Al dejar la isla de Surprise, nos acompaña un viento sostenido sureste, de unos 20 nudos. Nuestra ruta de 140 millas hacia Poum nos da un ángulo favorable para izar las velas y apagar los motores. Marineros y científicos se afanan para establecer misana y yankee. Un esfuerzo mancomunado para gozar luego del sentimiento de libertad que uno vive al navegar un día entero con velas, aún a 8 nudos en un mar desordenado.
Al alba,
regresamos a la laguna por el paso de Estrées.
A la latitud de las islas Belep, entre el azul del agua, el rojo de la
tierra y el verde de los pinos colonarios, Nueva Caledonia nos revela nuevos
encantos.
Poum, al
norte de Grande Terre, es un pequeño pueblo de un centenar de habitantes asentados
frente a la laguna. El conjunto de la comuna, de unos 1500 habitantes, es parte
del área tradicional kanak de Hoot ma Waap. Una alcaldía, una escuela, un destacamento
de gendarmería, una oficina de correos y una gasolinera. Unos niños jugando en la
playa, una yola con dos mujeres pescando, un ambiente apacible y unos
habitantes que nos saludan con una sonrisa.
Nuestra
escala aquí es corta y marca el final de la misión en Nueva Caledonia, junto a
los científicos del IRD y la UNC. Mañana,
zarpamos rumbo a las islas Salomón.
Vincent Hilaire