Tara lleva días explorando las costas de la isla de Niue. Sobre esos cantiles de coral que los isleños apodan “la Roca”, algunos intentan preservar la herencia marítima de sus ancestros por medio de la fabricación de canoas tradicionales, la vaka.
Me ha tomado
algunas horas recorrer la pista que lleva a donde vive “Fai”, un hombre que inspira
respeto y orgullo. Tamafai Fuhiniu me está esperando a la sombra de su taller,
sentado como un rey sobre su modesto taburete. Virutas rojo vivo de moota
destellan sobre su camiseta oscura. Sus nietas juegan debajo de las paletas alineadas sobre
un estante. El hombre vive ahora en los altos de Niue desde que un ciclón
destruyó su casa en 2004. Solo le quedaban sus manos y su temple para reconstruir
todo.
Él es hoy en día
el último heredero de un largo linaje cuyo origen se pierde en algún lugar de
China, antes de reaparecer en los cantiles de Niue hace 700 años. Mientras las comunidades
humanas ya poblaban el Pacífico 4,000 años antes, la Roca es una de las últimas
tierras de asentamiento. De los 5 hermanos quienes desembarcaron primero en
este paraje hostil, unos eran carpinteros y se dedicaron a perpetuar la
tradición, adaptándola a la geografía de Niue. Para poder meter al agua sus
embarcaciones desde los cantiles no protegidos por una laguna, tuvieron que
imaginar barcos ligeros que un hombre solo podía cargar. Así nació la primera
vaka de Niue.
“Me divierte oír
a la gente cuando habla de nuestros antiguos reyes. Mis ancestros no eran
idiotas. Siempre han rebasado el juego tribal y político. En los tiempos
antiguos, todos éramos antropófagos y para los jefes y reyes, si no podías
producir riqueza, eras el primero en morir y ser comido. Es así que mi familia
ha sobrevivido tanto tiempo”.
Alrededor de su
casa se extiende el territorio de este maestro carpintero que fue el primer
terrateniente de Niue. Nació aquí hace 60 años, en una familia de 9 miembros.
Su padre era el último fabricante de vaka de la isla y le eligió para
transmitirle los conocimientos de sus ancestros.
“Mis hermanos tal vez no prestaron suficiente
atención a las historias que nos contaban antes de dormir, esas leyendas que se
transmiten de generación en generación. Muy temprano, supe que yo era diferente
. Mi padre no necesitaba enseñarme tantas cosas, todo lo que aprendí fue más
bien por observación, no por la palabra o el dibujo. Es por eso que la
sabiduría tradicional es tan rica, porque debes aprender las cosas sin que te
las enseñen explícitamente”.
Tamafai me lleva
afuera de su casa hacia su taller al aire libre, a la sombra de algunos
árboles. Aquí él trabaja los troncos de moota para esculpir las vakas que algún
día saldrán mar afuera. La curva del casco llama la atención por su dulzura. La
longitud no pasa de 5 metros y el espesor es de solo 4 milímetros. A fuerza de
perfeccionamiento, Tamafai ha logrado crear una piragua de solo 15 kilos que
puede cargar media tonelada.
“La fabricación
ha evolucionado gracias a la modernización de las herramientas. En el tiempo de
mis ancestros, primero quemaban el árbol. Escogían un árbol lo suficientemente
verde para que no se encienda y que no se fracture, luego cavaban el tronco en
la selva y lo transportaban a mano hasta la costa. Era un trabajo muy duro, la
gente de esos tiempos eran gigantes”.
De sus ancestros,
el maestro carpintero ha heredado la tradición del secreto que solo se
transmite de padre a hijo.
“El conocimiento estaba en manos de algunas
personas quienes gozaban de un estatus
particular en la sociedad. Ellos eran los guardianes de un conocimiento. Era un
secreto guardado en el seno de la familia. Hoy comparto casi todo lo que sé,
pero hay algunas cosas demasiado importantes que guardo para mí. Mi padre
siempre me decía: cuida como compartes lo que sabes porque cuando hayas
compartido todo, te quedarás sin nada, estarás desnudo. Me esfuerzo en buscar
un equilibrio entre eso y el mundo de hoy, porque si no comparto lo que sé, mi
conocimiento podría desaparecer”.
Los isleños han
perdido el gusto para la pesca a bordo de esas piraguas tradicionales. Y la
sangre de Tamafai también podría apagar lo que queda de esta llama tradicional.
Por ironía del destino, después de generaciones de hombres en su familia, el
maestro carpintero es el padre de 5 hijas.
Maika es la
última que se quedó en Niue. Ella me atiende en la oficina de turismo donde
trabaja, curiosa de conocer mis impresiones después de mi reunión con su padre.
Tradicionalmente mantenidas a distancia del mar y de la piragua, las mujeres de
Niue se han acercado al mar abierto bajo el impulso de Maika y sus 4 hermanas.
“Yo tuve mi primera piragua a los 8 años, nuestro padre nos fabricaba modelos
adaptados a nuestro tamaño. Mucha gente se ponía celosa porque él nos dejaba
salir al mar en las piraguas. Hemos incentivado a más mujeres a que se unan a
nosotras”.
Hoy Maika anima a
los jóvenes a aprender con su padre esta técnica ancestral. “Espero que no se
lleve su secreto a la tumba. Él debe encontrar a alguien que tenga el mismo
amor y la misma pasión. Él no contará su secreto hasta no encontrar a ese
hombre. Debemos encontrarlo, no solo por la familia, sino para toda la isla”.
A marea baja, Tamafai me ha citado en la caleta de Opaahi
para embarcar a bordo de una de sus piraguas. Cargando una de ella sobre sus
hombros, él me enseña el cantil frente a nosotros. Es aquí que en 1774, después
de 3 intentos, James Cook y sus hombres lograron abordar a Niue y afrontaron la
hostilidad de los isleños.
El lanzamiento al agua
es un momento delicado. De un empujón la vaka blanca y azul deja la orilla y se
lanza al mar, tan ligera como una pluma.
“Una vaka es una cosa viva, tiene una
forma muy femenina. Es tan sagrada como una mujer, si la cuidas, alimentará tu
familia, si la descuidas no te brindará prosperidad alguna. No las bautizamos
porque las cosas se desacralizan cuando se les nombra. La vaka define quien soy
y quienes somos como pueblo; No creo que deberíamos usar el lenguaje como
definición de la identidad porque éste ha evolucionado al transcurrir la
historia, también la cultura, mientras que la tradición es algo diferente, es
una forma de hacer y de pensar”.
Hacer cuerpo con
su vaka, hablarle, escucharle también. Delante de mí, Tamafai reproduce los
gestos seguros que generaciones de hombres han desarrollado en esas costas, una
conjugación de instinto y herencia. En la estela de su piragua se escribe la
historia de Niue, a la espera de que otro pueda seguir el relato. Tamafai
legará a su isla un barco en concepto de identidad ; Y también una obra digna
de admiración.
Pierre de Parscau