17/11/2014

Bernard Buigues, del Antarctica a los mamuts


Bernard Buigues,© Noëlie Pansiot/Tara Expeditions
Amarinarse parece ser un proceso con altibajos: no permanente, él va y viene al ritmo de las olas y de la resistencia  los estómagos. Ayer, unas olas de 3 metros han mecido la goleta.
Para esta última etapa de Portugal a Lorient, Michel Franco, ingeniero al origen de Tara, se encuentra a bordo: “un barco que balancea bien camina bien”. Con su buen balanceo, Tara ha tumbado la mitad de la tripulación y su genitor con ella. Al embarcar en Portimao, Michel Franco ha vuelto a toparse con su amigo Bernard Buigues, igualmente invitado a navegar hasta Lorient. Bajo la dirección de Jean-Louis Etienne, ambos han acompañado el nacimiento de la goleta entonces llamada Antartica. Respectivamente “cazador” de mamuts en Siberia y cazador de meteoritos en el Sahara, los dos "viejos" tienen muchas historias que contar a la tripulación. Pero en las últimas 24 horas, la mayoría ha huido del comedor para refugiarse en sus literas. Mientras Franco buscaba también el sueño para capear el mareo, Bernard, quien al igual que nuestro jefe de maquinas François Noël, demuestra ser insensible al movimiento del barco, se quedaba en la sala sin audiencia.

Bernard Buigues vio nacer la goleta hace 25 años, siendo miembro de la expedición Transantarctica dirigida por Jean-Louis Etienne. Bernard era el "sacrificado",  administrando y resolviendo los problemas cotidianos desde París. Más tarde, él organiza sus propias expediciones al Polo antes de convertirse en “cazador” de mamuts en Siberia. En 2006, Con Etienne Bourgois, él participa en el inicio de la deriva ártica de Tara.
El descubridor de Jarkov, el mamut de 47 años que murió hace 20,380 años, nos habla de sus exploraciones.

¿Cómo comienza su búsqueda de los mamuts?
En Transantarctica, trabajábamos con los rusos del Instituto Ártico y Antártico. Era justo después de la Perestroika, el país estaba cerrado, pero en los hechos todo estaba abierto porque había mucho desorden. Durante unos diez años, he desarrollado estaciones a la deriva en el Polo Norte, con los equipos del pueblo de Khatanga en Siberia, gente que trabajaba para el ejército hasta el 1985. Un día, el director administrativo de Khatanga me dice: "Solo te interesa el Ártico, pero tenemos también cosas interesantes, tenemos mamuts".
En este período, algo escéptico, porque no tengo contacto con los museos y no mido de qué se trata, no me apasiona el tema; Hasta tocar un pedazo de mamut. A mi regreso en Francia, entrego algunas muestras a los científicos. No me pueden decir si es de mamut o no, pero parece interesante porque las muestras contienen células bien conservadas. Me piden más. Es así que busco información sobre las investigaciones relativas a los mamuts. Me doy cuenta de una paradoja: es un animal famoso pero poco conocido. En los años 90, circulan muchas tonterías acerca de las causas de su desaparición súbita, como si un meteorito hubiera caído y exterminado la especie.
Al organizar la expedición para extraer el mamut Jarkov, entre el 97 y el 99, me percato de que los paleontólogos trabajan sobre pocos especímenes de animales. Me propongo entonces recuperar y proteger un máximum de fósiles de mamut. Al focalizarme en los mamuts, me documento sobre la evolución de las especies, el cambio climático, la historia del último período del Pleistoceno que duró 50,000 años. Esta búsqueda me lleva a conocer gente. Es gracias a las relaciones de amistad establecidas con la población local que encontramos fósiles. Son los pobladores locales quienes, al salir de cacería, al mover sus rebaños de renos, de vez en cuando encuentran un pedazo de hueso o de defensa en la nieve.

¿La aventura también es humana?
Sí. De repente las cosas toman sentido para mí, se hace interesante porque hay aventura, ciencia y relaciones humanas. Descubro varios pueblos del Ártico: los Nenets, con quienes tejo buenas relaciones, los Dolgan, los Yukagir, los Thoutches. Estas expediciones me llevan a hacer ciencia en un sentido amplio: la paleontología desborda sobre ciencias más duras, los isótopos, la genética, la etnografía. La clave de cierto éxito que hemos tenido esta en las relaciones con personas que confían en mí y me informan en el momento adecuado.

Los etnógrafos han sentido esta emoción al relacionarse con pueblos o civilizaciones muy alejadas de la nuestra; yo estaba fascinado. Aún más cuando vi la misma curiosidad en los ojos de la gente, una  misma curiosidad hacia mí. Es la clave del intercambio. Yo no era un mero observador, estas personas me hicieron las mismas preguntas que yo les hacía.

¿Cuál es el tamaño de la manada de mamuts que usted conserva en el permafrost en Rusia?
Nuestro equipo ha encontrado 13 mamuts en 15 años. La realidad ha superado mi imaginación. Ahora nos gustaría encontrar el cazador aplastado por el mamut! Hace 3 años, hemos descubierto un joven mamut de 4 años, despellejado y destripado por los hombres hace 32,900 años. Encontramos sus restos con un gran corte en la espalda, hecho con una piedra tallada. No sabíamos que vivían hombres en esa región en esos tiempos. Sabemos poco sobre este período. Poco a poco acopiamos información de manera indirecta. Con los protocolos contemporáneos de investigación,  ya no necesitamos tanto el fósil como evidencia de la presencia de una especie en particular. Cuando extraemos muestras de tierra, secuenciando el ADN presente y comparándolo con una base de referencia, casi al instante sabemos quién estaba allí.

La clonación del mamut, ¿ficción o realidad?
Algunos científicos japoneses y sobre todo coreanos consideran seriamente la clonación. Técnicamente, unas cosas están resueltas. Sabemos, por ejemplo, reemplazar los eslabones que faltan en el ADN, por un proceso de copiar y pegar. Los genetistas pueden así recuperar todo el código genético del mamut y poner esta información en un ovulo fecundado de un animal vivo como el elefante. Todo depende de los objetivos de esta clonación. Si se trata de llevar a cabo un experimento, ¿por qué no? Pero si el proyecto es de reintroducir la especie en detrimento de la atención que deberíamos prestar a los elefantes, yo digo no.

Entrevista realizada por Noëlie Pansiot