“Estamos
muy satisfechos. Tara es totalmente operacional. Cada vez, hemos podido
observar lo que veníamos a estudiar. Aunque sea poca cosa a veces, cuando el
arrecife se ha vuelto pobre. Es la meta de Tara Pacific, poder comparar las
situaciones”, nos confía Christian Voolstra, jefe científico hasta Nouméa.
A parte de
algunas plagas sobre los pólipos, el arrecife de Heron Island goza de buena
salud. No se ve rastro de blanqueamiento pasado o reciente.
Un día de
navegación más tarde, las aguas turquesas de Paul Reef aguardan un sorpresivo
contraste.
“No hay vida debajo de la superficie. La mayor parte de las colonias
está muerta. Por ende, no hay peces. Vemos aquí el resultado de un largo
proceso”.
En UN
Reefs, la situación es otra. A 6 metros
de profundidad en aguas de una transparencia excepcional, con fuertes
corrientes, descubrimos una situación intermedia. Colonias en buena condición
colindan con campos de corales muertos. Campos que no son la consecuencia de un
blanqueamiento reciente, sino de un proceso antiguo.
“Estamos
ahora al sur del arrecife más grande del mundo. Las destrucciones no son del
mismo tamaño que en el norte.”
Al dejar
este último spot, Tara se enrumba a
Mackay, en la costa australiana, para cumplir con los trámites de salida
administrativa del país. Nos espera, luego, una navegación al este, hacia las
islas Cherstefield y Nueva Caledonia.
Vincent Hilaire