Tara Med_microplastiques |
Las microperlas
de plástico ruedan sobre la piel, ellas aportan un toque suave a nuestras
cremas. Es por eso que la industria las usa; Y abusa. Inferiores a 1 mm o
ligeramente más grandes como en los exfoliantes, su destino es el mismo: no son
biodegradables y son demasiado finas para ser retenidas por la filtración de las
plantas de tratamiento de agua. Así que viajan por ductos, drenajes de duchas y
baños, desagües y alcantarilladas, hasta llegar a los ríos, los mares y los océanos.
Llevadas por las corrientes durante siglos, ellas entran también en la cadena
alimentaria subacuática.
Los anglosajones las
llaman “mermaid tears”, las lágrimas de sirena. Estas lágrimas están envenenando los ecosistemas acuáticos.
Una vez más, el
efecto acumulativo de los comportamientos individuales conduce a un problema
global. Unos gestos de cuidado e higiene que parecen inofensivos no lo son para
el medio ambiente. El consumidor lo ignora. Pero de ser debidamente informado, probablemente
él optaría por otra clase de productos, dejando de ser simple presa del consumo
para ser actor consciente.
En los Estados
Unidos, la región de los Grandes Lagos se ve especialmente afectada por esta contaminación.
En junio pasado el Estado de Illinois ha prohibido el uso de microperlas de
plástico en las industrias. Otros estados como Nueva York, California y Ohio
están en proceso de aprobar prohibiciones similares.
Los científicos
están prestando atención: El Dr. Leslie, de la Universidad Libre de Amsterdam,
considera que los exfoliantes están compuestos de 10.6% de microplástico. Liebezeit
y Dubaish, de la Universidad alemana de Oldenburg estiman que los microplásticos
son ahora la principal fuente de contaminación del Mar de Wadden.
La problemática de
las microperlas es parte del estudio de Tara sobre los micro plásticos. El tema
no es nuevo: en 1972, Carpenter y Smith hacían sonar la alarma en torno a la presencia de
partículas finas de plástico en la superficie del Atlántico. Uno después, ellos
documentaban la ingestión de polietileno por los peces.
42 años han
pasado desde estas primeras observaciones y la situación está empeorando. Pero estamos
todavía a tiempo de revertir la tendencia, dejar de descargar nuestros desechos
al mar y tomar las decisiones convenientes.
Noëlie Pansiot