Timoneria, de noche. Tara Expeditions
Son estos
pequeños momentos que no presumen, esos instantes que puntúan la vida a bordo y
hacen el placer de todos; La campana que uno toca para anunciar las horas de
comida, un reflejo infantil exquisito de
que se le permita hacer ruido; Los olores que emanan de los hornos a las 10 de
la mañana y circulan de la sala al cuarto de comunicaciones. Imposible de resistir
la tentación, difícil de no ir a echar un vistazo en la cocina para ver lo que
Do, Dominique Limbour, está tramando. Algunos incluso llevan a cabo un "control
de calidad" no permitido.
Para los
marineros, sin duda, las comidas ritman la vida a bordo. Comer bien es un imperativo.
Responsable de preparar el desayuno, Do disfruta de levantarse antes que todos para
hacerse un té o darse un chapuzón solitario. Saber cómo encontrar tiempo para sí
mismo es necesario y hasta salvador si uno vive entre 14 personas durante
varios meses en un barco. No es de extrañar entonces que los marineros aprecien
los turnos nocturnos, esos momentos especiales para sentirse "dueño del
barco” o "tener el barco para sí mismo." Despertarse por la noche y tomar
su turno de guardia no es para nada un castigo: 2 horas de la libertad que
deleitan Mathieu Oriot, que le dejan tiempo para leer un libro o ennegrecer las
páginas de su Moleskine.
En navegación, el
turno de guardia se hace de a dos: un científico y un marinero cuidan juntos de
la seguridad del barco y de la tripulación. En la intimidad de la timonería se
da la oportunidad de intercambiar ideas y crear vínculo. ¿El mejor turno? El de
4 a 6: “Al principio es noche negra, todos duermen. Y la vida vuelve poco a
poco; Sale el sol y ves surgir pequeñas cabezas en el barco”, confía Nico.
Aquí, los
pequeños placeres son múltiples: caminar descalzo hasta que la plantilla del
pie se vuelva gruesa como el cuero; Darse
una pausa–lectura después de elegir su libro. Cómodamente instalado en la
botavara del palo mayor, el lector sale a cazar mamuts con Bernard Buigues o,
como Samuel, descubre el secreto de la isla de Pascua sentado en la proa.
Al cambiar las
tripulaciones, como hoy, todos estos instantes privilegiados se transforman en
recuerdos, mientras nuevos pequeños placeres se están escribiendo con la llegada
a bordo de recién embarcados.
Noëlie Pansiot
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