, ¿ficción o realidad?
Algunos
científicos japoneses y sobre todo coreanos consideran seriamente la clonación.
Técnicamente, unas cosas están resueltas. Sabemos, por ejemplo, reemplazar los
eslabones que faltan en el ADN, por un proceso de copiar y pegar. Los
genetistas pueden así recuperar todo el código genético del mamut y poner esta
información en un ovulo fecundado de un animal vivo como el elefante. Todo
depende de los objetivos de esta clonación. Si se trata de llevar a cabo un
experimento, ¿por qué no? Pero si el proyecto es de reintroducir la especie en
detrimento de la atención que deberíamos prestar a los elefantes, yo digo no.
Entrevista realizada por Noëlie Pansiot