Tara está anclado por una semana frente a la isla de Ducie, en el archipiélago de Pitcairn, uno de los más aislados del mundo.
El archipiélago
de Pitcairn no tenía nada llamativo para ser especialmente famoso. Cuatro
pequeñas islas poco atractivas, lejos de otras tierras, -las vecinas islas Gambier están a unos 500 kilómetros de distancia-, con pocos recursos naturales. Henderson, la
mayor de las cuatro islas con sus 36 km2, no tiene fuente de agua
dulce. Solo hay agua en la isla de
Pitcairn, pequeña y muy empinada, lo que limita las plantaciones agrícolas.
Oeno y Ducie son pequeños atolones de coral no aptos para un asentamiento humano sostenible.
A pesar de estas
características poco acogedoras, algunas decenas de polinesios sobrevivieron en Pitcairn y Henderson durante varios siglos, gracias al comercio con
las islas Gambier. En el siglo XV, estas últimas pasaron por una grave crisis
que conllevó al fin del comercio y a la
caída de las reducidas poblaciones
de Pitcairn. Estas islas inhóspitas volvieron
a ser desiertas.
A 2,000 kilómetros de allí, en 1788, después de
un agotador viaje de un año desde Inglaterra, 46 marineros en un barco de 28 metros, el HMS Bounty, echan ancla en Tahití. La tripulación se queda
unos cinco meses, descansando y disfrutando
de los encantos de la Polinesia...Y de
las polinesias. Obligados a volver a la navegación bajo las órdenes de un capitán
tiránico y cruel, más de la mitad de la tripulación se amotina.
Los amotinados
echan al capitán y a 20 de sus fieles en un bote, con cinco días de comida,
lo que les permite sobrevivir y alcanzar una tierra. Los amotinados en control del Bounty se llevan unas 15 mujeres
polinesias y buscan refugio en una isla alejada,
no visitada, Pitcairn. Queman el barco por temor a ser descubiertos y se
encierran a sí mismos en su isla. Diez años más tarde, al cabo de peleas
letales, solo queda un hombre adulto, ocho
mujeres y 19 niños.
Dos siglos después,
hoy en día, los descendientes de ese pequeño grupo viven todavía en la isla de Pitcairn: 50 personas,
la totalidad de los habitantes de este archipiélago inscrito en la gran
Historia, un poco a su pesar.
Yann Chavance