Justo antes de Navidad, Tara termina un inventario inédito de la biodiversidad marina en el archipiélago de Wallis y Futuna. Un proyecto parcialmente iniciado en 1990, antes de los impactos del calentamiento global. Dos semanas de encuentros y descubrimientos en este territorio francés, el más alejado del hexágono, en el cual toda iniciativa está supeditada al beneplácito de las autoridades tradicionales: los reyes.
Unas 20 personas se
congregan debajo del falé del palacio de Wallis: un sencillo techo de palma
debajo del cual nos esperan los jefes de pueblos, los ministros y Patalione
Kanimoa, el rey de Wallis.
La tripulación
entra silenciosamente, intimidada por la solemnidad del momento. Antes de poder
iniciar su trabajo de muestreo en las aguas de Wallis y Futuna, la goleta debe
obtener la autorización de los poderes tradicionales que tienen aquí la
potestad de bloquear cualquier iniciativa. El Kava, la bebida tradicional del
Pacífico procesada de una raíz de arbusto, circula de mano en mano mientras
Serge Planes, el director científico de la expedición, y Martin Hertau, el
capitán de Tara, exponen al rey el propósito de nuestra visita al archipiélago.
Como lo manda la costumbre, la tripulación ofrece algunos regalos, dentro de
los cuales, un libro de fotografías que relata la deriva ártica de Tara. Las
imágenes del barco preso de los hielos iluminan los ojos del monarca.
Desde los 90’s,
no se ha realizado un inventario de la biodiversidad alrededor de esta isla.
Tenemos solamente 12 días para recolectar los datos sobre las especies que
pueblan las costas entre las superficie y los 20 m de profundidad. Una misión
pluridisciplinaria, estudiando peces, corales, collarinales, ofiuras (Ophiuroidea)
y esponjas, para cartografiar la vida en esta intersección poco documentada entre
Melanesia y Polinesia. Más allá de las especies conocidas, la actual misión
intenta censar nuevas especies raras y endémicas de la zona.
Dividida en dos
reinos, Sigave y Alo, la isla de Futuna recibe la violencia del Pacífico y de sus
ciclones. En 2010, el ciclón Tomas devastó numerosas viviendas y fragilizó
espacios costeros. Una situación que puso de relieve la vulnerabilidad de las
poblaciones frente al cambio climático global.
Debajo de la
lluvia, la misión de Tara inicia frente a
Alofi, un islote cubierto en 80% por
un bosque primario, donde vive un solo habitante. Al pie de los cantiles de la
isla, al fondo de su estrecha laguna, descubrimos unos arrecifes todavía a salvo del
blanqueamiento, una multitud de corales y de esponjas.
Gracias a métodos
de adormecimiento local y de caza con flecha, Serge Planes y Jeff Williams, de
la Smithonian Institution de Washington, logran inventariar cerca de 400
especies diferentes. “Hemos llegado a un tercio de las especies que viven aquí;
Hay otras que viven en zonas más
profundas. Es la primera vez que se realiza un inventario de este tipo en
Futuna y Alofi. Sería interesante compararlo con los realizados en Wallis, Fiji,
Vanuatu y Nueva Caledonia”. Estas observaciones servirán de punto de referencia
para futuros estudios en esas islas remotas y permitirán informar a las
poblaciones locales sobre las riquezas marinas que les rodean.
Los habitantes de
Futuna nos invitan a reunirnos con sus
reyes. Compartimos el tauasu tradicional, un ritual de debate comunitario sobre
las problemáticas de la vida diaria alrededor de un kava. El momento se presta
para un dialogo con la tripulación y expresar las inquietudes en torno al
porvenir de su isla.
A bordo de
Tara, Olivier Thomas es un hombre feliz.
Este especialista de esponjas, llegado de Irlanda, ha embarcado para estudiar
las poblaciones de esponjas en el
archipiélago. Él no contaba con tantos descubrimientos. “Me sorprende la
diversidad de esponjas alrededor de
Alofi y Futuna. Aquí existen verdaderos ecosistemas que concentran esponjas muy
diversas. Debajo del arrecife, hay zonas donde los corales no llegan, y
observamos numerosas especies nuevas". Especies que producen un mucus rico en
moléculas químicas que interesan a la industria de los medicamentos para el
tratamiento del cáncer.
Una valorización
de esas esponjas, posiblemente endémicas en Futuna, podría entonces
transformarse en un ingreso económico importante en esta isla necesitada. Un
nuevo capítulo al cual Olivier prestará atención al analizar estas
esponjas nuevas, antes de pensar en una posible sintetización de las moléculas
interesantes.
Pierre de Parscau