El «Saint Christophe», pinaza-cisterna que abastece Port-Cros en agua. N.Pansiot/Tara Expéditions |
Entre ellos, Noël
Laurent, oriundo de Bélgica, llegado a Port-Cros en 1972. El cuida del nivel de
la reserva de agua potable en Port-Cros alimentada por cuatro pozos
de perforación: “Estamos bombeando la lenteja de agua, pero con
sumo cuidado. De sacar más de lo que cae del cielo, el bisel salado penetra
debajo de la isla, la lenteja se puede llenar de agua de mar”.
Pero la reserva no
es suficiente cuando llegan el mes de mayo, el verano, sus 1500 barcos privados
de paso y hasta 2 mil visitantes diarios, glotones en agua. Desde la creación
del Parque Nacional en 1963, muchas mejoras han transformado Port-Cros; Una
planta de tratamiento de aguas residuales hábilmente escondida en el monte; Los
desechos ya no se queman, sino que se envían a tierra firme. Sin embargo, subsiste
el problema del agua potable.
Hervé Bergère,
Jefe sectorial del Parque Nacional, explica: "Hemos intentado la solución de
una planta de desalinización, fuimos de los primeros en hacerlo, pero nos percatamos
del impacto negativo sobre el entorno por la deyección de químicos utilizados para
limpiar la estación. Todavía, estamos obligados a traer agua en barco."
La laboriosa tarea
del suministro de agua potable recae en el “Saint Christophe”, un barco-cisterna
que sirve las islas de Port Cros y Porquerolles. Noël supervisa la entrega en
el muelle: “La frecuencia de los viajes
de la pinaza varía con la temporada. Cada dos meses en invierno, cada cuatro días
en verano”.
Al llegar al pequeño
puerto, el Saint Christophe se conecta a las mangueras para bombear sus 400
toneladas de agua potable. "Este una pinaza panzuda, había muchas de este
tipo antaño, pero no hoy en día. En caso de avería, nos sería difícil sustituir
su servicio. Los barcos grandes de la Armada no caben en el puerto. Aquí la
vida llega a ser ruda en invierno, ello nos obliga a asumir con responsabilidad”.
Esa es una de las razones por las cuales Noël no ha dejado la isla de las cuatro
plazas fuertes.
Noëlie Pansiot, corresponsal
a bordo de Tara